[bNuria Salobral - 13/12/2008
El mercado ha pasado en poco más de un año de un mundo feliz en el que todo se podía comprar, gracias a una financiación bancaria que parecía inagotable, a un entorno en el que, por más carteles de venta que cuelgan de las empresas, muy pocos se atreven con las compras corporativas. ¿Pero no existen realmente inversores con capacidad de comprar o es que no hay intención de hacerlo? Los expertos señalan que la liquidez está agazapada pero viva y que sí hay reductos, como los fondos soberanos de países emergentes, desde los que podría fluir la inversión hacia las maltrechas empresas europeas y estadounidenses, amenazadas muchas por una pesada deuda y al filo de la quiebra.
'No es que no haya dinero disponible para invertir. El problema es que la expectativa de beneficios es muy baja. Es algo que refleja continuamente la Bolsa. Los fondos soberanos tienen recursos para comprar pero no la intención de hacerlo y los bancos se han hecho con bastante liquidez, pero no la quieren soltar. No es tanto una cuestión de quiíén puede comprar sino de quiíén quiere', resume Federico Steinberg, investigador de economía internacional del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma.
A escala más domíéstica, fuentes de la banca corporativa reconocen que, tras el parón en seco de los meses de septiembre y octubre, se ha reactivado ligeramente la actividad de fusiones y adquisiciones. 'Hay compañías con verdadero interíés en realizar inversiones industriales. Crecer a fuerza de ventas es muy difícil y hay que ser más eficiente, mejorar los costes. Una opción es adquirir otra compañía del propio sector para obtener sinergias. Proyectos así tienen más posibilidades de financiación, y la banca tiene ahora más presente lo de zapatero a tus zapateros'.
A las empresas con verdadera urgencia por vender les queda por tanto el recurso de los competidores del mismo sector que puedan estar en una situación más holgada que la de su maltrecho rival. El grupo Marsans ha puesto a la venta la empresa de autobuses Trapsa, que ha despertado el interíés de National Express, dueña de Alsa y Continental Auto. ACS ha comenzado a recibir ofertas por su filial aeroportuaria Dragados SPL, a la que habrían tanteado gigantes del sector como Hutchinson y Dubai Port World.
Lukoil y la deuda de Sacyr
Pero el ejemplo más paradigmático es el políémico proceso de venta del capital de Sacyr Vallehermoso en Repsol a la rusa Lukoil, una operación marcada por la necesidad de la inmobiliaria español de recortar su pesada deuda y por la dimensión política de dar acceso a un accionista extranjero en un sector estratíégico como la energía.
La petrolera rusa propone subrogarse al críédito de 5.200 millones de euros que contrajo Sacyr Vallehermoso en su día para adquirir el 20% del capital de Repsol y sortear así el difícil escollo de la financiación. 'Es una operación con una lógica a muy corto plazo. Es como decirle a alguien 'yo te compro el piso y tú además me das el críédito. La misma historia de Sacyr, pero con un accionista extranjero', opina Jesús Palau, profesor de finanzas de Esade. 'Depende de cómo se compare el riesgo de un prestatario con otro. La subrogación no es una fórmula descabellada para lograr financiación', añaden fuentes bancarias.
Desde la banca se apunta la radical diferencia entre vender negocios vinculados a la vivienda o el consumo, como los electrodomíésticos, donde la rebaja en las ventas podría llegar al 50% y los negocios relacionados con las infraestructuras y la salud. 'Estos son los que mejor se pueden vender ahora, ahí no se va a recortar el gasto', apuntan desde el área de banca de negocios de una entidad extranjera.
Pero las empresas más necesitadas hoy por hoy de vender activos para asegurar su supervivencia no son precisamente las más atractivas para un hipotíético comprador. Más aún teniendo en cuenta que le será muy difícil obtener críédito con el que financiar la adquisición y que, si es tan afortunado de disponer de recursos propios con los que pagar la compra, querrá asegurarse al máximo la rentabilidad de la inversión. Este es el caso de los fondos soberanos de países asiáticos, que se han convertido en multimillonarios gestores de un patrimonio que supera con creces el importe de los planes de rescate que EE UU y Europa han puesto en marcha para el salvamento de su sistema bancario y sus economías.
El fondo soberano de Emiratos írabes Unidos contaba a finales de septiembre con un volumen de activos de 675.000 millones de dólares, muy cerca de lo presupuestado en el plan Paulson para el rescate de la banca estadounidense. El segundo mayor fondo soberano del mundo, de Arabia Saudí, contaba a esa fecha con un patrimonio de 375.000 millones de dólares. Según datos recopilados por Merrill Lynch, los once mayores fondos soberanos del mundo acumulan un patrimonio de 2,5 billones de dólares, casi lo presupuestado por los gobiernos europeos para salvar a sus bancos.
Crisis tambiíén en los fondos soberanos
Tal disponibilidad inversora es fruto de las ganancias acumuladas por estos Estados principalmente en el sector petrolero, una vez colmadas las reservas en divisas de los bancos centrales. Pero este tipo de fondos tampoco quedan al margen de la crisis y, aunque los expertos les señalan como una de las principales palancas con las que impulsar la recuperación de la economía mundial, tambiíén se enfrentan a sus propios problemas.
Morgan Stanley calcula que la crisis de los mercados ha dejado píérdidas en este año para las inversiones de los fondos soberanos de entre el 18% y el 25%, lo que supone que el total de activos que gestionan habría descendido desde los tres billones de dólares hasta los 2,3 billones. A la vista de este pinchazo, la firma estadounidense ha recortado recientemente su estimación del patrimonio que podrían alcanzar estos fondos en los próximos años, desde los 12 billones de dólares en 2015 que preveía en mayo de 2007 a los 10 billones a esa fecha de su previsión actual. Y, junto con el derrumbe bursátil, Morgan Stanley apunta a otros factores para ese menor, aunque exponencial, crecimiento. En especial, la caída del petróleo, que cotizaba a 140 dólares en verano y a 40 ahora, y la necesidad de reforzar las reservas de divisas y de financiar la política fiscal de sus países de origen.
'Los fondos soberanos no están por la labor de comprar pequeñas y medianas empresas con problemas. Y en las grandes, se han pillado los dedos con el capital que inyectaron hace meses en los grandes bancos de EE UU, como Citigroup o Morgan Stanley', apunta Jesús Palau, profesor de finanzas de Esade.
Los expertos coinciden en que estos inversores, con ser los grandes custodios de la liquidez mundial, no son la panacea para rescatar a las empresas en crisis. 'Los fondos soberanos no desean entrar porque no sería la mejor inversión. Adquirir una participación en General Motors no sería ahora una buena idea', añade Federico Steinberg. No en vano, despuíés de acudir a finales de 2007 y principios de 2008 a las ampliaciones de capital de la gran banca estadounidense, la realidad de la crisis ha resultado ser mucho más cruda y es el Gobierno de Estados Unidos quien tiene que aportar ahora los fondos para garantizar la supervivencia del sistema financiero.
Capital riesgo
Y sin la ayuda de los fondos soberanos y la restricción del críédito, ¿quíé otras alternativas quedan para la venta de activos de empresas en crisis? Julio Babecki, director general de L Capital Equity Advisors, explica que los fondos de capital riesgo carecen en la actualidad del principal recurso que hizo posible su eclosión de los últimos años: la abundancia de críédito y la posibilidad de apalancarse sin apenas límites. 'El capital riesgo sólo tendrá más credibilidad ante los bancos para solicitar críéditos cuando compren negocios en los que ya están presentes y en los que tienen experiencia en su gestión', señalan fuentes financieras.
En definitiva, el acuerdo entre comprador y vendedor será sin duda más fácil cuando lo peor de la crisis haya quedado a un lado.
Cuando no queda remedio para la quiebra
Los fondos soberanos asiáticos han escarmentado de sus inversiones en la gran banca estadounidense. Hace un año, cuando lo más crudo de la crisis aún no se sospechaba, los fondos soberanos de China y Singapur sacaban de apuros a Merrill Lynch, Citigroup y Morgan Stanley. Se convertían en accionistas de referencia de estos gigantes bancarios y reivindicaban de paso el peso de las economías emergentes en las grandes multinacionales bancarias. Las economías occidentales reconocían que se hacía necesario abrir paso al capital emergente, aunque fuera en empresas de abolengo como las financieras.
Pero un año despuíés, la inversión de estos fondos soberanos ha resultado ruinosa y sus inyecciones de capital, si bien sirvieron para taponar provisionalmente la herida, han quedado desbordadas por una crisis financiera de la que todavía no se conoce su verdadera profundidad.
Temasek Holdings, el fondo soberano de Singapur, entró en el capital de Merrill Lynch a finales de diciembre de 2007, con una inversión inicial de 4.400 millones de dólares. Desde entonces, y despuíés de pasar a manos de Bank of America en el mes de septiembre, los títulos de Merrill Lynch se han hundido cerca del 80%.
China Investment Corporation (CIC) invirtió 5.600 millones de dólares en acciones de Morgan Stanley tambiíén en diciembre de 2007. Desde entonces, los títulos del banco estadounidense -por otra parte, uno de los escasos supervivientes de la banca de inversión, junto con Goldman Sachs- se han derrumbado en Bolsa más del 70%.
El subdirector del China Investment Corporation ha advertido recientemente que CIC tiene 'escaso interíés' en acudir al rescate de empresas estadounidenses en crisis. 'Por un lado, Estados Unidos dice que nos necesita. Por otra, sospecha de nosotros. Quieren que invirtamos a su voluntad. Y eso no es una cooperación sincera. Los fondos soberanos tienen ahora un escaso interíés en asumir un papel activo en el rescate de la crisis', señaló la pasada semana.
El derrumbe de los bancos malogra los últimos rescates
El salvamento de una compañía puede resultar inviable si se trata de un gigante con pies de barro y si el volumen de su deuda termina por anular los esfuerzos por evitar la suspensión de pagos. Despuíés de una dura negociación, Martinsa Fadesa consiguió en abril un acuerdo con sus bancos acreedores para la refinanciación de su deuda pero no evitó la suspensión de pagos a mediados de julio. Habitat logró eludir el concurso de acreedores en febrero, tras renegociar su deuda, y es ahora la víctima más reciente del pinchazo inmobiliario.
'El rescate de una empresa en crisis siempre será difícil. Y en España se ha pecado de exceso de endeudamiento junto con unas valoraciones erróneas', resume Jesús Palau, profesor de finanzas de Esade.