Ahora que estamos viviendo una situación en la que parece que la mayoría de estados, por no decir todos, van a tener que entrar en el capital de algunos bancos, no les gustaría a ustedes, que alguien no informara a los pequeños inversores de las condiciones de esa entrada y saber de antemano los plazos previstos para su salida. Y por supuesto, a poder ser, convendría que ese alguien nos garantizara que esa intervención no supondría perdida para nosotros, los contribuyentes. Esas creo que son las premisas de cumplimiento obligatorio para evitar que los gobernantes irrumpan en el sector como un elefante en una cacharrería.
Verán ustedes, la situación actual es tan excepcional que por no cumplir no se cumplen ni las limitaciones legales existentes en muchos países (salvaguarda de la competencia) en el sentido de que una persona física o jurídica no puede sentarse en más de un número concreto de consejos de administración bancarios. Hoy en día hay Estados que están ya en varios de estos consejos. Situación esta que sólo se justifica por la situación de emergencia que estamos viviendo.
Es legítimo y es su obligación, que los estados participen y entren en el capital de los bancos cuando existe una crisis, pero debería de suceder tambiíén del mismo modo, que los estados salieran de ese capital en cuanto no fuera precisa su presencia, teniendo como objetivo último que la operación rescate no tuviera coste para las arcas públicas o con el menor posible. Si esto no fuera así, los directivos asumirían riesgos mayores de los razonables.
Otra de las razones para poner fecha de caducidad a esta entrada radica en el echo de que cuanto más presente estíé el Estado en el sistema, más daño se hace a la libre competencia.
De todas maneras siendo evidente que “nuestro†dinero, el de todos, va a salvar a algunas entidades, sería aconsejable que se aplicaran criterios de total transparencia ya que el dinero que va a llegar ahí, procede de nuestros bolsillos, de los bolsillos de los contribuyentes.
Creo que se debería de ser intransigente tambiíén en el sentido de que, las actuaciones incorrectas de algunos ejecutivos fuesen depuradas con el máximo rigor.
Una vez adoptadas las medidas oportunas y superada la crisis, la banca no debería de necesitar al Estado, esta necesidad nos haría retroceder medio siglo y nunca se avanza hacia atrás.
No convirtamos en farsa lo que en un principio fue una tragedia.
Salud y suerte en las inversiones, la vamos a necesitar.