Cuando las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial comienzan en un formato virtual, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, tenía un mensaje para los gobiernos del mundo.
"Es importante trabajar con otros países para poner fin a las presiones de la competencia fiscal y la erosión de la base impositiva corporativa ... para asegurarse de que la economía mundial prospere sobre la base de un campo de juego más nivelado en la tributación de las corporaciones multinacionales", dijo en su primer gran discurso sobre política económica internacional.
Yellen aboga específicamente por la adopción de un impuesto mínimo global para las corporaciones con el fin de evitar una "carrera a la baja" en materia de impuestos.
Contexto: el presidente Biden ha propuesto aumentar la tasa de impuestos corporativos de EE. UU. al 28% desde el 21%, deshaciendo parcialmente el recorte de la administración Trump del 35% en su legislación fiscal de 2017. Biden también quiere establecer un impuesto estadounidense mínimo sobre los ingresos corporativos en el extranjero para dificultar que las empresas trasladen sus ganancias al extranjero.
Un impuesto mínimo sobre la renta corporativa global podría compensar parcialmente cualquier desventaja que pueda surgir de la subida del impuesto a las empresas en Estados Unidos y ayudaría a pagar el ambicioso plan de infraestructura de la Casa Blanca de 2,3 billones de dólares.
Preguntas para hacer: ¿Las naciones (o el Congreso) estarán de acuerdo con el impuesto? Cual sera el nivel? ¿Incluirá mecanismos de aplicación o será lo suficientemente eficaz como para eliminar los paraísos fiscales o las jurisdicciones de impuestos bajos?
Si bien muchos países han respaldado los impuestos mínimos, es posible que otros no adopten uno a menos que puedan reclamar un mayor reclamo para gravar las ganancias de las empresas tecnológicas estadounidenses.
El debate también toca la fricción en curso en la tributación internacional: si gravar a las empresas en función de la ubicación de sus ingresos o la ubicación de su sede. Estados Unidos no tenía un sistema puro antes o después de la ley tributaria de 2017, que se inclinó hacia los impuestos según el lugar donde se generan los ingresos, aunque la administración Biden parece centrarse más en esto último.
Yellen también pidió a otros países que se abstengan de endurecer la política fiscal demasiado pronto para apoyar una economía global fuerte.
