En teoría, vivimos en una sociedad hipersexualizada. Pero tambiíén en la sociedad del conocimiento. Y ahora resulta que las dos cosas no encajan. Y, si la economía sigue primando al sector servicios, y cada vez hace falta aumentar la colección de Másters, MBAs, y cursos diversos para entrar a trabajare de becario en cualquier sitio, debemos saber que el precio es una vida de castidad. Lo único que puede compensar eso es que trabajemos más de la cuenta. Y no para sublimar instintos, sino porque así -sorpresa, sorpresa- tendremos más sexo.
Todo esto parece el mundo al revíés. A fin de cuentas, el sexo está en todas partes, literalmente. Christie Heffner, la hija del fundador de 'Playboy' y consejera delegada de esa empresa deja el cargo porque las ventas de la revista se desploman ante la proliferación del 'porno' gratis en Internet. Y no hace falta ir tan lejos: el blog de sexo de este periódico suele ser el que más entradas de los lectores recibe.
Pero, en realidad, en el sexo es como en la Bolsa. Todo el mundo conoce a alguien que compró un 'chicharro' y se forró. Pero eso nunca le pasa a uno. La gente habla, habla, habla y habla de sus hazañas sexuales. Pero íéstas, sencillamente, no existen. Además, los hechos son lo contrario de lo que la imaginación popular sugiere. Por ejemplo, la gente con poder, que suele ser más educada, tiene menos sexo. Y la gente que trabaja más, tiene más.
(Foto: Sergio González)
í‰sa es la conclusión de dos profesores estadounidenses, John Robinson, de la Universidad de Maryland, y Geoffrey Godgey, de la Universidad Penn State. Ambos han llevado a cabo un estudio sobre la conducta sexual de los estadounidenses, basado en datos de unos 10.000 adultos. í‰stas son sus conclusiones:
Tendencia al monopolio. Alrededor del 15% de los adultos acaparan el 50% de los actos sexuales. Acaso porque, como ha explicado Godbey al diario 'USA Today', "hay gente que está haciendo cosas todo el tiempo, y tambiíén son sexualmente hiperactivos".
Economías de escala. La gente que trabaja 60 o más horas a la semana (lo que supone 12 horas diarias de lunes a viernes u 8,5 horas si se trabaja los 7 días de la semana) tiene un 10% más de sexo.
Exceso de capacidad. Un 20% de los estadounidenses no han tenido sexo en los últimos 12 meses.
Recorte de expectativas. Sólo el 5% de la gente tiene sexo tres veces por semana.
Estandarización. Las parejas tienen en promedio sexo una vez a la semana (¿el sábado, como manda la tradición? Esto, Robinson y Godgey no lo explican).
¿Quíé conclusiones se pueden extraer de todo esto? Desde mi punto de vista, que vivimos en una 'burbuja' sexual, en la que los avances tecnológicos y el dinero barato -en esta ocasión, en la forma de 'pay-per-view' en televisón o de Internet gratis- han llenado de sexo la cabeza de la gente, pero no el resto del organismo. A fin y al cabo, dos elementos claves en toda 'burbuja' son el progreso tecnológico y la expansión del críédito, según el clásico estudio de la especulación de Charles Kindleberger, Manias, Panics and Crashes. La gente piensa, piensa, piensa y piensa en sexo. Y habla y habla y habla de sexo. Y luego no hace nada. La burbuja perfecta. A fin de cuentas un episodio especulativo es poco menos que masturbación financiera. Si no, que le pregunten a Amy Sue Cooper.
El resultado es que, en palabras de Godbey, "aunque parece que estamos en una sociedad hipersexualizada, en realidad la gente está en casa sola".