Por... GREGORIO BELAUNDE
En los recientes posts sobre la integración de la gestión del riesgo de desastres en la supervisión macroprudencial indicaba como a veces, ese esfuerzo podía venir desde las mismas entidades supervisadas. Es decir íéstas pueden estar introduciendo mejores prácticas adelantándose incluso a sus supervisores. Les hago a continuación llegar dos ejemplos que nos vienen del Asia del Sur-Este.
El primero, del que ya había oído hablar antes por gente del mundo de los seguros, viene de Indonesia, de un programa iniciado en el 2011, llamado ILFAD (iniciales inglesas de “Facilidad Indonesia de Liquidez Post-Desastresâ€). Este programa da asistencia tíécnica en dos temas:
. entrenamiento a instituciones microfinancieras (IMFs) para prepararse frente a emergencias y poder responder mejor a ellas y seguir sirviendo a sus clientes; tambiíén les da liquidez post-desastre en caso de necesidad para estabilizarlas
. desarrollo de productos a ofrecer a los clientes golpeados por un desastre
Algo interesante es que además ha estado desarrollando con Swiss Re un producto de cobertura global de carteras crediticias en caso de desastres. Será interesante ver cómo les va porque en el Perú una institución norteamericana especializada intentó hacerlo para el Niño con un seguro paramíétrico basado en la elevación de la temperatura del agua, pero muy pocas IMFs se interesaron, y luego abandonaron el experimento al considerar que el producto era caro (y no venías un Niño fuerte: entonces, impresión de pagar para nada) y me pregunto si no lo estarán lamentando ahora.
En todo caso, ILFAD está buscando tambiíén desarrollar los microseguros y está estableciendo alianzas con diferentes instituciones en Indonesia para ello.
El segundo ejemplo, del que había oído hablar hacía años pero sin lograr tener detalles, es Myanmar (la antigua Birmania), donde luego del terrible ciclón Nargis que golpeó al país en el 2008 (quizás algunos se acuerden de ese mega-desastre que mató a más de 100 mil personas y los daños respecto del PBI fueron por lo menos del nivel del Niño 1982-83 en el Perú, tal vez peor), el líder de las microfinanzas en ese país, PGMF, luego de una etapa en que en acuerdo con sus financistas aceptó castigar numerosos críéditos que de todas maneras se habían vuelto totalmente incobrables, y hablando luego con sus clientes que tenían voluntad de pagar pero deseaban poder retomar sus actividades y reconstruir sus casas, ideó un ingenioso sistema que actúa como una suerte de “red de protección socialâ€. Un fondo alimentado tanto por ella como por los clientes mismos, llamado el BWP (Beneficiary Welfare Program), que luego sirve para ayudar a los clientes en situación de gran dificultad, sea por desastres naturales, epidemias afectando al ganado, o muerte del principal proveedor de ingresos.
El BWP viene así a ser una suerte de híbrido de fondo de asistencia y de seguro co-financiado por la institución y sus clientes. Pero además su particularidad es que los beneficiarios afectados reciben una combinación de condonación de deuda y de indemnización, o uno de los dos, según el análisis efectuado. La lógica de este programa ha sido tambiíén de anticiparse a los desastres, y ver cómo hacer frente a ellos de manera estructurada.
A partir de esa experiencia, que ha sido un gran íéxito, PGMF, al tener una clientela compuesta en 98 % de mujeres, desarrolló tambiíén un producto específico para cubrir a las microempresarias en caso de embarazo, incluso los gastos relacionados por ello, además de los ingresos por días no trabajados. La lógica no deja de ser en realidad la de un seguro empresarial de maternidad. Lo que llama la atención acá es cómo a partir de la experiencia de cobertura de riesgos ligados a desastres naturales, una IMF llega a desarrollar otros productos para cubrir otros riesgos.
Como pueden ver, muchas veces, sobretodo en el mundo de las microfinanzas, la industria misma es la que da el ejemplo. Y en función de las características culturales de cada país (aunque siempre habrá puntos comunes y experiencias replicables en otros países). Imagínense eso multiplicado a mayor escala, y ya no sólo para las microfinanzas, si los supervisores/reguladores tambiíén lo facilitan y alientan a fondo, con una visión de resiliencia macro, lo que corresponde a un enfoque macroprudencial. Demasiadas veces se olvida que al tener un enfoque muy orientado hacia la gente, a los clientes, en realidad se está beneficiando a la economía entera, en cuanto a su capacidad a recuperarse de un gran desastre.
Quizás puedan servir de inspiración para nuestras IMFs tambiíén, que en ciertas regiones, sobre todo el Norte pueden tener que enfrentar una situacií²n parecida a la que enfrentí² PGMF en Myanmar en el 2008. Y tambiíén para hacer las cosas mejor a futuro. Aunque muchas veces, lo que no es contradictorio con lo que dije sobre cómo a veces la industria es la que se adelanta, para generalizar las buenas prácticas y que todos hagan las cosas mejor, con el consiguiente efecto positivo a nivel macro, el rol de los reguladores/supervisores es fundamental.
Si quieren tener algo mí s de información, se puede encontrar los artículos en inglíés en el sitio web del CGAP (Consultative Group Against Poverty), ente multilateral del que ya he tenido la oportunidad de hablar en el marco de artículos sobre microfinanzas y que tuvo un rol fundamental en el nacimiento de la Smart Campaign. Les doy los links:
http://www.cgap.org/blog/vulnerable-households-need-resilient-institutions-disasters http://www.cgap.org/blog/myanmar-changing-role-microfinance-after-natural-disaster Ahora bien, son artículos cortos; si nuestros gremios especializados y autoridades quieren saber más al respecto, podrían contactar al Asia Pacific Financial Forum, ligado a la parte privada de APEC (y que tiene un grupo de trabajo dedicado a las microfinanzas y microseguros) y a los reguladores financieros de Indonesia y de Myanmar a travíés de la ASEAN, a la que pertenecen ambos países. Para el ILFAD están disponibles los puntos de contacto en el artículo mismo.