No hubo escasez de titulares de coronavirus en 2020 y es probable que los choques económicos de la pandemia reverberen en el futuro previsible.
El gran gobierno protagonizó un regreso, donde se convirtió en la norma complementar los salarios de los empleados y ofrecer pagos directos a sus ciudadanos. Un gran replanteamiento de la economía también cambió la mentalidad sobre la deuda pública, con los déficits federales aumentando a medida que los bancos centrales volvieron al negocio de la impresión de dinero y las tasas de interés alcanzaron mínimos históricos.
Los temblores afectaron a las cadenas de suministro en todo el mundo e hicieron que las empresas y los gobiernos fueran más escépticos sobre su dependencia de China. Las cosas fueron aún más difíciles en el frente doméstico. El trabajo mal pagado en los servicios, donde hay más contacto cara a cara, recibió un golpe gigantesco, mientras que en los niveles más altos de ingresos, las oficinas remotas se convirtieron en algo común. Mientras tanto, los mercados de valores regresaron con un vigor que muchos pensaron que llevaría años.
Con los aviones en tierra y el viaje casi paralizado, Big Oil sintió una amenaza real de que el mundo se estaba tomando en serio el clima. Incluso sorprendentemente, los precios del crudo se volvieron negativos en un momento dado que la gente se quedaba en casa encerrados, dando impulso a la eliminación gradual de los combustibles fósiles. California anunció nuevos planes para prohibir la venta de nuevos automóviles de gasolina y diésel para 2035, junto con muchos países europeos, mientras que el presidente electo Joe Biden prometió volver a unirse a los acuerdos climáticos de París. Ocho grandes petroleras también anunciaron un acuerdo para aplicar un conjunto común de "principios de transición energética" en sus negocios, incluido un compromiso con la descarbonización de la industria .
