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Autor Tema: El Zorro y el novio de su hija, MacZorro  (Leído 4241 veces)

Zorro

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El Zorro y el novio de su hija, MacZorro
« en: Diciembre 05, 2007, 10:18:08 am »
El Zorro y el novio de su hija, MacZorro
                                                                                 
- ¿Has acabado ya?. Venga, ¡apura un poco!. ¡Que vamos a llegar tarde!. ¿Pero quíé estas haciendo ahora?. Venga, ¡vámonos!.

Todo esto, y algo más, que no me atrevo a relatar, se lo decí­a aquella tarde de Invierno, el Zorro a su esposa Foxy. ¿Quíé estaba pasando?. Pues, ni más ni menos que llegaba el ojito derecho del Zorro, su hija Foxyta, despuíés de pasar un año en Irlanda aprendiendo el inglíés, y gastando el oro de su padre. ¡Por fin Foxy acabó! y salió toda arreglada de la madriguera. El Zorro la escaneó en unos segundos, y dio su aprobación, aunque algo rosmó:

- Para esto tanto tiempo. Como sois las hembras. Bueno vayamos de una vez.

Los dos emprendieron camino a la estación de tren. Foxyta llegaba a las cinco de la tarde, incluido el retraso. Viajaba en RAILBOSQUE, empresa que aún no pertenecí­a a  Florentino. Pero ya contaban, que le tení­a  bien echado el ojo.

A eso de las cinco y media, el sonido inconfundible del tren anunciaba desde lejos la llegada de Foxyta. La pareja notó ciertas palpitaciones en su interior, se arregló la ropa, y sonriendo miraban en la distancia, aunque nada se divisaba. A los 50 segundos, la máquina, con sus vagones, frenaba en la estación del Bosque. ¡Foxyta habí­a llegado!.

Unos dos minutos de incertidumbre, abrumaron al Zorro y a su pareja. Pero, por fin apareció Foxyta, vestida toda moderna y con un nuevo peinado. El Zorro reparó en que alguien la acompañaba, pero al ver que llevaba los baúles de su hija, decidió que serí­a un mozo del tren.

- ¡Hola!.
- Hola mamá!, ¡hola papá!.
- ¡Hola hija!.
- Hola Foxyta!.

Se saludaban, mientras se abrazaban por orden estricto. El “mozo” posó los baúles en el suelo, y el Zorro buscó una moneda en sus bolsillos para dársela. Pero Foxyta lo frenó:

Os voy a  presentar a mi novio irlandíés, se lama MacZorro, auque podeí­s llamarle Mac, estudia Derecho, y es un cielo. Espero que os guste.

Tanto la madre, como el padre se quedaron tan sorprendidos como petrificados, ya que Foxyta no les habí­a adelantado nada en todo el año que residió en Dublí­n. El cánido reaccionó, un poco tarde:

- Hola Mac.....Zorro, bienvenido a los Bosques de España.
- Mucho gusto, -le dijo muy educadamente la futura suegra-.

í‰l, asintió con la cabeza sonriendo. Cargaron con los dos baúles, y cogieron al camino de la madriguera. A la hora llegaron a su destino, y comenzaron instalarse. El Zorro y Foxy, pronto comprobarí­an  que no se habí­an acabado las sorpresas: al novio se le asignó un rincón de la madriguera, mientras las cosas de Foxyta, se llevaban al sitio de costumbre.

- No papá, no, las cosa de Mac con las mí­as.
- Pero si aún no estáis casados hijita. “
- Como si lo estuviíésemos, llevamos seis meses viviendo juntos.

 La madre se santiguo, y el padre, se contuvo. Hubo un tira y afloja bastante largo. Y finalmente los padres claudicaron. Mac dormirí­a con su novia.
Al otro dí­a el Zorro se levantó temprano, tenia un invitado con el que no contaba, y habí­a que alimentarlo. Llevarí­a una hora siguiendo el rastro de una apetitosa liebre, cuando se encontró con su primo, el Lobo:

- Hola primo, ¿como van tus Inbesós?.
- No me hables, Lobo, no me hables. No estoy para la Bolsa.
- ¿Y luego que te pasa Zorro?. ¿Tienes algún problema en casa?.
- ¡Ay primo!,  si yo te contara. -Decí­a el astuto animal, buscando un hombro amigo donde descargar-.
- ¡Quíé Foxyta me ha venido con un novio irlandíés!.
- Vaya!, así­ que irlandíés.
- Si, y ya son como casados.
- Cielos primo, ¡quíé me cuentas!.
- Ya ves, Lobo, ya ves.
- Bueno, podrí­a ser peor, Foxyta es una crí­a inteligente y seguro que es un buen  partido.
- ¿Tú crees?.
- Claro que si primo, piensa en positivo. ¿A quíé se dedica tu futuro yerno?.
- Estudia para picapleitos.
- Ya ves, eso siempre tiene futuro y tal como va el mundo más todaví­a.

El Zorro comenzó a aceptar la nueva realidad familiar.

- Quiíén sabe, -para si decí­a-, puede ser el hijo de un importante Zorro irlandíés.

¡Y lo vio todo de otro color!.
Los primos se unieron para cazar a la liebre. Lograron su objetivo, y repartieron el botí­n. Se despidieron, y el Zorro, ya más alegre, cargó con su parte rumbo a su madriguera. Durante el buen trecho que separaba los dos puntos, el cánido pensaba, y pensaba:

- A veces la Bolsa, el trabajo, y la sociedad, nos hacen olvidar cuales son nuestros deberes con el Universo: vivir es lo importante, y disfrutar nuestra obligación. Tratamos de huir de nuestros deberes celestiales, y nos escondemos detrás de un ordenador, para demostrar lo que sabemos, cuando lo que necesitamos es un poco de cariño, un poco de reconocimiento de los demás. Y todos sabemos que a cambio de esto, darí­amos un trocito de nuestro corazón. Pero existe tanta ignorancia, que nos volvemos huraños y pesimistas, alejándonos del Latido Universal. Y esto, lo solemos pagar con la infelicidad.  Tengo que abrirme más, el Universo está deseando darme todo lo que deseo, ¡y yo!, ¡lamentándome por tonterí­as!.                                                                             

Las lluvias habí­an llegado al Bosque, y las aguas del arroyo corrí­an, y corrí­an, llevándose todo a su paso: ramas, hojas, alguna piedra... El Zorro bebió un poco, y notó el liquido muy frí­o, pero aún así­ le gustó. Contempló el juego de luces que hací­a el Sol de media tarde entre las ramas de los árboles, y sintió que una energí­a especial le recorrí­a el cuerpo. Aquello era lo que necesitaba, la aprobación de su amado Bosque!. Estaba llegando a su casa, cuando se dio cuenta de que ese dí­a no habí­a mirado la Bolsa.. ¡Y quíé!,  total, ya me dijeron, Pat la adivina de Madison Avenue y el Oso de Wall Street, todo lo que necesito saber hasta final de año. En la puerta le estaban esperando sus dos seres más amados, y  MacZorro, ¡su nuevo hijo! .

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