Problemas de la banca americana
Publicado en The Financial Times por FT. John Authers
Ya lo hemos visto antes. Ayer, Bank of America (BofA) y Citigroup, en su día los dos mayores bancos de EEUU, fueron víctimas de un pánico vendedor. Ya por la mañana, las dos entidades habían perdido un 51% desde el principio de la semana pasada.
Eso significa que los negociadores más influyentes pasarán el fin de semana intentando conseguir como puedan un acuerdo para recuperar los balances de estos dos gigantes, ambos afectados por un número demasiado elevado de activos tóxicos.
BofA intenta salir adelante despuíés de la compra de Merrill Lynch, mientras Citi intenta deshacerse de Smith Barney. Esta semana, el mercado crediticio aumentó las posibilidades de un posible impago por parte de Citi, aunque las posibilidades son menores a las que había en noviembre, antes del rescate. El riesgo de impago por parte de BofA parece mucho menor, lo que significa que el mercado espera una importante inyección de capital que afectará al precio de las acciones, pero protegerá a los acreedores.
La oleada de ventas recuerda a la tendencia registrada cuando saltaron las alarmas antes de la crisis crediticia. En el último semestre de 2008 asistimos a tres fatídicos fines de semana en Wall Street: el rescate de Citigroup, el 23 de noviembre, el colapso de Lehman Brothers, el 14 de septiembre, y el rescate de Fannie Mae y Freddie Mac, el 13 de julio. Durante las semanas anteriores, se habían producido caídas del 65%, 78%, 50% y 56% respectivamente en las acciones implicadas.
O los mercados vieron el alcance de los problemas, o el Gobierno de EEUU se vio obligado a actuar en nombre de los mercados. El resultado es el mismo. En los casos de Frannie y Citigroup, se produjeron fuertes rebotes los viernes anteriores, cuando los operadores entendieron que los rescates eran algo inevitable, e inmediatamente despuíés de las intervenciones. El caso de Lehman fue distinto. Pero, aunque lo hubiíéramos visto antes, no esperábamos que se repitiera con tanta celeridad. No podremos comprobar cómo afectarán las últimas ventas a las entidades hasta que las acciones no alcancen por lo menos los niveles registrados durante la crisis de noviembre.