Bernanke y la varita mágica del dinero
Por Nuño Rodrigo para Cinco Días
En estos días confusos en los que un mismo experto alerta por la mañana de la hiperinflación y por la tarde de la deflación -obligado u ofuscado quizá por la rapidez con la que se desarrollan los acontecimientos- los escenarios estándar no están nada a la moda. Ser un contrario siempre ha sido lo más chic en el mercado: Cuando sube, decir que bajará a plomo, y viceversa. Y, ahora, además, tiene la ventaja de que los más radicales contrarios han acertado. Ora se aboga por el crac definitivo del capitalismo ora por el pronto regreso del lingote de oro como moneda de cambio.
Este ruido, más la confusión que emana de unos mercados financieros prácticamente rotos, complica en gran medida la lectura de una situación que, por otra parte, no tiene precedentes en la historia. Así, se da casi por amortizado el efecto que tendrán las bajadas de tipos y los planes de estímulo fiscal. Las primeras, porque mientras no cambien las expectativas el dinero seguirá siendo reacio a asumir riesgos y las empresas a iniciar inversiones. Y los segundos, porque probablemente lleguen tarde al rescate de la situación económica.
Son argumentos plausibles. Pero la alternativa no es mejor. Bajar tipos y gastar dinero puede que no arregle la situación, pero restringir la oferta monetaria del Banco Central -como si no estuviese suficientemente restringida en la calle- y la política fiscal es lo que se hizo en Estados Unidos en 1931, con las consecuencias conocidas.
A ello se une la expansión monetaria cuantitativa de la Reserva Federal, la política de compra de activos con cargo al balance de la Fed. Imprimir dinero. Como señala Credit Suisse, en dos meses Bernanke ha expandido la oferta monetaria más que Japón en los primeros 11 años de crisis. Y, como experto en deflación, cuando era acadíémico abogaba por medidas aún más drásticas.
Quedan infinidad de asuntos por resolver, y los desequilibrios acumulados en los últimos años no se resolverán de un día para otro, sobre todo en sitios como Estados Unidos, España o el Reino Unido. Pero con Bernanke a los medios, quizá la deflación no sea el escenario más verosímil.