Por... Matías Caciabue
La Sociedad del Conocimiento, con el saber cómo eje vertebrador de la acumulación de riquezas y la dominación política, se construye en base a la producción, circulación y apropiación privada del denominado conocimiento estratégico.
El conocimiento estratégico es el segmento del saber humano que logra acortar los tiempos sociales de producción y extracción del valor económico en cada momento histórico, el que puede realizar un rotundo cambio en la composición orgánica del capital, el que mejor consigue construir la organización de lo social, la hegemonía política o imponer, en su defecto, la dominación armada (militar, policial, paramilitar).
Lenin, en el prólogo de su libro sobre el Imperialismo como fase superior del capitalismo de 1917, le otorga ese atributo a los trenes y la industria ferroviaria. Perón, en sus reflexiones sobre la defensa nacional en los días previos al 17 de octubre de 1945, otorga esta singularidad al desarrollo de la industria pesada (maquinaria agrícola, transporte terrestre, aéreo y marítimo, entre otros).
En este siglo, podríamos afirmar que las industrias de la información y la comunicación digital, la nano y la biotecnología, la robótica, la inteligencia artificial, y ciertas ramas del sector energético (nuclear, algunas renovables, shale oil) son algunas de las áreas asignadas como de conocimiento estratégico.
Este debate está siendo tomado por el G-20, a pedido de Argentina, con la conformación del Grupo de Trabajo Educativo (GTE). Mercedes Miguel, la actual Secretaria de Innovación Educativa de la Nación sudamericana, es quien la está coordinando.
Formada en la Universidad Católica Argentina y en el Institute for the Future of Learning de la Universidad de Harvard, “Michi” Miguel fue coordinadora del área de Educación de la Fundación Grupo Sophia, un think-tank argentino articulado a la aristocracia financiera global que aportó la primera línea de cuadros de la Alianza Cambiemos: Horacio Rodríguez Larreta (Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), María Eugenia Vidal (Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires), Marcos Peña (Jefe de Gabinete de la Nación), Gustavo Lopetegui y Mario Quintana (responsables de la administración presupuestaria de la misma).
Miguel es la responsable de la implementación del programa gubernamental de inclusión digital denominado “Escuelas del Futuro”, muy controvertido entre actores institucionales y gremiales del sistema educativo.
Dicho programa prescinde de un diagnóstico actual de lo que pasa en la Escuela, sobrevalora la función de la tecnología digital en el proceso de enseñanza-aprendizaje, desdibuja los roles de docentes y estudiantes en el uso de las TIC´s en el aula, y formula una propuesta educativa respondiendo a criterios propios de la mercadotecnia.
La matriz de éste programa es la que pareciera estar guiando la discusión educativa del G-20. Al menos es la agenda que la presidencia argentina impulsa en las reuniones de “sherpas” de los días 12 y 13 de abril, 11 y 12 de junio y 3 y 4 de septiembre, que culminarán con una reunión de ministros de educación el día 5 de septiembre.
La agenda de la globalización y la digitalización de la sociedad ordenan el debate educativo de este foro de países. La producción y la apropiación del conocimiento estratégico de la llamada “Cuarta Revolución Industrial” está reiteradamente explicitado en el G-20.
Se sabe que el G-20 es un espacio promovido como una especie de poder ejecutivo del Estado Global, ese difuso y líquido entramado institucional que la aristocracia financiera está construyendo junto con tratados económicos transcontinentales como el TPP-11, el TISA, el TIPP o el TLC del Mercosur con la Unión Europea.
De la poca información que circula, dada la ausencia de documentos públicos y de convocatorias a organizaciones de la sociedad civil, sorprende como se plantea la promoción de políticas de financiamiento internacional al sistema educativo, en sintonía con lo planteado en los mencionados TLC Globales en el área de servicios, donde se incluye, sin excepción, al sector educativo.
En una nota auspiciosa de las reuniones educativas G-20 del diario La Nación se afirma el impulso gubernamental a “políticas de gasto e inversión educativa más eficiente, que podrán ser acompañadas por mecanismos de financiamiento internacional”. Otro tanto se informa en una entrevista a Mercedes Miguel por parte del portal Infobae.
¿Qué parte de la educación necesita financiamiento internacional? ¿Qué se ofrecerá como contraparte? ¿Cuáles políticas se impondrán y cuáles no? ¿Cuál es el modelo de educación, ciencia y tecnología que se busca implementar? ¿Se convocará a los actores del sistema educativo y universitario a su implementación? ¿El G-20 sostendrá a la educación y al conocimiento humano como derechos de los pueblos o cómo servicios transables en un mercado mundial que tiende a concentrarse más y más? Éstos y muchos más interrogantes están abiertos a la espera de respuestas.
La presión por mercantilizar la educación y la creciente apropiación privada del conocimiento estratégico, es parte del torbellino planetario de centralización y concentración del capital, y de extracción de la mayor tajada de plusvalía por parte bancas de inversión, fondos financieros, bolsas, y empresas transnacionales en un súper nodo donde las 28 corporaciones financieras sistémicamente importantes trabajan con un activo consolidado de U$S1,82 millones cada una, es decir, mayor al PBI nominal de Argentina (0,54 millones de dólares), e incluso de Brasil, la novena potencia mundial (1,76 millones).
Estas corporaciones, protagonistas del control en la red financiera global, pueden llegar a tener al menos 7 escalones inferiores de empresas multinacionales subsidiarias controladas a partir de deudas y acciones. Al mismo tiempo, no escapan de su radio de influencia los propios Estados Nación a partir del control extorsivo de sus bonos de deuda (los llamados “fondos buitre”).
Discutir la propiedad, la producción, la circulación y la apropiación del conocimiento estratégico, así como la visión que orienta la educación en tanto proceso social, es discutir la posibilidad de una región y un mundo distinto. Los Pueblos de Latinoamérica debemos impulsar un debate en éstos temas y obligar a nuestros gobiernos a abrir a la sociedad su agenda de debate.