PERíš
Por Luis Davelouis Lengua
El directorio del BCR volvió a reducir la tasa de los encajes (provisiones que deben realizar los bancos para enfrentar corridas): de 9% a 7,5% para el mínimo legal en soles, y de 35% a 30% para el marginal en moneda extranjera. La razón detrás de ello, explican en el BCR, es mantener alta la liquidez en el sistema financiero, asegurando la continuidad del otorgamiento del críédito y, con ello, el dinamismo de la economía. Y es que dichas reducciones permitirán a los bancos disponer automáticamente de US$400 millones para prestarlos.
¿Pero por quíé reducir los encajes y no la tasa de interíés de referencia, aquella que marca la pauta de las tasas de interíés que luego cobran los bancos y que es la principal herramienta de la que disponen todos los bancos centrales del mundo? Porque, explican todos los especialistas, ello tiene un efecto diferido de hasta 11 meses, y la liberación de efectivo mediante la rebaja de encajes es inmediata.
Además, pese a que de primera impresión US$400 millones no suenan a mucho en una economía de más de casi US$110.000 millones de PBI, hay un factor importantísimo que potencia este monto: el multiplicador bancario. Por cada dólar que un banco recibe, puede prestar ocho, lo que convierte los US$400 millones liberados por el encaje en US$3.600 millones de efectivo listo para ser prestado, más de tres puntos porcentuales del PBI.
Sin embargo, como reconociera implícitamente el presidente del BCR Julio Velarde hace unos días, en el mercado aún no se percibe el efecto de los mayores recursos que tiene la banca. Es más, si bien algunas instituciones han empezado a reevaluar críéditos denegados hace algunos meses, el otorgamiento del críédito en general ha seguido desacelerándose y se ha hecho más pesado y difícil.
Y esto es un problema porque el penúltimo eslabón de la cadena productiva son los bancos, al ser los encargados de llevar a la práctica toda la teoría descrita.
De hecho, hace unos meses fuentes de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), sostuvieron que la reticencia a prestar por parte de los bancos se explicaba por el cambio de las condiciones en el mercado internacional, obligándolos a realizar estudios adicionales para medir los nuevos riesgos de liquidez. Es decir, era mucho más fácil y simple conseguir un príéstamo personal por S/.2.500 con una tasa ajustada al alza para comprar un televisor de plasma que un críédito hipotecario presentando infinidad de documentos que prueben ingresos.
Sin embargo, los bancos niegan que se haya estado dando tal fenómeno. De hecho, el gerente general de la Asociación de Bancos (Asbanc), Enrique Arroyo, piensa que, en efecto, rebajar los encajes libera dinero que "va a la vena directamente", pero se muestra reticente a aceptar que lo dicho por Velarde, que además es la percepción general de las personas, está sucediendo realmente.
"Tenemos que entender que la crisis ha desatado un efecto psicológico muy fuerte en todo el mundo y eso te hace decir cosas a veces (...) pero el crecimiento de los críéditos en general se ha mantenido relativamente estable en los últimos meses", asegura Arroyo.
Afirma que el otorgamiento del críédito depende de la tasa de crecimiento de la economía y que, en ese sentido, puede haber habido algún endurecimiento dependiendo del sector (habló de textiles y de algunos productos de agroexportación).
Incluso, hace algunas semanas, el gerente general del BCP, Walter Bayly, afirmaba que nunca había visto al sistema financiero con tanta liquidez como en estos momentos. Y eso significa que, dado que el dinero tiene un costo, cual es la tasa de interíés que se paga por íél, debe ser puesto a producir. Esto es, si un banco no coloca el dinero que maneja, en la práctica, lo está perdiendo.
La crítica velada de Velarde tiene, sin embargo, un lado antagónico. El ex superintendente de banca, Juan Josíé Marthans, afirma que la tasa de expansión el críédito --particularmente el de consumo, que crece a tasas anuales de 40% y en algunas instituciones hasta 100%-- debería desacelerarse dadas las condiciones actuales de la economía mundial. Es decir, para Marthans, la liquidez se debe mantener en cantidades suficientes para garantizar la continuidad de la cadena de pagos, pero no para que el críédito siga creciendo. Y tiene sentido, porque si la economía va a contraerse, y muy probablemente la demanda y la producción caigan, el escenario de Arroyo se cumplirá y las tasas de crecimiento del críédito caerán no necesariamente porque las condiciones se hayan endurecido, sino porque habrá pocos que lo soliciten.
Todos coinciden en que rebajar el encaje es la mejor manera de devolver liquidez al sistema y en que la única manera de saber si es que la medida funciona o no, es a travíés del dinamismo del críédito y de la economía lo que, en un contexto como el actual, será un poco difícil.
Hay, además, una razón por la que el BCR no baja las tasas. Si la política fiscal expansiva del próximo año genera un desequilibrio muy fuerte, es altamente probable que se produzcan desequilibrios en el 2010 que generen presiones inflacionarias por lo que habría que avanzar con el freno puesto. Es el escenario que prevíén en Alemania, país que se ha declarado en recesión y que no hará política contracíclica.