Por... Ian Vásquez
Ian Vásquez señala que la filantropía privada internacional llegó a un nivel récord a mediados de esta década y que los países en América Latina que tienen un ambiente más favorable para la filantropía son Chile y Uruguay.
Ser generoso y preocuparse por los demás son actitudes propias de la temporada. Damos regalos a nuestros seres queridos y, dentro de nuestras posibilidades, apoyamos a nuestras comunidades y a las ajenas a través de donaciones a escuelas, iglesias, hospitales y un sinnúmero de organizaciones no gubernamentales y caritativas.
En esta Navidad, celebremos que el mundo se está volviendo cada vez más generoso y que esto incluye a América Latina. El aumento de la generosidad filantrópica se ve tanto a escala global como nacional y no es únicamente navideña. Para mediados de esta década, la filantropía privada internacional llegó a un nivel récord de US$64.000 millones, según un informe del Hudson Institute. Todo indica que sigue creciendo. Si se toman en cuenta todos los flujos de dinero privado hacia países pobres (remesas, inversiones, etc.), lo privado sobrepasa en más de cinco veces a la ayuda externa oficial.
A medida que ha avanzado la globalización, la apertura de las economías nacionales y el crecimiento económico, la filantropía ha crecido, fortaleciendo así a la sociedad civil. Según un estudio sobre la filantropía global de la Universidad de Indiana, los países con mayor riqueza tienden a sostener ambientes más favorables a la filantropía.
Esa tendencia también se aprecia en el Perú. En un estudio sobre organizaciones filantrópicas en este país, Vicente León y Matthew Bird de la Universidad del Pacífico encontraron que 50% de tales entidades fueron creadas después del 2000, y la mitad de esas fueron creadas luego del 2010.
GlobalGiving, una ONG fundada la década pasada para facilitar donaciones privadas a organizaciones filantrópicas, identificó 53 proyectos caritativos peruanos que ha evaluado y que considera dignos de apoyo financiero (hace tres años fueron 31 proyectos). Estos incluyen iniciativas en distintas comunidades por todo el país para mejorar la salud, fortalecer escuelas, conservar el medio ambiente, amparar a mujeres pobres y ayudar a refugiados venezolanos, entre otros proyectos.
El estudio de la Universidad de Indiana evalúa el ambiente en 79 países dentro de los cuales puede desarrollarse la filantropía. En América Latina encuentra que solo Chile y Uruguay tienen un ambiente muy favorable para la filantropía, con mínima regulación y altos niveles de libertad para fundar tales organizaciones. Encuentra que en el Perú, Colombia y México, por ejemplo, las organizaciones filantrópicas lidian con demasiadas restricciones. De los 10 países latinoamericanos que evalúan, el ambiente filantrópico peruano solo se encuentra por encima del venezolano y ecuatoriano, que son altamente restrictivos.
Respecto a la facilidad de manejar una organización filantrópica, el Perú ocupa el séptimo lugar, según el estudio. Así como ocurre en el sector con fines de lucro y dadas las restricciones regulatorias en la región, buena parte de la filantropía latinoamericana se realiza de manera informal. Claramente hay mucho margen para fortalecer la filantropía en América Latina.
A veces se critica el énfasis comercial que algunos dan a la Navidad. De manera semejante, se critica al libre mercado a menudo por alentar el materialismo por encima de valores superiores. Pero es precisamente el sistema liberal que no solo permite el aumento de la generosidad, sino que también reconoce que forma parte de la naturaleza del hombre, tal como observó Adam Smith: “Por muy egoísta que se suponga que es el hombre, es evidente que hay en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la fortuna de los demás, y hacerle necesaria su felicidad, aunque nada derive de ella si no es el placer de verla”.
La Navidad es un buen momento para reflexionar sobre el mejor balance personal entre el interés propio y el ajeno, y para celebrar el aumento en la generosidad.