Ha sido una semana tumultuosa en Londres.
Con gran parte de la atención mundial centrada en la guerra en Ucrania, fue fácil pasar por alto la importancia de la decisión del gobierno británico el jueves de congelar tardíamente los activos de un puñado de oligarcas, incluido Roman Abramovich, el propietario del club de fútbol Chelsea .
Sin embargo, dado el estatus del Reino Unido como destino preferido para los plutócratas globales, cualquiera que pensara que la capital británica todavía era un lugar seguro para la riqueza dudosa se habrá dado cuenta.
