La economía de andar por casa
TOM BURNS MARAí‘ON
Predecir, lo que se dice predecir, me cuesta mucho. Por ello, y aunque pueda que suene a inocentada, mi único pronóstico es que lo que más va a influir en la economía de 2009 será que de una manera verificable todos nos habremos vuelto bastante más sensatos, quizás más buenos o solidarios, que viene a ser lo mismo, y que, desde luego, viviremos de una manera más sencilla. Más allá de apuntar por eníésima vez que todo el mundo entra en un periodo de recesión que será más larga y dolorosa según los casos, con todas las consecuencias que esto acarrea, predecir cualquier otra cosa es un juego de salón. A nadie se le pasaba por la cabeza en estas fechas el año pasado que dentro de seis meses el barril de crudo costaría 150 dólares y cuando llegó a ese pico se decía que escalaría aun más, enfilando los 200 dólares, en lugar de que caería a los menos de 40 actuales.Volvamos, pues, a la inocentada.
La vuelta a la sensatez, y con ello a la sencillez, es una predicción extraída de la mejor tradición empírica, de esa disciplina que se basa en la experiencia y se alinea con lo que dicta el sentido común. Esto es lo que ha ocurrido siempre cuando todo viene mal dado y cuando todo hijo de vecino teme por su puesto de trabajo y por su plan de pensiones. Cambian las expectativas y las aspiraciones y con ellas las conductas y las sensibilidades. Esto se puede verificar ya con la brutal caída de consumo, y con ello, de la inflación. Está ocurriendo algo tan explicable como sensato.No es exactamente eso de «apretarse el cinturón» que tanto se dice. Es, sencillamente, que unos y otros dispensan de lo superfluo y de lo innecesario. Se podrá poner el precio del dinero a cero pero todo indica que a medio plazo no volverá la alegría por endeudarse y por consumir que ha sido tan característica de España a lo largo de más de una díécada y que dejaba tan atónitos a los de fuera. Los hábitos han cambiado y puede que ese desenfreno no vuelva a ocurrir, lo cual no tiene nada de negativo.
La economía de 2009 va a ser la de las pequeñas cosas y la de andar por casa. Las familias y los vecinos estarán más unidos, los mayores adoptarán la sencillez y austeridad de la generación de sus abuelos y los jóvenes el esfuerzo y la acumulación de habilidades que marcó la de sus padres. Y todos a «tirar del carro», como dijo Don Juan Carlos, «con íética y rigor». ¿Inocentada? En modo alguno.