Más allá de los recortes de tipos
Publicado por Financial Times
Esta semana, el Banco Central Europeo se enfrentaba a una decisión bastante sencilla; la situación económica se está deteriorando con rapidez y la única opción era un recorte de tipos. Pero el BCE se está quedando sin armamento convencional. Pronto necesitará emplear otras medidas políticas más drásticas. Antes de que pueda hacerlo, sin embargo, el BCE necesitará la autoridad necesaria para implementarlas.
La inflación de los precios al consumo en la unión monetaria está cayendo, y la actividad económica de la eurozona se consume. El desempleo crece, la producción industrial cae, y los díéficits fiscales aumentan. El argumento para un recorte de tipos es claro. Es necesario que los europeos reciban una menor rentabilidad por sus ahorros y que se les anime a gastar.
Es poco probable, sin embargo, que un recorte de tipos suponga una gran diferencia. En mejores íépocas, los recortes del BCE alimentaron la demanda, estimulando la compra de viviendas en algunos países de la eurozona, especialmente en España. Pero esto no funcionará mientras los precios de los inmuebles sigan cayendo. Los recortes de tipos, entretanto, no supondrán un gran estímulo para el gasto de los consumidores. La población mejor posicionada para aprovechar el recorte, la alemana, se ha mostrado, históricamente, bastante indiferente a los cambios en el precio del críédito. Incluso un euro más díébil supondrá un respiro muy pequeño cuando la demanda global es tan pobre.
Frente a la Reserva Federal estadounidense, el BCE parece haber actuado de forma demasiado cautelosa, especialmente con respecto a los recortes de tipos. Parte de su aparente timidez, sin embargo, es consecuencia de su distinta situación. La Fed posee una libertad constitucional poco frecuente y una competencia especialmente alta para actuar. El BCE, en cambio, está atado.
En EEUU, se espera que el banco central tome decisiones que otros bancos centrales dejan en manos de los distintos departamentos y ministerios de los gobiernos. En Europa, los rescates bancarios, las garantías y los esquemas de críédito han estado en manos de los gobiernos nacionales. Hasta la fecha, esta diferencia había importado poco.
Pero ahora, parece cada vez más probable que Europa necesite emplear medidas políticas poco convencionales. Si los tipos llegaran a cero, nuevas facilidades monetarias requerirían que el BCE adquiriera activos, generando deudas para los gobiernos de la eurozona. Pero no existe una única autoridad fiscal con la que el BCE pudiera coordinar este tipo de acciones. De hecho, hay 16, todas con distintas posturas y con sus propios problemas.
Por lo tanto, los gobiernos de la eurozona, en el plazo de un mes, y en privado si es necesario, necesitan un plan sobre quíé hacer una vez alcanzada la barrera del cero. Deberían otorgar al BCE el liderazgo para administrar esa política monetaria, estableciendo los parámetros adecuados dentro de los que operar. Europa tiene que permanecer unida.