Por ...Rocío Víélez De Piedrahíta
El problema de las pirámides sacó a la luz la antipatía agazapada que se les tiene a los bancos. El rechazo de unas pocas personas no merecería preocuparse -toda entidad suscita rechazo y es criticada por alguno- pero tratándose de un sentimiento generalizado, vale la pena que los bancos consideren si es o no justificado.
¿Por quíé la gente abre cuentas y utiliza los bancos? Por la misma razón que obliga a utilizar vehículos en vez de caballos para desplazarse por la ciudad, o computador en vez de máquina de escribir, internet en vez de telegramas; ya no podemos prescindir del plástico o el computador, ni del celular -otro servicio varias de cuyas marcas tienen entre sus usuarios más protestantes que amigos-, ni de los bancos. Los bancos prestan un gran servicio y el hecho de ser indispensables en todos los niveles culturales, sociales, económicos, obliga a tratar con la mayor gentileza a los usuarios.
He recibido varios mails antibancos; transcribo datos de uno de ellos, sin chequearlos, atenida a que la persona que los envió se tomó el trabajo de cerciorarse de su exactitud. Anoto solamente los gravámenes que son motivo de gran rechazo por el público y que parecen fáciles de eliminar sin mayor perjuicio.
Los bancos cobran por retirar dinero en cajero automático, dinero que le pertenece a quien lo retira, cobran por hacer una transferencia y por retiros automáticos de otras redes; no sobra advertir que si en cada retiro el banco sólo entrega entre 300.000 y 400.000 pesos y el 'cliente' necesita un millón de pesos, retirar su dinero le cuesta más de 10.000 pesos; hay que pagar consultas telefónicas y la información del saldo, la reposición del plástico si se pierde -el informante por mail dice que entre 5.400 y 20.750 pesos, y una chequera de diez páginas puede costar un poco más de 33.000 pesos.
Según comentarios en tertulias, uno de los renglones que más parece molestar a la gente es que, a quienes tienen pocos fondos no se les envíe el extracto. A las personas de más de 70 años se les recibe el dinero cuando quieren abrir una cuenta, sin advertirles que su edad limita notoriamente los servicios que le pueden prestar.
Sin exagerar, es como si en un supermercado cobraran por utilizar el carrito, por retirar la mercancía de las estanterías, por las bolsas de papel o plástico en las cuales se envuelve la mercancía, por preguntar el precio, por utilizar la cajita para pasar las tarjetas. Sin duda, la gente seguiría mercando -¡no tiene alternativa!- pero no sentiría simpatía por ese mercado, así lo sonsacaran ofreciíéndole el oro y el moro.
Al ver publicadas por los medios, las ¡innumerables! ofertas que hacen los bancos en su afán de atraer clientes: rifas, descuentos, seguros, ahorros para estudios futuros de los hijos, premios, servicios que nadie les está pidiendo y que algunas veces estorban más de lo que ayudan y representan más y más pagos uno se pregunta si no sería más efectivo simplemente prestar servicios prácticos y sencillos.
Es bueno, buenísimo, que los bancos ganen, de alguna manera es una pista de cómo le está yendo a las finanzas del país. Pero sería mejor que ganaran un tris menos a cambio de la simpatía de sus clientes. Incluyendo los chiquitos: no hay que olvidarse de la fábula de La Fontaine del león y el ratón: en momentos desesperados, los ratones pueden salvarle la vida a los leones.