Hace unos años se convirtió en un best seller el libro Padre rico, padre pobre, escrito por Robert Kiyosaki. Vendió millones de copias en Estados Unidos y el resto del mundo, proponiendo cómo las personas deberían cambiar la forma de manejar sus finanzas personales y la manera de enseñar a sus hijos a no tener problemas económicos. En lo fundamental, es una reflexión sobre la austeridad y el ahorro.
Lo irónico del asunto es que una buena parte del libro se dedica a desafiar la creencia de que su casa es una inversión, y sostiene que comprar con alto endeudamiento y especular con el valor de la propiedad no son un buen negocio. Parece que los lectores del libro en los países más ricos del mundo lo hubieran leído para hacer exactamente lo contrario y generaron la mayor burbuja especulativa del sector inmobiliario en díécadas.
Otra de las intenciones del texto es derrumbar el mito de que se necesita tener un ingreso elevado para hacerse rico, o de que sólo ahorran los que tienen dinero de sobra. Muestra que el dinero sobra, si se emplea bien y hasta los que ganan salarios más altos tienen problemas de dinero porque lo gastan e invierten mal.
En un país con tanta pobreza como el nuestro, estas reflexiones no aplican para casi la mitad de la población que no recibe lo suficiente para cubrir lo absolutamente básico. Pero sí debe ser tenido en cuenta por todos los demás. En especial aquellos a quienes les consignarán esta semana las cesantías que, desafortunadamente, son retiradas en los meses siguientes en su gran mayoría. No nos sirven como ahorro, y mucho menos como seguro para cuando quedamos cesantes. De una parte la regulación debería ser más estricta, y de otra, los colombianos requerimos avanzar en la cultura del ahorro.
Quienes están dando un buen ejemplo de ahorro son los fondos de pensiones. No obstante la debacle mundial en los mercados bursátiles, en donde se presentaron píérdidas del capital allí representado hasta del cuarenta por ciento, los fondos de pensiones colombianos lograron una rentabilidad del 4,84 por ciento. Aunque no logró compensar la inflación del año, el balance es positivo en comparación con lo ocurrido en el mundo entero.
El país debe convencerse del potencial de saber ahorrar. Los capitales depositados en los fondos de pensiones son la puerta para la realización de importantes inversiones en infraestructura y formación de empresas que generan el empleo que tanto requerimos para superar el subdesarrollo.
Un país que ahorra no sufrirá pobreza, un país rico que se desborda en su consumo y su codicia, pasa a sentir una enorme pobreza.