La crisis deja KO a la industria alemana, que volverá a niveles de hace diez años
Por Beda Romano en El Economista
Desde el jueves de la semana pasada no hay trabajo en Wolfsburg. Las cadenas de montaje de la histórica sede de Volkswagen, con sus 43.000 empleados, están cerradas. La primera empresa automovilística de Europa impuso a sus trabajadores una ampliación forzosa de sus vacaciones navideñas. Y lo mismo hicieron, con diversas modalidades, Daimler, Opel, Porsche, Continental, Rheinmetall, Schaeffler y otras muchas empresas.
Hubo un tiempo no muy lejano en el que los productos alemanes se vendían como rosquillas en todo el mundo. Hoy, la crisis ha cerrado departamentos y líneas de producción, ha saturado las tiendas y ha paralizado la industria. No hay un solo día en el que la economía alemana no tenga que hacer frente a alguna previsión negativa. Las estimaciones para 2009 hablan de una recesión dramática, la peor desde que nació la República Federal tras la Segunda Guerra Mundial.
Alemania es un país con un fuerte tejido manufacturero. En 2007, la industria manufacturera representó casi el 25% del PIB. Proyectada hacia el extranjero más que nunca, peligrosamente díébil en el frente de la demanda interna, la industria alemana está sufriendo mucho por el imprevisto frenazo del mercado internacional y se encuentra en vísperas de una profunda reestructuración.
"Podíamos prever una ralentización económica por culpa de la crisis financiera -explica Martin Kannegiessier, presidente de la asociación de las empresas metalmecánicas y propietario de una empresa de componentes para lavanderías industriales en Renania-Westfalia-, pero lo que no nos esperábamos era una caída de la demanda de estas proporciones".
La confianza, por los suelos
Producción y demandas manufactureras están en fuerte descenso desde hace ya algunos meses. El índice IFO sobre la confianza de las empresas está en los mínimos desde 1982. Y las estimaciones sobre la recesión en 2009 son tan negativas que un conocido economista berliníés, Klaus Zimmerman, sugirió que, para evitar el pánico, se prohibiese temporalmente la difusión de las previsiones económicas.
Y eso que, hace sólo unos meses, Alemania parecía haberse recuperado del largo parón de los primeros años de la díécada. Desde entonces, las empresas se habían reestructurado; el coste laboral había bajado y la competitividad había mejorado. Y sin embargo, hoy las manecillas del reloj parecen haber vuelto de improviso unos 10 años atrás.
En realidad, la crisis de estas semanas es imputable en ciertos sectores a las mismas razones de la recuperación de los últimos tres años: la profunda exposición internacional de las empresas. "La crisis actual -explica Dirk Schumacher, economista de Goldman Sachs- no tiene nada que ver con problemas estructurales o de competitividad. Lo que pasa es que la economía alemana está sufriendo por el hundimiento de la demanda mundial".
En los últimos años, Alemania se aprovechó con extraordinario íéxito de la modernización de los países emergentes, no sólo China y la India, sino tambiíén Brasil, Rusia y Sudáfrica. Las empresas alemanas vendieron en todo el mundo maquinaria, vehículos industriales y proyectos de infraestructuras. Entre 2003 y 2007, el sector mecánico aumentó la producción un 36%. En 15 años, las exportaciones alemanas pasaron del 24 al 47% del PIB.
En 2008, el país seguirá siendo el primer exportador mundial, pero en 2009 corre el riesgo de registrar una bajada de sus exportaciones, tras la estela de una clara ralentización del comercio internacional.
El problema del consumo
Según Goldman Sachs, la producción industrial sufrirá una contracción del 6%. Pero lo peor no vendrá de la caída de las exportaciones, sino del consumo interno. Como explica Hermann Simon, fundador de la asesoría empresarial Simon-Kucher & Partners de Bonn, "las exportaciones alemanas sufrirán en 2009, pero creo que menos que la demanda interna. Las empresas alemanas son realmente globales y pueden diversificar sus riesgos, teniendo en cuenta que la crisis afectará de forma diferente a los diversos países. Japón, por ejemplo, sufrirá probablemente más que Alemania, porque EEUU es uno de los principales mercados de sus exportaciones".
En este sentido, Simon asegura que, en muchas empresas, el 20% de la facturación e incluso el 50% de los beneficios dependen del servicio postventa, de la manutención y de las piezas de recambio. Mientras el hundimiento de las ventas automovilísticas (un 26% en Europa en el mes de noviembre) provocó sólo en unos días la quiebra de tres empresas del sector: el fabricante de frenos TMD Friction, la empresa especializada en la producción de sistemas de dirección Tedrive, y un fabricante inglíés de puertas con una importante filial en Alemania, Wagon Automotive.
Un informe reciente del centro de investigación bávaro IFO revela que el 40% de las grandes empresas investigadas admitieron tener problemas de financiación. La cuota era de poco más del 8% en el verano. Parece que las que más sufren son las pequeñas empresas y los grandes grupos. En cambio, están saliendo mejor paradas las empresas de tamaño medio, que mantienen relaciones consolidadas con los bancos públicos y con las cooperativas.
Oleada de quiebras
En una Alemania que, durante los pasados años, convirtió la logística y las exportaciones en su caballo de batalla, esta crisis tiene un sabor especial. Y de hecho, Alemania es víctima de la sincronización de la economía internacional más que ningún otro país. "El panorama industrial alemán -advierte Simon- cambiará radicalmente en los tres próximos años, como ha pasado siempre en tiempos de crisis. Asistiremos a una oleada de quiebras, porque la crisis económica someterá a presión a empresas que ya estaban en dificultades a causa de la tempestad financiera. Las empresas más sólidas comprarán las más díébiles y habrá fusiones y adquisiciones. En general, sin embargo, creo que la industria alemana se reforzará y mejorará su posición competitiva en cuanto productor de bienes de calidad".
Incluso en los momentos de dificultades, la prestigiosa clase empresarial alemana mira a lo lejos y se prepara para el futuro. Siemens es una de las empresas que quiere aprovecharse de este momento. Hace unos días, el presidente del grupo alemán, Meter Lí¶scher, admitió que estaba pensando en nuevas adquisiciones: "Las empresas fuertes se harán más fuertes y las díébiles, más díébiles".
Por su parte, en un momento en que las empresas despiden, reducen costes, suspenden la producción y amasan liquidez, otro gigante de la industria alemana, Bosch, acaba de anunciar, de aquí a 2012, inversiones por valor de 350 millones de euros en el sector de le energía solar, con la creación de 1.100 puestos de trabajo en Arnstadt, una pequeña ciudad de Turingia, en la ex República democrática alemana.
Schumacher, analista de Goldman Sachs, se muestra pesimista a corto plazo y prevíé en 2009 una disminución del PIB del 1,8%. En cambio, se muestra optimista a largo plazo: el proceso de modernización de los países emergentes continuará. "Gracias a ella, Alemania está en buena posición para beneficiarse muy rápido de la próxima recuperación de la economía mundial", asegura.