Ante la gravedad de la crisis económica, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha comenzado a crear dinero de la nada, una práctica que en otras circunstancias desataría la hiperinflación y hundiría el dólar.
Encendió a "la chita callando" la máquina de hacer dinero en septiembre, pero sólo en las últimas semanas los expertos se han dado cuenta de que los billetes que inyectaba en el mercado tenían el crujido y la frescura del papel nuevo.
Hasta ese mes, la Fed vendía bonos del Tesoro para captar el dinero que luego prestaba, un proceso que se conoce en el argot financiero como "esterilización".
Pero con el colapso del banco de inversión Lehman Brothers en septiembre, la Fed se desmelenó.
Hung Tran, ex "número dos" del departamento de mercados financieros del Fondo Monetario Internacional (FMI) , estima que en tres meses ha colocado más de 600 mil millones de dólares adicionales en circulación.
En su última reunión, el 16 de diciembre, el Comitíé que marca la política monetaria del país prometió más.
Con ello, la Reserva intenta evitar que se afiance la deflación, la caída generalizada de precios, que ha asomado la cabeza en los indicadores de octubre y noviembre.
Sacar dinero a diestro y siniestro es algo extraordinario en un país avanzado y su único precedente reciente es el intento de Japón de salir de su estancamiento por la vía monetaria en la primera mitad de esta díécada.
"Imprimir gran cantidad de dinero es algo muy arriesgado" , dijo Eswar Prasad, profesor de economía de la Universidad Cornell.
Es peligroso por su enorme potencial inflacionario y porque puede hacer que los inversores pierdan la fe en el valor de los billetes que salen de la máquina de la Fed.
"La preocupación es que las expectativas pueden cambiar muy rápidamente" , una vez que la economía de señales de recuperación, opinó James Hamilton, profesor de economía de la Universidad de California en San Diego.
La Reserva se la ha jugado porque otras medidas han sido insuficientes. Actualmente extiende críéditos prácticamente gratis a los bancos, pero íéstos se niegan a prestar a consumidores y empresas, preocupados por el alto nivel de bancarrotas.
En circunstancias normales, el llamado "mecanismo de transmisión" hace que cada dólar en manos de los bancos genere un alto nivel de actividad económica.
El banco se lo presta, por ejemplo, a una empresa, que lo paga a un trabajador, que se lo gasta en el supermercado, que paga al agricultor, que se lo devuelve al banco.
Ese "mecanismo de trasmisión está completamente bloqueado" por ahora, según Tran.
Sin embargo, cuando esos 600 mil millones de dólares, más el dinero extra que imprima la Reserva en los próximos meses, comiencen a rodar, ejercerán una presión inflacionaria tremenda.
Es algo que saben de primera mano los ciudadanos de Brasil y Argentina que recuerdan la hiperinflación de los 80 y principios de los 90.
Tambiíén lo pueden decir los habitantes actuales de Zimbabue, donde la inflación alcanza miles de millones por ciento por mes y un dólar estadounidense vale 600 millones de dólares de Zimbabue.
El origen de la hiperinflación está en la impresión masiva de dinero para financiar el gasto del Gobierno.
Por ahora, el programa de la Reserva Federal no ha disminuido la demanda de bonos del Tesoro, ni ha hundido el dólar, pues la prioridad de los inversores es encontrar un lugar seguro para poner su dinero.
No obstante, el desafío de la Fed será desmantelar ordenadamente la sopa de letras de programas de críédito -CPFF, RAF, TALF, PDCF y más- que financia con el dinero reciíén horneado.
"No será fácil. Necesita una estrategia de salida, que defina quíé programa suspenderá primero o si quitará todos al mismo tiempo", dijo Tran.
Por el momento, la prioridad del presidente de la Reserva, Ben Bernanke, que es un experto en la Gran Depresión, es paliar el hundimiento económico.
íél ya sugirió en 2002, antes de ocupar su cargo, que para combatir la deflación el Gobierno podría simplemente tirar dinero desde un helicóptero.
Barry Eichengreen, un historiador económico de la Universidad de California en Berkeley, cree que Bernanke tiene muy viva la experiencia horrenda de los años 30 en Estados Unidos, agravada por la política monetaria restrictiva del banco central.
"Creo que no existe ningún límite a la capacidad de la Reserva Federal para imprimir dinero e inyectarlo en los bancos -dijo Eichengreen-. Ben Bernanke comparte esa visión, no en vano le llaman Ben el Helicóptero".