Por... Silvia Ribeiro
Las grandes ganadoras de la pandemia han sido varias de las mayores plataformas digitales, que además de hacer ganancias astronómicas, han exacerbado desigualdades e injusticias -paradójicamente bajo una imagen idílica de que “estamos todos conectados”. La agenda de estas empresas avanza vertiginosamente, también en el mayor mercado del planeta: agricultura y alimentación. Desde el grupo ETC describimos el avance de la digitalización del sistema agroalimentario en el reporte Tecno-fusiones Comestibles (
https://tinyurl.com/y8bwd6k3).
Las más grandes empresas de ambos sectores están en movimiento, tanto en el Norte como en el Sur.
Microsoft ha diseñado programas especiales para digitalizar todo el trabajo en campo; varias empresas digitales tienen contratos con empresas de maquinaria, como
John Deere y CNH para la recolección a través de sus tractores de datos de suelo, siembra y clima, en sus nubes electrónicas. Las mayores empresas globales de comercio de materias primas agrícolas
Cargill, ADM, Cofco, Bunge, Louis Dreyfus y Glencore, sostienen una colaboración para el desarrollo de plataformas de tecnologías digitales (especialmente blockchain e inteligencia artificial) para automatizar el comercio global de granos.
Walmart compró el año pasado la inmensa cadena de ventas electrónicas
Flipkart en India, mientras que la cadena de supermercados
Carrefour hizo un acuerdo con
Google para impulsar ventas de comestibles en línea. A su vez, la cadena francesa de supermercados
Monoprix hizo un acuerdo de ventas en línea con
Amazon. Alibaba y Tencent, de China, se están disputando el control de enorme mercado de ventas de alimentos de China.
Mientras que millones de personas migrantes, trabajadores informales y temporales rurales y urbanos, con la pandemia quedaron sin sus fuentes mínimas de ingresos y fueron empujadas al hambre junto con sus familias, las empresas digitales y de agronegocios reportaron en abril 2020 abultadas ganancias.
Amazon, por ejemplo, reportó 24,000 millones de dólares en ganancias.
Nestlé, la mayor empresa global de alimentos y bebidas, productora de refrescos azucarados y otros alimentos ultra-procesados, productora serial de diabetes y obesidad, reportó en plena pandemia, un reparto de ganancias de 8 mil millones de dólares. Una cifra, señaló Grain, mayor que todo el presupuesto anual del Programa Mundial de Alimentos de ONU.
No obstante, las mayores empresas de agronegocios, como
Tyson Foods, segunda productora global de carnes, se quejan de que la crisis los afecta y alegan que “el sistema alimentario está roto” y por ello necesitan apoyos y exenciones de impuestos de parte de los estados. El sistema alimentario agroindustrial es una verdadera fábrica de pandemias, y han sido además, una alta fuente de contagios de sus trabajadores durante la crisis de Covid19. Pero no se refieren a ello, sino a situaciones como las que vimos en Estados Unidos, donde grandes productores de lácteos y huevos han tirado a la basura su producción, y otros han sacrificado miles de pollos o puercos, porque no era económicamente viable mantenerlos si no pueden venderlos en el momento preciso en que llegan al peso y tamaño que calcularon.
Como explica
Michael Pollan, se trata de sistemas alimentarios paralelos dentro la producción industrial en ese país. Por un lado empresas que proveen a supermercados, y por otro las que proveen insumos altamente especializados (por ejemplo huevos licuidificados) a instituciones públicas como escuelas, que cerraron durante la pandemia. En lugar de mantener los animales o ver como hacerlos llegar a quienes pasan necesidades, las empresas decidieron tirarlos a la basura, alegando que no era económico hacer otra cosa (
https://tinyurl.com/y6wmdzar).
En ese contexto, las empresas -tanto las digitales como las de agro-alimentación- tomaron nuevo impulso para afirmar que la digitalización de toda la cadena agroindustrial es la clave para superar la crisis. Esa agenda ya la tenían desde antes, pero ahora el discurso se basa en el Covid19, argumentando que gracias a ellas las personas han podido hacer sus compras online, que los robots no se enferman (ni hacen huelga o piden mejores condiciones), que el dinero electrónico no necesita contacto personal. Reclaman su “esencialidad” por ser proveedores de alimentos y convergen con las empresas de plataformas digitales en que los estados garanticen acceso internet en todas partes, que se hagan cargo de la infraestructura, que instalen redes 5G, para permitir mucho mayor volumen de datos, sin interrupciones (para que los sistemas de entregas con drones o vehículos no tripulados no se interrumpan), que se den pasos determinantes para el Internet de las Cosas en agro-alimentación.
Resumiendo, además de hacer enormes ganancias con la pandemia y tener un rol clave en la producción de las enfermedades -infecciosas y no trasmisibles– quieren que los estados las subvencionen.
Muchas evidencias y testimonios, señalan que los sistemas alimentarios que realmente funcionaron y funcionan, que han llevado de forma segura la mayor cantidad y calidad de alimentos durante la crisis a los que los necesitamos y generan trabajo y salud, son los sistemas campesinos y las redes locales campo-ciudad. Que además previenen futuras pandemias. Esos son los sistemas que es vital apoyar, no este nuevo ataque a la agricultura y alimentación.