Por... Franz Wild, Thomas Biesheuvel y Stephen Morris
El banco británico Standard Chartered creyó buena idea expandir sus préstamos a la industria de los diamantes… ahora busca la forma de salirse de ese negocio.
La incursión de banco británico Standard Chartered en el arriesgado negocio de los préstamos a la industria de los diamantes comenzó hace ocho años, con un coctel en su oficina central de Londres.
Maurice Tempelsman, al mando de una de las mayores compañías de diamantes de Estados Unidos, estaba allí. Así como el diamantista Dilip Mehta, a quien el rey de Bélgica dio el título de barón, y otras luminarias del sector de intermediarios que compran piedras en bruto de compañías mineras como De Beers, las pulen y las venden a joyeros y minoristas. Entre los invitados se encontraba además el hombre que orquestaría la incursión, Kishore Lall, recientemente contratado para dirigir el negocio del banco dedicado a dar préstamos a los comerciantes de diamantes.
El costo de esa malograda aventura todavía está por definirse. Desde 2013, Standard Chartered ha acumulado cerca de 400 millones de dólares en pérdidas efectivas y anticipadas en una cartera de préstamos a estos diamantistas, de acuerdo con un funcionario del banco familiarizado con el tema. De incluir los préstamos a los mineros y minoristas, la exposición total del banco a los diamantes era de cuatro mil 500 millones de dólares. El CEO Bill Winters, quien tomó las riendas de la firma hace dos años, todavía trata de limpiar el asunto.
Los préstamos al sector de diamantes nunca representaron más de 2 por ciento de los activos de Standard Chartered. Pero el negocio era emblemático de un patrón más amplio de “laxitud”, como lo ha calificado Winters, bajo la gerencia anterior. Esas prácticas hicieron que el banco tuviera que pagar casi mil millones de dólares para zanjar investigaciones en Estados Unidos por lavado de dinero y el exdirector general Peter Sands tuvo que prometer más rigor.
“La industria del diamante se ha envuelto deliberadamente en un manto de oscurantismo y debe ser tratada con extrema precaución por cualquier tercero”, dijo Charles Wyndham, exdirector de ventas de De Beers y fundador de WWW International Diamond Consultants Ltd. “El paralelismo entre lo que está sucediendo ahora en la industria del diamante y lo que sucedió en la crisis de las hipotecas subprime es dolorosamente obvio”.
El coctel celebrado en febrero de 2009, donde el banco anunció que tenía dinero para prestar, llegó en un momento inusual. La crisis financiera mundial había iniciado cinco meses atrás y otros bancos, incluyendo JPMorgan, Bank of America y HSBC, se estaban saliendo del negocio del financiamiento de diamantes. Los precios de las piedras en bruto habían caído, sacudiendo a una industria que abarcaba minas en Botswana, comerciantes en Bélgica, talladores en India y joyerías en Estados Unidos.
Unos meses antes, Standard Chartered había contratado a Lall, exdirector financiero de la cadena de supermercados Gristedes. Hijo de un diplomático indio y egresado de la Sloan School of Management del MIT, Lall se había forjado como financiero de diamantes en el banco holandés ABN Amro NV.
Pero ese banco, entonces el principal prestamista del sector de diamantes en el mundo, quedó aplastado por la crisis financiera. Ahí fue cuando Mike Rees, jefe de la banca mayorista de Standard Chartered, hizo su jugada. El banco londinense, que había resistido la crisis relativamente bien, buscaba nuevas oportunidades. Quería que Lall reprodujera el negocio crediticio de ABN Amro, según personas con conocimiento del plan. Y quería hacerlo rápido.
Compañías como Eurostar Diamond Traders y Arjav Diamonds pronto pidieron prestados cientos de millones de dólares de Standard Chartered.
Había una pega. Los responsables de vigilar el cumplimiento normativo, el crédito y el riesgo, así como miembros del propio equipo de Lall, habían activado las señales de alarma, según algunas fuentes. El equipo de crédito tenía reglas estrictas. Debido a que los comerciantes pedían prestado contra el valor de sus ventas, les interesaba inflar esas cifras, de acuerdo con personas familiarizadas con esa práctica en el sector. Y a diferencia del oro o la plata, los diamantes son difíciles de valorar. También vienen con una advertencia, pues los lineamientos del gobierno de Estados Unidos describen a los diamantes como “muy atractivos para los lavadores de dinero y otros delincuentes, incluidos los involucrados en el financiamiento del terrorismo”.
Había otras señales de peligro. Las cuentas por cobrar se deben pagar dentro de un cierto periodo, generalmente 90 días, y se supone que el banco no debe extender ese plazo permitiendo que los comerciantes las sustituyan con nuevas. Pero según personas familiarizadas con esa práctica, eso a veces ocurría, lo que significaba que a Standard Chartered no le reembolsaban los préstamos.
Lall y miembros de su equipo argumentaron que el banco necesitaba respaldar a los mayores comerciantes, que él los conocía bien y que eran buenos pagadores. Cuando era cuestionado acerca de posibles fraudes, pedía pruebas irrebatibles. Sus superiores solían respaldarlo, dicen las fuentes, enviando un claro mensaje a los agentes de riesgo y crédito: no interfieran.
Lall refirió en un correo electrónico que su equipo trabajó con los agentes de riesgo del banco y auditores externos para asegurarse de que toda la cadena de valor de una empresa fuera auténtica. Afirmó que su equipo solo podía proponer préstamos, la aprobación dependía de los agentes de riesgo.
La determinación de Standard Chartered fue puesta a prueba a principios de 2013, después de que ABN Amro exigiera el pago de 100 millones de dólares adeudados por Arjav Diamonds. Fue entonces cuando Lall aprovechó la ocasión para tomar el relevo y extendió más crédito para mantener a flote a esa comercializadora de diamantes, de acuerdo con personas familiarizadas con el asunto. Lall dijo que el banco enfrentaba “circunstancias difíciles” debido a los potenciales “efectos negativos” en otros clientes, y que el acuerdo otorgado a Arjav estaba completamente garantizado.
Los comerciantes de diamantes como Arjav estaban luchando para obtener ganancias, toda vez que la demanda de los consumidores se había estancado. Durante años, De Beers había vendido diamantes en bruto con un precio rebajado a un selecto grupo de clientes, asegurándoles un margen. Pero a medida que su monopolio se esfumaba, la empresa dejó su papel de custodio de la industria y se volvió más agresivo con los precios, reduciendo los márgenes de los comerciantes.
Los diamantistas agradecieron a Lall por salvar la industria en la gala 24 Karat Club en el Waldorf Astoria de Nueva York en enero de 2013. Pero el alivio duró poco.
En mayo de ese mismo año, el jefe de Lall, Sanjeev Paul, acudió al Trident Hotel de Bombay, donde la división de préstamos a los comerciantes de diamantes sostenía su reunión anual. Paul proyectó 20 gráficos en una pantalla, cada diapositiva representaba la deuda de un cliente importante. Y cada gráfico mostraba que el banco tenía más de la mitad de la deuda de la compañía. En dos casos, superaba el 70 por ciento.
Paul, quien declinó comentar para este artículo, ordenó al equipo reducir esa exposición. De haber un problema, debían acudir a él.
Ese verano, el negocio de préstamos diamantistas de Standard Chartered tuvo su primer incumplimiento importante. Winsome Diamonds and Jewellery Limited, un fabricante de joyas con sede en Surat, India, que había estado pidiendo préstamos al banco mucho antes de que Lall se uniera, no pudo efectuar pagos sobre una deuda de mil millones de dólares. Alrededor de 15 por ciento de esos préstamos eran de Standard Chartered, según las fuentes. Cuando las autoridades indias investigaron, encontraron que 700 millones de dólares habían sido desviados a 13 compañías registradas en Emiratos Árabes Unidos. El director de Winsome, Harshad Udani, dijo que la compañía está tratando de recuperar lo que se debe y liquidar sus deudas con Standard Chartered y otros.
Las pérdidas siguieron aumentando. Lall volvió a Nueva York y dejó el banco en septiembre de 2015, cuando el equipo fue disuelto. Según dos personas que conocen del asunto, la industria del diamante todavía le debe a Standard Chartered cerca de mil 700 millones de dólares, que son parte de 100 mil millones en activos de riesgo en todo el banco que Winters, el nuevo CEO, quiere reestructurar.
El año pasado introdujo un nuevo código de conducta, afirmando que algunos altos ejecutivos desacataron las reglas de ética y se creyeron “por encima de la ley”.
El banco ha intentado vender sus préstamos en diamantes restantes, pero no ha encontrado un comprador que le dé la tasa de recuperación que pide. Y puede tener problemas para recuperar la deuda, pues los precios de los diamantes brutos han caído más de 20 por ciento en los últimos tres años.
Bancos en Dubai e India han comenzado a financiar a cortadores, pulidores y comerciantes de diamantes. Pero muchas empresas del sector atraviesan una crisis crediticia. Una de ellas, Exelco NV, con sede en Amberes, debe unos 40 millones de dólares a Standard Chartered.
A principios de este año, Exelco, que cortó el diamante Golden Jubilee de 546 quilates, perdió su estatus de cliente selecto de De Beers. En junio, agentes judiciales allanaron su oficina en Schupstraat, la estrecha calle donde se llevan a cabo gran parte de las operaciones con diamantes en Bélgica, para incautar piedras y efectivo a petición de un acreedor, el prestamista belga KBC Group NV. Un tribunal ordenó que se devolvieran los bienes arguyendo que la incautación había sido prematura. Exelco declinó comentar.
Arjav Diamonds, la otra empresa de diamantes que debe dinero a Standard Chartered, también está sufriendo. “Fueron muy agresivos, realmente querían prestar dinero”, dijo el presidente de Arjav, Ashit Mehta, sobre el banco. “Los términos y condiciones eran laxos en todos los sentidos”.