Por... Guillermo Oglietti, Federico Kucher
Criptomonedas, criptomoda...
Repensando la restricción externa
Una de las principales dificultades macroeconómicas que enfrentan los países emergentes, entre ellas las naciones latinoamericanas, es la dificultad para conseguir divisas (restricción externa) y acceder a los mercados internacionales de deuda a precios razonables.
El mercado de criptomonedas, que ganó profundidad moviendo diariamente el equivalente a unos 4 mil millones de dólares, ofrece una alternativa a disposición de los países en desarrollo.
Existen distintas posibilidades para que un país pueda hacerse con financiamiento en monedas digitales que luego podrá cambiar a divisas tradicionales como el yuan o el dólar.
Una posibilidad es avanzar en la emisión de bonos digitales. Esto permite a un país, municipio o empresa estatal conseguir fondos en criptomoneda a cambio de devolver un determinado capital e interés en la moneda pactada en el contrato. La emisión de bonos y su intercambio se realizan en plataformas informáticas sencillas (idénticas a las que se manejan en las finanzas tradicionales) y que garantizan transparencia y seguridad de las operaciones. Las monedas digitales recaudadas por la emisión del bono pueden transformarse en yuanes en mercados de mucha liquidez como el de Hong Kong.
Una segunda posibilidad, la más interesante para los países ricos en recursos naturales, es emitir un “derivado digital” respaldado en un activo físico como barriles de petróleo, oro y diamantes, entre otros. Existen diferentes antecedentes (Onegram, HelloGold, Aureumgold) entre los que se destaca el de una empresa española con sede en Londres que lanzó recientemente una criptomoneda llamada Bilur. Esta moneda está respaldada en oro y su cotización es exactamente igual a la del oro. La firma afirma que compró un stock de oro que respalda el 100 por ciento de sus emisiones de Bilures y los vende en forma fraccionada a los tenedores cobrando una comisión por el servicio de teneduría del 3,7% anual. Este modelo o similares de emisiones de criptomonedas respaldadas en activos, poseen un potencial importante para que países ricos en recursos naturales puedan realizar emisiones respaldadas en los ingresos futuros derivados de los ingresos que generarán las concesiones o retenciones a la extracción minera o directamente por los minerales que tenga en su poder.
Las criptomonedas podrían ser la alternativa para embolsar financiamiento fresco en el mercado internacional a bajo costo y, a la vez, podría servir como un instrumento financiero en poder de los ciudadanos que sirva como moneda de reserva, algo especialmente importante para brindar un activo que sirva de reserva de valor para combatir la fuga de divisas hacia el dólar que experimentan los países con alta inflación.
Advertencias sobre la moneda digital
Las criptomonedas son una nueva e importante innovación informática que está desencadenando una ola de desregulación en el mercado financiero.
En el pasado estos procesos, tarde o temprano, fueron reconducidos por el Estado para evitar los problemas sistémicos que inevitablemente genera la desregulación financiera. Como toda innovación, la cadena de bloque y las criptomonedas entraña riesgos y oportunidades. Riesgos vinculados al fraude, la evasión fiscal, el ocultamiento de dineros mal habidos y a pérdida de ingresos por señoreaje para el Estado. Oportunidades vinculadas a la enorme disminución de costos en las transacciones domésticas e internacionales, la posibilidad de recurrir al criptodinero para superar barreras al financiamiento de los países en desarrollo y a la posibilidad de que a través de este mecanismo los estados puedan utilizarlo para generar alternativas al actual modelo monetario internacional.
En el pasado estos procesos, tarde o temprano, fueron reconducidos por el Estado para evitar los problemas sistémicos que inevitablemente genera la desregulación financiera. Como toda innovación, la cadena de bloque y las criptomonedas entraña riesgos y oportunidades. Riesgos vinculados al fraude, la evasión fiscal, el ocultamiento de dineros mal habidos y a pérdida de ingresos por señoreaje para el Estado. Oportunidades vinculadas a la enorme disminución de costos en las transacciones domésticas e internacionales, la posibilidad de recurrir al criptodinero para superar barreras al financiamiento de los países en desarrollo y a la posibilidad de que a través de este mecanismo los estados puedan utilizarlo para generar alternativas al actual modelo monetario internacional.
Criptofiebre, valor incierto y perfil de burbuja
Al igual que en los orígenes del dinero fiduciario el ingreso generado por la emisión (señoreaje) fue apropiado por la banca privada, en la actualidad resulta apropiada por los privados, ya sean mineros, tenedores de criptomonedas o las empresas que los emiten. Con la aparición de los bancos centrales, el señoreaje comenzó a ser apropiado por el Banco Central aunque el conjunto del sector financiero siguió apropiándose de buena parte de los beneficios derivados de la creación de dinero a través del proceso conocido como emisión secundaria de dinero. En otras palabras, existe un sistema de beneficios compartidos entre el banco central y el sistema financiero.
Es conveniente apoyarse en la historia del dinero para comprender la situación actual de las criptomonedas. El criptodinero es un nuevo dinero fiduciario emitido por empresas privadas, de la misma forma que en el pasado los primeros dineros fiduciarios fueron emitidos por la banca privada. Al igual que el Criptodinero, el dinero fiduciario nació descentralizado, es decir, emitido por un sinnúmero de instituciones financieras que emitían billetes, lo que dio lugar a un descontrol de la emisión monetaria privada que rápidamente condujo a grandes desfalcos, sobreemisión, corridas bancarias y quiebras, generando la necesidad de que el Estado centralizara y regulara la emisión del dinero a través de un banco central (el primero en occidente fue el Banco de Inglaterra) que comenzó a regular la emisión de dinero.
La historia de una tecnología tan disruptiva como el dinero fiduciario muestra que tarde o temprano fue necesaria más regulación estatal, que no hizo desaparecer la tecnología sino que más bien permitió aflorar sus mejores atributos y masificarla
Este es un aspecto relevante. En un sistema monetario tradicional, el Banco Central tiene grandes ganancias derivadas de la emisión de dinero. En el caso de EEUU, de acuerdo a Rogoff,[4] representa anualmente la impresionante suma de 0.4% del PIB de ese país. Este ingreso se denomina señoreaje, es apropiado por el Estado y contribuye a engrosar los ingresos del Estado. En el caso de las criptomonedas, la emisión genera ingresos privados por señoreaje.[5]
En este sentido, existe una competencia para apropiarse los ingresos derivados del señoreaje entre los bancos centrales y los emisores de criptodinero y no es difícil arriesgar que si bien por ahora el papel del criptodinero es marginal respecto al total de dinero circulante, a medida que gane participación, constituirá un desafío creciente para las autoridades y los bancos centrales del planeta.
Además de las pérdidas por señoreaje, los estados tienen otros motivos para regular las criptomonedas. Como hemos señalado, los riesgos de fraude podrían afectar a tenedores desprevenidos. No son pocos los que hoy sospechan que detrás de la criptomoda puede haber un esquema fraudulento o difícil de sostener.[6] Asimismo, el anonimato y la opacidad pueden apoyar la evasión fiscal, y lavar dinero proveniente de la corrupción y las actividades sumergidas.
La mayor participación del Estado no es algo que el sector deba temer. La historia del dinero como tecnología social nos muestra que la descentralización y ausencia de regulación inicial, condujo a problemas recurrentes y a una centralización y regulación posterior de todos los actores intervinientes que redundó en beneficios para todos. Es muy probable que los bancos centrales comiencen a regular el sector a medida que vayan aprendiendo a hacerlo.[7] La enseñanza histórica nos permite especular que de la misma forma que el dinero primigenio no solo no desapareció con el auxilio de la regulación del Estado,[8] lo mismo podrá suceder con las criptomonedas. Una participación estatal bien dirigida podrá aportarle impulso a la masificación de esta tecnología.
BRICS y China llevan la delantera
Los BRICs están estudiando la iniciativa para crear una criptodivisa “centralizada”, para que sea utilizada como divisa en los pagos internacionales entre las partes involucradas, aspirando a convertirla en una nueva divisa internacional, y es de esperar que otros países o asociaciones de países exploren estas posibilidades para superar las actuales limitaciones que genera la ausencia de coordinación monetaria global.
Es necesario esperar para ver como evoluciona este mercado y su regulación, en especial, será interesante ver cómo convivirá el criptodinero con la mayor regulación que es sensato prever y la participación activa de la banca central y las grandes corporaciones financieras.
Cualquier ventaja tan competitiva como la disminución de costos que generan las criptomonedas son un atractivo enorme para que la tecnología no desaparezca, de todos modos, la principal certidumbre que podemos sostener es que evolucionará.
Reflexiones finales
Las criptomoendas constituyen una nueva e importante innovación financiera que está desencadenando una nueva ola de desregulación en el mercado financiero. En el pasado estos procesos de desregulación, tarde o temprano han sido reconducidos por el Estado para evitar los problemas financieros a los que inevitablemente conducen. Como toda innovación, entraña riesgos y oportunidades. Riesgos vinculados al fraude, la evasión fiscal, el ocultamiento de dineros mal habidos y a la pérdida de ingresos por señoreaje para el estado. Oportunidades vinculadas a la enorme disminución de costos en las transacciones domésticas e internacionales, a la posibilidad de recurrir al criptodinero para superar barreras al financiamiento de los países en desarrollo y al potencial que brinda esta tecnología para ser utilizada como instrumento de pago multilateral. La iniciativa de los BRICs apunta en este sentido, el de crear una criptodivisa “centralizada” para pagos entre las partes involucradas aspirando a convertirla en una nueva divisa internacional, y es de esperar que otros países o asociaciones de países exploren estas posibilidades para superar las actuales limitaciones que genera la ausencia de coordinación monetaria global.
Como toda innovación, entraña riesgos y oportunidades. La oportunidad más destacada para nuestros países es la posibilidad para los países en desarrollo de recurrir a sistemas de financiamiento alternativos y de construir alternativas a la dolarización de los intercambios internacionales
Es necesario esperar para ver como evoluciona este mercado y su regulación, en especial, será interesante ver cómo convivirá el criptodinero con la mayor regulación que es sensato prever y la participación activa de la banca central y las grandes corporaciones financieras. Cualquier ventaja tan competitiva como la disminución de costos que generan las criptomonedas constituyen un gran salvavidas que mantendrá a flote y en crecimiento esta tecnología, de todos modos, la única certidumbre que podemos sostener, es que el criptodinero evolucionará.