Por... Chelsea Follett
Chelsea Follett destaca la importancia de la ciudad Ur en la era del Renacimiento de Sumeria, dado que allí se encuentra el código legal sobreviviente más antiguo del mundo.
Hoy presentamos la quinta parte de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada “Centros de progreso”. ¿Dónde sucede el progreso? La civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta columna provee una breve introducción a los centros urbanos que fueron el sitio de grandes avances en la cultura, la economía, la política y la tecnología, etc.
Nuestro quinto Centro de progreso es la ciudad mesopotamia de Ur durante el llamado Renacimiento Sumerio, en el siglo 21 AEC. Ur entonces funcionaba como la ciudad capital de un rey llamado Ur-Nammu. Bajo su dirección, la ciudad emitió el código legal más antiguo que sobrevive en el mundo, el Código de Ur-Nammu, el cual data desde tres siglos antes del mejor conocido Código de Hammurabi. El código legal de Ur-Nammu, que fue esculpido en tablas terracotta y distribuido alrededor de su reino, constituía un avance significativo en la historia de la civilización humana.
El Código de Ur-Nammu ayudó a establecer la idea de una serie de castigos por un crimen particular que se aplicaba de igual forma a todas las personas libres sin importar su riqueza o status. En otras palabras, el código reemplazó los estándares arbitrarios de justicia, los cuales cambiaban con cada nueva instancia de un crimen, con una serie de reglas uniformes y transparentes. Muchas de esas reglas eran horribles según los estándares modernos, pero el código no obstante constituía un desarrollo notable hacia lo que ahora consideramos el Estado de Derecho.
Las referencias en la poesía sumaria antigua sugieren la existencia de un código legal todavía más viejo que el Código de Ur-Nammu, denominado el Código de Urukagina, escrito en el siglo 24 AEC. Desafortunadamente, el texto de ese código anterior no ha sobrevivido. El Código de Ur-Nammu, siendo el código legal sobreviviente más antiguo, es por lo tanto la mejor ventana que tenemos hacia los orígenes del desarrollo del Derecho.
Hoy, la ciudad de Ur se encuentra en ruinas en el desierto del sur de Irak. El Gran Zigurat de Ur, elegido en honor al dios sumario de la luna, todavía está allí. El sitio arqueológico de Ur también es el lugar de lo que podría ser el arco —todavía erguido— más antiguo del mundo. Muchos de los artefactos encontrados en Ur han sido reubicados y ahora pueden ser vistos en el Museo Británico en Londres y en el Museo Arqueológico de Pennsylvania en Filadelfia. Ur es parte de un sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO que también incluye a nuestro segundo Centro de progreso, Uruk, que se encuentra a menos de 60 millas de distancia.
Durante su era de oro, Ur era la capital de un estado que reunía a toda Babilonia y a varios territorios hacia el este. Era también un puerto clave de comercio entre Babilonia y las regiones hacia el sur y el este.
Imagínese la ciudad, rodeada de palmeras y de tierra hábilmente irrigada, hecha fértil por los riachuelos que fluían hacia el Río Éufrates que se encontraba hacia el Oeste. Conforme se acercaba, hubiese visto agricultores trabajando en sembríos de cebada, pescadores lanzando sus redes hacia los riachuelos, y pastores liderando sus ovejas hacia el pasto.
Conforme entraba al animado centro urbano, hubiese visto mucha gente. La población de Ur eventualmente superó las 65.000 personas. Puede que eso no parezca mucho —es aproximadamente la misma población actual de Youngstown, Ohio o de Schenectady, Nueva York— pero era alrededor del 0,1 por ciento de la población global total en ese entonces. Ur se convertiría en la ciudad más poblada del mundo y lo seguiría siendo hasta alrededor de 1980 AEC.
Las personas de Ur usaban faldas o telas envueltas de kaunakes, una tela de lana con un patrón bombacho asemejando hojas o pétalos superpuestos. Los ricos usaban cinturones de oro o plata, y las mujeres ricas usaban ornamentos y joyas de los mismos materiales. Todos, incluso la realeza, andaban descalzos. Las sandalias no aparecerían en la región hasta siglos después. Los nativos de la ciudad principalmente tenían cabellos oscuros —las personas de Sumer se referían así mismos como los “cabeza-negra”. Las personas de Ur probablemente compartían las calles de la ciudad con los bueyes que jalaban vagones cargados de suministros, y el mal olor del estiércol puede que haya sido inevitable. Los muy ricos viajaban en cuadrigas tiradas por burros, o quizás por onagros híbridos.
La arquitectura de la ciudad tenía columnas, arcos, bóvedas, y cúpulas. Usted hubiese quizás visto a la gente cargando sobre sus cabezas canastas llenas de ofrecimientos a los numerosos dioses y caminando hacia uno de los templos de la ciudad. Los templos de la ciudad estaban profusamente decorados con estatuas (muchas veces con ojos de lapislázuli), mosaicos, y metales en relieve. Las columnas del templo estaban cubiertas de mosaicos coloridos o de cobre pulido. Las tablas inscritas se encontraban en las bases del templo.
Hubiese visto el espacio donde el trabajo había empezado a realizarse para construir un zigurat de ladrillos de barro cubiertos con ladrillos quemados fijados en betún. Sobre esa plataforma, un templo pronto sería construido. El templo estaría por encima del resto de construcciones de la ciudad y sería visible desde lejos en el campo plano de Mesopotamia y honraría al dios de la luna Nanna, la deidad santa de Ur. El zigurat parcialmente reconstruido es hoy la estructura más destacada de Ur.
Al final del precinto sagrado estaba el Cementerio Real, fuera de uso para ese entonces desde hace alrededor de cincuenta años. Allí estaban enterradas 2.000 personas —realeza enterrada para descansar utilizando elaborados ornamentos de oro, junto con sus asistentes, víctimas del sacrificio humano. Pero la ciudad había abandonado esa práctica para la era que nos concierne.
En el mercado hubiese visto artesanos vendiendo sus mercaderías como textiles de lana, ropa y tapices; jarros, jarrones flauta, y cálices, algunos elaborados con metales preciosos; recipientes de clorita esculpidos en piedra, portando inscripciones cuneiformes; ornamentos y joyas de piedras semi-preciosas como la cornalina y metales preciosos; varias herramientas y armas. Pasando por los puestos de comida probablemente hubiese visto trigo, cebada, lentejas, frijoles, ajo, y leche de cabra. Hubiese visto vasijas de piedra con aceites y vinos valiosos.
Se hubiese detenido en un puesto vendiendo instrumentos musicales tallados, para admirar la lira con lapislázuli —una piedra que venía desde lo más alto del Río Kokcha en lo que ahora es Afganistán, a más de miles de millas de distancia. Su presencia es un recordatorio del comercio de largo alcance de la ciudad.
Avanzando, hubiese observado a dos hombres sobre un juego de tablero de estrategia. El Juego de Ur era entonces popular alrededor de Mesopotamia entre las personas de todo estrato social. Quizás hubiese escuchado a los jugadores argumentar acerca de las reglas, para resolver su disputa (han sobrevivido las tablas que explican las reglas del juego).
La gente de Ur tenía una guía para ayudarse a navegar las disputas que concernían cuestiones mucho más importantes también. Si visitara en el año que los locales denominan “el Año en que Ur-Nammu hizo la justicia en la tierra”, que se cree que fue alrededor de 2045 AEC, entonces hubiese presenciado un momento que alteró la historia. Hubiese quizás tenido la buena suerte de ver cómo los mensajeros de Ur desembarcaban desde la ciudad para entregar las tablas que portaban el nuevo código legal a todos los rincones del reino.
El Código de Ur-Nammu, siendo el código legal más antiguo que sobrevive, ayudó a redefinir cómo la gente concebía la justicia. El Código de Ur-Nammu enumeraba las leyes en un formato de causa y efecto (esto es, “si esto, entonces eso”) que específicamente delineaba los distintos crímenes y sus respectivos castigos. Un total de treinta y dos leyes sobreviven (pueden ser leídas aquí).
El Código de Ur-Nammu también introdujo el concepto de las multas como una forma de castigo —una noción en la que todavía nos basamos hoy. Las multas iban desde minas y siglos de plata hasta gurs de cebada (el sistema sumerio de medidas no es totalmente comprendido, pero un kur o gur es probable que era una unidad basada en una estimación del peso que un burro podía cargar).
Comparado con el posterior Código de Hammurabi, el código de Ur-Nammu era relativamente progresivo, muchas veces imponiendo multas en lugar de castigos físicos sobre el transgresor. En otras palabras, muchas veces favoreció la compensación por la víctima del crimen por sobre el establecimiento de la justicia retributiva en contra del perpetrador de un crimen. El Código de Hammurabi es conocido por haber estipulado que “Si un hombre le saca un ojo a otro hombre, su ojo deberá ser removido”. Esa norma de “un ojo por un ojo” también está citada en los libros Éxodo y Levítico del Antiguo Testamento. En cambio, el Código más antiguo de Ur-Nammu establece que “Si un hombre le saca un ojo a otro hombre, este [pagará] media mina de plata”.
En el prólogo del código, el Rey Ur-Nammu se jactaba acerca de sus varios logros y decía haber establecido “la equidad en la tierra”. Por equidad, él no se refería al concepto moderno de igualdad —después de todo, gobernó una sociedad donde abundaba la esclavitud. Pero al establecer el castigo uniforme por los crímenes, el pretendía asegurar que tanto las personas libres ricas y pobres fuesen tratadas de igual forma ante la ley. En el prólogo señaló, “No entregué los huérfanos a los ricos. No entregué la viuda a los poderosos. No entregué al hombre con tan solo un siclo al hombre con una mina (esto es, 60 siclos)….No impuse órdenes. Eliminé la enemistad, la violencia, y los pedidos de justicia. Establecí la justicia en la tierra”.
El rey claramente vio que su código legal era una parte importante de su legado, y quería que ser recordado como un gobernante justo. El código ciertamente representó un paso hacia adelante, cuando se lo compara con un sistema puramente arbitrario de castigo. Era presumiblemente más humano que algunos códigos legales que le siguieron, como el anteriormente mencionado Código de Hammurabi. Dicho esto, el Código de Ur-Nammu no es un cuerpo legal bajo el cual le gustaría vivir a una persona moderna. Algunas leyes eran ridículas (“Si un hombre fuese acusado de brujería él debe soportar el calvario en el agua”), sexistas (“Si la esposa de un hombre siguiese a otro hombre y si él durmiese con ella, ellos matarán a esa mujer, pero el hombre será puesto en libertad”) o simplemente bárbaras (“Si la mujer esclava de un hombre, comparándose con su señora, le hablara de manera insolente a ella, su boca será restregada con un cuarto de sal”).
Algunas de las leyes también eran confusamente específicas, por ejemplo: “Si alguien cortase la nariz de otro hombre con un cuchillo de cobre, él debe pagar dos tercios de una mina [1,25 libras] de plata”. ¿Había un castigo distinto si el cuchillo utilizado no era de cobre? (Hoy, si usted tiene curiosidad, cortarle a alguien la nariz lo llevará a la cárcel por 1 a 20 años —al menos en Rhode Island, el único estado en el que pude encontrar una ley que específicamente menciona la mutilación de la nariz).
Hoy, la ciudad de Ur es tal vez mejor conocida por ser considerada como el lugar de nacimiento del patriarca bíblico Abraham. Abraham es una figura importante en las religiones del Judaísmo, la Cristiandad y el Islam, que son, por lo tanto, conocidas como “las religiones abrahamicas” por esa característica común.
La llegada de las leyes transformó cómo las comunidades implementaban la justicia al asegurar una serie de reglas uniformes y transparentes. Mientras que muchas leyes a lo largo de la historia han demostrado ser errores, y mientras que las leyes injustas continuan presentando serios problemas en muchos países, un sistema de leyes es todavía mejor que un sistema en el que los castigos son asignados sin ningún tipo de consistencia y según el capricho de un gobernante o una multitud. Al implementar el código legal sobreviviente más antiguo, la ciudad Ur de la era del Renacimiento Sumerio se ha ganado su lugar como nuestro quinto Centro del progreso.