Por... Ivette Fernández Sosa
Desde marzo pasado, cuando Estados Unidos anunció la aplicación de gravámenes a las importaciones de acero y de aluminio, varios países cuestionan con fuerza la efectividad de los métodos empleados por el sistema mundial de comercio.
Tras algunos meses de conflicto arancelario con fuerza particular entre Beijing y Washington, representantes de la Unión Europea (UE), del G20 así como China, abogan por modernizar los protocolos de actuación de la Organización Mundial del Comercio a tono con las nuevas coyunturas.
En días recientes, la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmstrom sostuvo durante una conferencia de prensa que, en pos de una futura reforma de la OMC, el bloque comunitario propone actualizar las normas existentes o introducir otras compatibles con los tiempos que corren.
Para ello, la Comisión Europea (CE) divulgó algunas directrices con las que pretende actualizar los procedimientos de dicha entidad en cuestiones referentes al sistema de solución de diferencias y sobre la necesidad de aplicar sanciones a los miembros que no cumplan con sus obligaciones.
Malmstrom consideró que la OMC vive hoy su peor crisis debido al atraso de sus regulaciones en comparación con los cambios económicos, políticos y tecnológicos experimentados en gran parte del mundo.
Previamente, durante la cumbre anual China-UE celebrada en Pekín durante julio, el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, acordó con autoridades del gigante asiático establecer un grupo de trabajo para reformar esa entidad gremial, según divulgó en esa fecha un despacho de la agencia RIA Novosti.
Igualmente, durante el pasado 15 de septiembre, en una declaración conjunta emitida desde Mar del Plata en Argentina, los ministros y representantes de Comercio del G20 estuvieron de acuerdo en impulsar una reforma de ese organismo comercial para adaptarlo a los nuevos desafíos que plantea el escenario global.
A pesar de haber manifestado su intención de reformar la OMC en el pasado, en fechas recientes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con retirarse de esa organización si su país no comienza a ser tratado con mayor cuidado y respeto.
En una entrevista publicada por la agencia financiera Bloomberg, Trump aseguró que 'si no se adapta (la OMC), me retiraría'.
La respuesta del director general de esa organización, Roberto Azevedo, no se hizo esperar cuando estimó, en declaraciones realizadas a los medios en Brasil, que la OMC podría resolver las disputas comerciales sin la participación de Estados Unidos, 'aunque no está claro si Washington apoyaría una entidad con estas características'.
Durante los últimos meses Estados Unidos recibe críticas de otros miembros de la OMC por su oposición a nuevas designaciones en el panel de apelaciones a medida que van finalizando los periodos de sus miembros actuales.
Algunos analistas estiman que de conseguir paralizar el sistema de resolución de disputas, Washington haría desaparecer a la organización como entidad global comercial.
Desde que el gabinete de Trump anunciara su decisión de aplicar tarifas arancelarias a un sinnúmero de productos de varias partes del mundo, pesan sobre el gigante norteño demandas ante la OMC de China, Rusia, la Unión Europea, México, Canadá, Turquía, Suiza, Noruega, entre otras naciones.
La mayoría de las demandas sostienen que el proteccionismo desplegado por Washington contraviene las normas establecidas por el sistema mundial de comercio.
Estados Unidos, a su vez, replicó contrademandando a algunos países como Turquía, México, Canadá y China por los aranceles dispuestos por estos y en defensa a las tarifas primeramente establecidas por la administración Trump.
Paralelamente a la Unión Europea, fuentes gubernamentales de Canadá declararon trabajar en un proyecto de reforma de la OMC por lo que han creado un grupo que tiene por objetivo organizar conversaciones internacionales sobre el tema durante el mes de octubre.
No obstante los esfuerzos para revitalizar una organización fuertemente cuestionada, crece la incertidumbre acerca de la supervivencia de esta entidad ante cuya ausencia, a decir Azevedo, se enfrentaría el mundo 'a tensiones comerciales intensificadas, menor crecimiento, salarios más bajos y menores oportunidades de empleo en todo el mundo'.