Francisco Pascual 27 de noviembre de 2008..-
Los gobiernos han encontrado una última trinchera en la que agazapar su irresponsabilidad frente la metralla de desempleo, díéficit y depresión generalizada: la novedad, lo iníédito de la crisis. La evolución en el repertorio de excusas tras 16 meses de cataclismo financiero ha progresado del "ningún organismo internacional había previsto una situación así" (Rodríguez Zapatero, marzo de 2008) al "nos enfrentamos a una crisis sin precedentes, sin ningún parecido a otra" (George W. Bush, noviembre de 2008).
Quien se lo quiera creer, que pare aquí. Quien no, que pierda (gane) 15 minutos leyendo un informe de 2001 titulado 'La díécada perdida de la economía japonesa' de la Subdirección General de Estudios del Sector Exterior y comprobará cómo, en economía, poco hay que inventar, salvo excusas y derivados.
Para los que no tienen tiempo, transcribo unos extractos inquietantes: Como ahora España o EEUU, el PIB de Japón pasó del entorno del 4% en 1991 al 0,9% en 1992. "La causa de esta ralentización fue el estallido de la burbuja financiera que se había venido generando a lo largo de la díécada de los 80 como consecuencia de las debilidades estructurales del sistema financiero y de la política de actuación de los bancos comerciales."
Esta situación se produjo por "un aumento del críédito a pequeñas y medianas empresas y a economía domíésticas que se destinaron a la adquisición de viviendas y de activos con riesgo (...) Estos príéstamos estaban garantizados con propiedades inmobiliarias y con acciones que subieron rápidamente de precio ante la creciente demanda. Pero, la reducción de la actividad económica mundial y la caída de los índices bursátiles, incidió muy negativamente en la solvencia de los bancos, restringiendo íéstos el críédito (...). La consecuencia directa de esta desfavorable coyuntura fue un aumento de la tasa de desempleo". Les suena, ¿verdad?
Japón tambiíén previó que la crisis fuese pasajera y, de hecho, la economía reverdeció en 1996 para hundirse de nuevo por el mismo flanco: la bancarrota de los bancos. "Estas quiebras y la consideración de que el alcance de la crisis bancaria podía ser superior llevaron a las autoridades a aplicar un plan de saneamiento del sector con dos objetivos: por un lado, facilitar las intervenciones públicas para evitar una propagación de la crisis a travíés de un conjunto de cambios regulatorios y de supervisión y, por otro, evitar la quiebra del sector bancario mediante ayudas públicas a los bancos considerados viables". Vaya, vaya, mismos males, mismas soluciones.
Finalmente, "la vía de propagación de la crisis japonesa ha sido la falta de confianza de los agentes económicos privados en la posibilidad de una recuperación rápida de la actividad, provocando reducciones en el consumo y la inversión". No hay dolor.
Japón intentó salir de la crisis bajando al mínimo los tipos de interíés con dos efectos perversos:
1. Pronto los dejó casi al 0% y se quedó sin margen de maniobra ante la persistencia de la crisis.
2. Cayó en la deflación, es decir, el círculo vicioso en el que los productores dejan de producir porque no obtienen suficiente margen y los consumidores dejan de consumir a la espera de que los precios bajen más.
Conclusión: a) no se entiende la alegría de Pedro Solbes por el hecho de que el IPC se encamine hacia el 1%. b) Sí se entiende la prudencia de Angela Merkel al pedir contención en los planes de liquidez y rebaja de impuestos. c) La crisis en Japón duró diez años ¿por quíé aquí dos?
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/27/nodoycredito/1227805611.html