En íépoca de crisis aguda se desata la creatividad en todos los ámbitos y cómo no, en Internet. La inseguridad laboral se extiende de forma incontrolada y cuando la angustia aprieta a las economías es difícil resistirse a una oferta tan tentadora, sobre todo cuando se viste con un halo de negocio on-line tan en boga en nuestros días. Nos estamos a una interpretación del entrañable tocomocho, pero en versión 2.0. En este caso, la víctima no es estafada en el sentido literal del tíérmino, sino que es empujada involuntariamente a cometer un delito del que con posterioridad se arrepentirá seguro.
Así, la firma alemana de seguridad G Data han alertado de un nuevo cyber delito por el cual, cualquier español de a pie puede recibir en su bandeja de entrada un sugerente correo en el que se le ofrece trabajar entre dos y cinco horas semanales por las que obtendrá unos ingresos de en torno a los 600 euros. A bote pronto el trabajo tiene el aspecto de estar muy bien pagado, demasiado bien pagado para ser real y desde luego, estas rentabilidades despertarían las sospechas de cualquiera con un poco de sentido común y que conoce a pies puntillas la máxima de 'nadie da duros a pesetas'.
Para disipar estas sospechas, los estafadores disfrazan los correos detrás de pomposas corporaciones -ficticias, por supuesto- y califican el trabajo desde casa como 'analista financiero' o 'director de transacciones', ofertas para las que no es necesaria ninguna formación ya que la empresa se encarga de todo. De hecho, el estafado lo único que tiene hacer es aceptar cuantiosos ingresos en su cuenta corriente (obtenidos en su mayoría de forma ilícita) y transferir la cantidad empleando servicios similares a Western Union a direcciones que a la postre resultan ser falsas y el dinero acaba yendo a Europa del este. Por esta sencilla gestión, la víctima recibe entre un 3 y un 5% del monto total transferido. Demasiado fácil y seguro para ser real, pero en Internet la cultura del pelotazo sigue vigente y por lo tanto posible, máxime cuando observamos a jóvenes paseándose en deportivos tras haberse hecho millonarios en Silicon Valley con 19 años.
Sin embargo, la sensación de pertenecer sin despeinarse a la generación de Mark Zuckerberg y Larry Page cae a plomo cuando reciben una citación judicial por una comisión de un delito penal. Y es que en la red tampoco hay milagros y no hay dinero que no se haya ganado uno con el sudor de su frente o como consecuencia de un ingenio fuera de lo común. Si no es su caso, desconfíe de toda oferta que le llegue por e-mail de un remitente desconocido, y aplíquese la receta de moda para salir de la crisis recomendada por Barack Obama: trabajo duro y honestidad.