Por... PETER MORICI
Como el presidente Donald Trump lleva a cabo acciones comerciales dirigidas a China, es importante centrarse en el juego largo. No se trata de automóviles que cuestan $ 125 más y seguramente no se trata de que los Estados Unidos se vuelvan proteccionistas.
Estados Unidos ha estado en una guerra comercial e ideológica con China durante años, y la inteligencia artificial será el campo de batalla final.
Beijing orquesta una red generalizada de herramientas mercantilistas -regulación de importaciones e inversión extranjera, transferencias forzadas de tecnología y subsidios- para apuntar a las industrias por su dominio - aluminio, paneles solares, autos eléctricos y, pronto, AI.
Esas políticas crean enormes superávits comerciales y un cofre de guerra de un billón de dólares que sus multinacionales pueden utilizar para financiar la I + D y comprar compañías de tecnología extranjeras.
Geely Automotive compró Volvo en 2010, que solo venderá vehículos eléctricos a partir del próximo año. Las automotrices estadounidenses deben tomar socios de empresas conjuntas en China y, a través de ellas, sus fabricantes locales obtienen acceso a la tecnología estadounidense de vehículos sin conductor.
Lo que es más importante, Pekín está corrompiendo la resistencia estadounidense central al capitalismo autoritario dirigido por el estado mediante la cooptación de las multinacionales estadounidenses.
Apple AAPL, + 0.78% acordó recientemente almacenar claves de cifrado confidenciales en China, y campañas activas contra una política comercial más realista hacia China. Marriott MAR,+ 1.55% está dando forma a las comunicaciones globales,educación corporativa y selección de empleados en línea con las estrategias de propaganda de Beijing.
Google GOOG, + 2.71% está estableciendo un laboratorio de desarrollo de IA en China que desarrollará talentos locales y transferirá conocimientos técnicos a desarrolladores privados.
Los dispositivos habilitados para IA y el software funcionan a través de enormes cantidades de datos de comportamiento y observaciones físicas y destilan vastos cuerpos de investigación científica y social para acelerar o reemplazar dramáticamente la toma de decisiones humanas.
AI es IBM de IBM, + 0.60% Watson se asocia con H & R Block HRB, + 1.03% a preparar declaraciones de impuestos para evitar auditorías del IRS, y ayudar a los oncólogos rurales tratamiento de cánceres raros, en sustitución de la colaboración que consume tiempo con colegas altamente especializadas en los hospitales de enseñanza lejanos.
AI es un asistente personal que adapta la configuración de la música y la temperatura de la oficina, elabora un itinerario para el día, organiza reuniones y reserva reservas en restaurantes.
AI es el cerebro detrás de los vehículos autónomos, los zánganos y, en última instancia, los sistemas de gestión del tráfico en las ciudades con millones en funcionamiento.
Más preocupante es que AI es el software detrás de los escáneres faciales chinos que identifican los movimientos de los disidentes uigures en Xinjiang y rastrea las actividades cotidianas de los ciudadanos en otros lugares para identificar a aquellos que adoptan ideas políticas no deseadas contrarias al orden del Partido.
En 10 años, no será posible diseñar, fabricar o vender casi nada sin microprocesadores ultrarrápidos y deslumbrante software que haga que los teléfonos inteligentes y las aplicaciones de hoy en día se parezcan a los manuscritos iluminados y locomotoras de John Bull.
La IA será la columna vertebral de la capacidad de las naciones democráticas para defender sus fronteras, las comunicaciones y la infraestructura de transporte y las instituciones cívicas de los invasores. Para los estados represivos, AI será el medio para controlar a los ciudadanos y lo que los líderes corporativos hacen, dicen y piensan.
China se ha enfocado en el dominio global de la IA para el año 2030 con cientos de miles de millones de dólares en capital gubernamental y privado y sus jóvenes talentos más ambiciosos, todos reminiscentes de los esfuerzos estadounidenses por construir los ferrocarriles transcontinentales del siglo XIX y la industria aeronáutica del siglo XX.
Beijing y los gobiernos locales, con la colaboración de sus gigantes tecnológicos, están canalizando cientos de miles de millones de dólares hacia nuevas empresas y grandes proyectos empresariales que disfrutan notablemente más libertad que las empresas occidentales. No les molestan las reglas de privacidad, los políticos los distraen de las prácticas de empleo o una prensa liberal que pide la separación de los grandes jugadores.
China proporciona no solo un mercado rico y legítimo para aplicaciones comerciales sino también el análogo de nuestro mercado de defensa en aeronaves para los instrumentos de control social de inteligencia artificial. Podrá exportar estos sistemas a otros regímenes represivos en Asia y en otros lugares, impulsando aún más la base de ingresos que respalda su I + D.
China tiene un vasto grupo de talentos de ingeniería, muchos de ellos entrenados por universidades estadounidenses que simpatizan con la agenda socialista / antidemocrática de Beijing y asistidos por multinacionales estadounidenses con lealtad vacilante a la bandera y el país.
Estados Unidos y otros gobiernos bloquearon algunas propuestas de adquisiciones chinas de empresas tecnológicas occidentales. Y ahora la administración Trump está elaborando un enfoque sistémico mucho más amplio para estas adquisiciones y las políticas industriales decididamente agresivas de Pekín.
Pero con las universidades estadounidenses hambrientas de estudiantes extranjeros que pagan matrículas y líderes de la tecnología como Apple y Google cada vez más cooptados, la verdadera amenaza para Estados Unidos es una respuesta reflexiva y anti Trump a una política estadounidense más racional y corrupción dentro de las fábricas de Estados Unidos. tecnología.
