Portillo dejó sin cumplir su compromiso de recomprar las ‘coloniales’ de Reyal.En los albores de la primavera de 2007, los miembros del consejo de administración de Inmobiliaria Colonial se vieron sorprendidos por la anunciada intención de uno de ellos, concretamente Josíé Ramón Carabante. El empresario murciano, consciente de que la fiesta había llegado a su fin con la acción de la compañía frisando los cinco euros, anunció su intención de iniciar la retirada, a travíés de una serie de derivados que le asegurasen una salida ordenada y sin sobresaltos. En aquel consejo, Carabante tuvo que escuchar palabras gruesas de algunos de sus compañeros de mesa, sobre todo loco!, la acción se va disparada hacia los siete eurosâ€. El dueño de Corporación Issos siguió adelante con sus planes, consciente de que, en breve, el consejo tendría que lidiar con otro problema. El presidente de Reyal Urbis, Rafael Santamaría, acababa de recibir el"no" de Luis Portillo a la oferta de compra de las acciones de Colonial que aún estaban en sus manos (había entrado en el proyecto cuando aún era sólo Reyal y ahora tenía que renunciar) y estaba sondeando al resto de consejeros.
Una amenaza ejecutadaEl empresario de Dos Hermanas ya estaba demasiado entrampado con bancos y cajas, de acá y de allá, con condiciones ventajosas y menos ventajosas. Pero el caso es que ninguno de aquellos consejeros que tanto pronosticaban una Colonial a siete euros se atrevía a dar el paso definitivo. Y ahí llegó la amenaza directa de Santamaría: o alguno le compraba el paquete de Colonial o lo soltaría en el mercado con el consiguiente daño para el precio de los títulos en bolsa. El mensaje se interpretó como un brindis al sol… hasta que, a finales de abril, los títulos de Colonial sufrieron un descenso inesperado del 15% en dos sesiones (de 4,96 a 4,18 euros). Inmediatamente, al consejo llegó un mensaje de Santamaría: si os ha gustado la maniobra, la semana que viene podíéis asistir a otra… o bien, me podíéis comprar las acciones. Los consejeros se miraron unos a otros con cara de “ahora-mismo-no-puedoâ€. Pero Portillo tomó el mando. Los críéditos que había firmado para financiar su inversión en la compañía tenían como garantía las acciones de Colonial y el compromiso (el famoso covenant) de que los títulos no bajaran de una determinada cota (que se situaba en la mayoría de los casos en el entorno de 3,5 euros) y no era momento de jugar.
Tan sólo una opciónParadójicamente, Carabante volvió a alzar la mano. Su maniobra de salida ya estaba diseñada. Comprar las coloniales de Reyal a cuatro euros, como acordó a finales de ese año, no era una mala operación despuíés de todo. Para Santamaría, tampoco, aunque se desvanecía el sueño de obtener una rentabilidad del 100% (había entrado a 2,20 euros) que poco tiempo atrás había estado al alcance de su mano. Probablemente, nadie contaba con el estallido de las subprime aquel verano. Pero a la vuelta de las vacaciones, con las acciones de Colonial perdiendo terreno sin que las pequeñas compras a la desesperada de Portillo pudieran evitarlo, el clima en el consejo se terminó de complicar. Por supuesto, Colonial no aguantó en los cuatro euros cuando tocó ejecutar la opción de venta de Santamaría a Carabante y el empresario murciano no sólo prefirió pagar la indemnización de 14 millones de euros que suponía resolver el contrato, sino que puso un punto de no retorno a su marcha de la sociedad.
Presas fácilesCompuesto y sin novia, Santamaría no tuvo que volver a amenazar. Rebajó la oferta a 3,41 euros y encontró fáciles presas: la familia Nozaleda y Domingo Díaz de Mera, cabeza visible de Global Cartera de Valores. Despuíés de todo, se dieron todo un año para pagar… 12 meses y una enorme crisis financiera despuíés, Global Cartera acaba de presentar solicitud de concurso de acreedores y Nozar negocia a toda carrera para ver cómo paga lo suyo a Santamaría (puede que lo haga en especie, es decir, en activos). Y como el lector puede bien suponer, Nozaleda y Díaz de Mera fueron de aquellos que apostaban por una Colonial a siete euros. Definitivamente, no fue buena idea dejar pendiente la operación de Reyal en manos de un inversor que había manifestado su intención de salir. Y como locomotora del desastre, Portillo, por no aceptar recomprar el paquete de acciones a Santamaría como había prometido. Los efectos de la caída del empresario de Dos Hermanas aún siguen siendo evidentes. Y todavía queda.
De aquellos barros vinieron estos lodos. Así se explica cómo el concurso de Global Cartera nació precisamente antes de que se creara la propia instrumental, cuando los miembros de un consejo dejaron de creer en las proclamas que estaban lanzando a los cuatro vientos.
http://www.neg-ocio.com/sitefiles/pdf/101208.pdf