BLOOMBERG ... NOAH SMITH
Algunos creen que la felicidad se mide a partir de los bienes de las personas y del esfuerzo que hicieron para obtenerlos, aunque otros creen que la sociedad realmente paga por cosas que los hacen infelices.
Gran parte de la teoría económica moderna se basa en la simple idea de que los humanos maximizan la utilidad de los objetos. ¿Qué es la utilidad? Mucha gente lo considera la felicidad o el placer que tener los objetos produce.
Jeremy Bentham, filósofo británico e inventor del utilitarismo, lo concibe de esa manera. Pero para los economistas moderno, la utilidad simplemente significa cuánto quiere la gente algo. Es decir, un economista cree que si una persona trabaja duro y se sacrifica para comprar una casa, la conclusión es que esa casa debe tener mucha utilidad para esa persona.
Los economistas modernos tienden a suponer que la utilidad es buena, que la gente debería obtener lo que quiere esforzándose más. Cuando los economistas hablan de la noción de excedente del consumidor, solo se refieren a la utilidad que los consumidores obtienen cuando adquieren bienes de consumo.
La economía del bienestar, que trata la cuestión de cuánto beneficia la economía a la humanidad, a menudo coincide al bienestar social en función de la medida en que las personas satisfacen sus necesidades.
Los economistas también consideran que la gente a veces toma decisiones de las que se arrepiente, por ejemplo, los fumadores saben que deberían dejar de fumar, pero lo postergan y años más tarde acaban deseando haber demostrado un poco más de fortaleza.
Lo anterior hace creer a los especialistas que existen razones más profundas para cuestionar si la sociedad debería alimentar los deseos humanos todo el tiempo. El utilitarismo de Bentham concibió una buena sociedad como la que hace feliz a su gente, pero ¿y si las cosas que las personas desean no les traen felicidad?
No hay un consenso claro sobre cómo medir la felicidad. Algunos neurocientíficos han tratado de relacionarlo con varias medidas de la actividad cerebral. Los economistas tienen a usar un método que es mucho más rápido: envían encuestas y cuestionarios a las personas preguntándoles que tan felices están.
Las investigaciones sobre la felicidad han llevado a algunos descubrimientos sorprendentes y preocupantes, como el de que las personas parecen buscar de manera confiable algunas cosas que los hacen infelices.
Una de esas cosas, por ejemplo, es Facebook. Los economistas Hunt Allcott, Luca Braghieri, Sarah Eichmeyer y Matthew Gentzkow, investigaron cuánto tendrían que pagar a los usuarios para que desactivarán su cuenta de Facebook por uno o dos meses. La cantidad media era de 100 dólares y el promedio de 180.
También descubrieron que las personas que desactivaron Facebook eran más felices después, y reportaron menores niveles de depresión y ansiedad.
¿Por qué las personas se resisten tanto a dejar algo que realmente los hace infelices? Una de las respuestas puede ser que la gente utilice este tipo de redes sociales por motivos distintos a los de sentirse felices. Una teoría más es que dichas redes funcionan como drogas adictivas.
Otro ejemplo de la desconexión entre felicidad y la utilidad podría ser el tiempo de viaje. Los economistas y otros investigadores de la felicidad encuentran constantemente que los viajes más largos se asociación con la infelicidad.
Sin embargo la gente todavía paga mucho para vivir en los suburbios remotos. El economista Robert H Frank descubrió que quienes viajan a lugares remotos desde las ciudades no compensan los tiempos de viaje más largos en términos de felicidad.
¿Qué debería hacer la sociedad con respecto a la desconexión entre utilidad y felicidad? La pregunta plantea el problema del paternalismo y si es el rol del gobierno empujar a las personas a hacer cosas que no quieren hacer simplemente porque, como resultado, podrían ser más felices.
Basar la política en encuestas de felicidad también podría ser un error si dichas encuestas no son buenas medidas de la verdadera felicidad.
Esas encuestas pueden reflejar expectativas culturales de lo que las personas piensan que deberían decir, o las personas podrían perder gradualmente su capacidad de evaluar cuan felices o tristes son ahora con respecto al pasado.
Si las personas cometen errores constantes que conducen a una sociedad menos feliz, es un problema que debería abordarse