Cuando Lukoil entró en conversaciones para convertirse en el primer accionista de Repsol, y se habló del precio que ofrecía (27 euros por acción, por unos títulos que cotizan a 14), más de uno insinuó que en la mesa de negociación había habido demasiado vodka. Lo del licor es improbable. Y lo de los 27 euros, es cada vez más dudoso.
Lukoil quiere exprimir al máximo el precio. La clave está en las garantías que ofrece para la compra, que quiere realizar con críéditos (apalancándose financieramente). La fórmula de los rusos es simple: a más garantías, menor precio, de manera que el coste global de la operación no se incremente. Ahora se está barajando una horquilla de entre 22 y 24 euros por título como máximo.
Asesores
Lukoil, que está asesorado por el bufete internacional Akin Gump, pretende hacerse con el 29,9% de Repsol (un 20% procedente de Sacyr, y otro 9,9% de las acciones que tiene La Caixa y Caixa Catalunya en la petrolera). Otro de los asesores legales de Lukoil que se menciona en el mercado es Garrigues, aunque fuentes de este bufete indicaron ayer que no están en esta operación, aunque hayan podido hacer otras cosas puntuales en el pasado con el grupo ruso.
Con respecto al 20% de Sacyr, lo que se plantea es que Lukoil se quede con las acciones a cambio de asumir el príéstamo que en su día se otorgó a Sacyr para la compra de Repsol (5.200 millones), y cuyo principal está pendiente de pago prácticamente en su totalidad. La Caixa lidera las negociaciones con los bancos acreedores de ese príéstamo sindicado para que Lukoil se pueda subrogar. Los líderes son Santander, Citi, Calyon y Caja Madrid, y hay otras 40 entidades (más de la mitad cajas y bancos españoles).
Lukoil cuenta con la asesoría legal de Akin Gump, pero financieramente tiene su propio equipo
En principio, los líderes del sindicato de bancos están dispuestos a la subrogación, independientemente del precio de la operación, siempre que Lukoil de más garantías, además de las que ya tiene el críédito (cuyo aval son las propias acciones de Repsol). Otra cosa es que el resto de entidades del sindicato asuma la subrogación. Es lo que se estudia ahora.
Si una entidad se echa atrás, su parte tendrá que ser repartida entre las demás. A un precio de 27 euros, el 20% de Repsol que tiene Sacyr estaría valorado en algo más de 6.500 millones (lo que pagó la constructora en 2006 por entrar).
Sacyr sacaría lo comido por lo servido. A 22 euros, ese 20% valdría en torno a 5.300 millones, aproximadamente la cantidad del príéstamo. Sacyr tendría minusvalías, pero al menos podría quitarse de encima el críédito. En el capital de Sacyr (donde hay accionistas como Torreal, y cajas como Caixanova, ívila, Murcia, Unicaja y Caixa Galicia), hay inversores que asumen que la aventura de Repsol tiene que acabar, aunque sea con minusvalías. Antes de que se lleve por delante a la constructora.
Otro escollo es el 9,9%. En esto, La Caixa (cuyos servicios de análisis de bolsa han llegado a cifrar en poco más de 18 euros el precio objetivo de las acciones de Repsol), no sólo actúa de vendedor. Tambiíén como «posible financiador». Fuentes bancarias indican que en este apartado está el cuello de botella de la operación (al margen de la tormenta política que provoca el rechazo de Lukoil).
Conjunto de bancos
La Caixa intenta armar un conjunto de bancos dispuestos a financiar la compra del 9,9%. Algo difícil teniendo en cuenta que Lukoil tiene la peor calificación financiera entre las grandes petroleras. A 22 euros, Lukoil necesitaría otros 2.650 millones para ese 9,9% (unos 8.000 millones por el 29,9%).
Los 27 euros por título eran una barrera que dejaba a otros candidatos a la compra de Repsol fuera de juego, fundamentalmente grupos de la UE como el francíés Total y el italiano ENI. Total, que ha mirado el cuaderno de venta del 20% de Repsol en manos de Sacyr, sigue en todas las quinielas como posible caballero blanco (oferta competidora) frente a Lukoil.
Pero no a cualquier precio, y ni mucho menos a los 27 euros que inicialmente exigía Sacyr como mínimo. Los analistas nunca han descartado la posibilidad de que Total aparezca en escena en la puja por Repsol con una oferta pública de adquisición (opa) por la totalidad del grupo, algo que ayudaría a suavizar los recelos políticos y de los minoritarios.
Independientemente de las reacciones políticas enfrentadas, la operación de venta de Repsol cada vez se está empantanando más desde el punto de vista empresarial, institucional y directivo.
Mientras unos hablan de la fuerte intermediación de la Casa Real a favor de Lukoil (algo desmentido desde Zarzuela), y otros de informes de espías advirtiendo del peligro de la energía rusa, otros colocan a los ejecutivos de Repsol allanando el camino diplomático a la llegada rusa. Mientras tanto, desde Repsol se intenta serenar los ánimos.
El presidente de Repsol, Antonio Brufau, afirmó ayer que su objetivo fundamental es defender los intereses y crear valor para «el conjunto de los accionistas» de la petrolera, convertida ahora en el centro de atención internacional.
El gigante estatal brasileño Petrobras afirmó ayer que no está interesado en comprar ninguna participación en Repsol. En un comunicado a la Bolsa de Sao Paulo, aclara que «no está en negociación y no existe intención de compra».
¡Que vienen los soviet!
No es novedad que dentro de las filas socialistas se hayan alzado voces críticas contra Lukoil, frente a la posición oficial del presidente del Gobierno, Josíé Luis Rodríguez Zapatero, que, dentro de la ambigí¼edad, deja hacer.
El caso es que esas voces críticas cada vez son más sonoras y duras. El ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra dijo ayer que «la Unión Soviíética [sic] hoy no es un país homologable a una democracia» por lo que, a su juicio, la entrada de la empresa rusa Lukoil en Repsol «plantea dudas».
No hace falta ni siquiera que Guerra hable de Repsol o Lukoil, sólo con que se refiera a la Federación de Rusia, de donde es Lukoil, como «Unión Soviíética» ya supone todo un dardo. La Unión Soviíética, símbolo del sistema comunista, quedó oficialmente disuelta en 1991, tras un progresivo desmoronamiento que empezó años antes a raíz de los cambios introducidos por Mijail Gorvachov y su Perestroika.
Industria dice que el Tesoro no intervendrá
El Ministerio de Industria envió ayer una nota en la que decía que «este Departamento aclara que en ningún momento se ha planteado, ni en público ni en privado, que el Tesoro Público adquiera la deuda contraída por ninguna empresa constructora».
EXPANSIí“N publicó ayer que este ministerio, a cuyo frente está Miguel Sebastián, estudia fórmulas para dar oxígeno financiero a Sacyr, mientras se encuentra un socio ideal para la compra del 20% de Repsol que está en manos de las constructora.
Tal como informaba el periódico ayer, Industria está barajando fórmulas financieramente más o menos sofisticadas para que la banca (en ningún momento se mencionaba el Tesoro Público), pueda aliviar el peso financiero de Sacyr, un grupo sobre el que pesa una deuda de más de 18.000 millones de euros.