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Autor Tema: Hegestrato y Zenotemis, pioneros del fraude financiero en la antigua Grecia  (Leído 9762 veces)

Zorro

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Hegestrato y Zenotemis, en el siglo IV AC orquestaron una estafa financiera tratando de aprovecharse de quizá el primer antecedente que conocemos de seguro.

Para entender el fraude, hay que conocer cómo se regulaba el comercio y el derecho marítimo de entonces, así como el conocido como préstamo a la gruesa ventura. Estos préstamos funcionaban como un seguro para los mercaderes: un prestamista les adelantaba un dinero para la carga o para afrontar posibles reparaciones durante el trayecto y al llegar a puerto el prestatario devolvía el dinero más los intereses. Si el viaje fallaba por la piratería o el barco se hundía, no había que devolver el dinero.

En cierta manera, era utilizar el barco y la mercancía como garantía del préstamo, pero el fraude parecía simple. Bastaba con defender que tu barco había naufragado para no devolver el dinero, y no eran pocos los casos en los que las naves se escondían en puertos extranjeros. Dado el elevado riesgo para los prestamistas, no es de extrañar que las primas de estos seguros fueran elevadísimas, llegando al 25-30% de interés.

Y como en cualquier seguro, la prima de riesgo dependía del trayecto, del barco, de la carga o del propio capitán. Como muchas otras cosas, los romanos heredaron este sistema de préstamos, que fue muy habitual durante siglos, llegando a utilizarse también en las Capitulaciones de Santa Fe que firmaron Cristóbal Colón e Isabel la Católica.

Hegestrato y Zenotemis, amigos y originarios de Masalia (la actual Marsella), planearon un fraude en un trayecto de un barco entre Siracusa (Sicilia) y Atenas en el que Hegestrato era el capitán. Un mercader llamado Protus cargó cereal en la nave, y Hegestrato y Zenotemis pidieron dinero prestado simulando comprar el cereal que en realidad había comprado Protus. Su plan era hundir el barco y volver a puerto en una barca para que así no les pudieran reclamar el crédito, tanto de de la carga como el de la nave, que ya había volado en dirección a Massalia.

Pero el plan salió mal: el resto de la tripulación cazó a Hegestrato tratando de hacer una vía de agua para hundir el barco. Desesperado, Hegestrato saltó por la borda y se ahogó, mientras que su compinche simuló no tener nada que ver con los planes de su amigo. El barco llegó a Atenas, y Zenotemis, lejos de aceptar el fraude, reclamó la carga a Protus, le acusó de emborracharse en el trayecto y robarle y destruir los documentos que probaban que era el verdadero propietario del cereal.

Protus, sin embargo, vio como los precios habían caído y que el valor de la carga era menor que el préstamo que había contraído por ella. Por eso decidió aceptar el dinero de Zenotemis y huir de Atenas.

Precisamente la historia ha llegado a nuestros días por la batalla legal posterior sobre la propiedad de la carga, aunque es cierto que solo nos ha llegado la versión (y ni siquiera completa) de una de las partes: la de Demon, quien prestó dinero a Protus y reclamó la carga a Zenotemis. Pero la defensa de Zenotemis, así como las declaraciones de los testigos, se han perdido, por lo que no tenemos una idea completa de lo sucedido.

El fragmento ha llegado a nuestros días como el Declinatorio contra Zenotemis, y es atribuido, aunque con dudas, al célebre Demóstenes, orador y político ateniense que además era primo de Demon, y que compaginó su actividad pública con el ejercicio de la abogacía. Maestro de la retórica, gran parte de su fama provino de su oposición a Filipo II de Macedonia y su hijo, Alejandro Magno, aunque con poco éxito para Atenas.