Ojo con las preferentes: la banca española las coloca en masa con el mercado roto
ALBERTO CAí‘ABATE
Invertia.com
Los bancos españoles se han apuntado a la carrera de colocar participaciones preferentes entre sus clientes de toda la vida. Productos híbridos ligados al beneficio y que sólo pueden ser amortizados si la entidad lo considera oportuno, es decir, perpetuos. Por ambas razones, el mercado secundario de preferentes está resquebrajado, con los precios por los suelos ante la desconfianza del gran inversor hacia estos activos. Antiguas preferentes de BBVA, Sabadell o Popular cotizan con píérdidas de más del 50%.
En España, BBVA colocó en diciembre entre sus clientes 1.000 millones de euros en participaciones preferentes. Banco Sabadell hizo lo propio este mes y a travíés de sus sucursales vendió 500 millones. Banco Popular planea emitir otros 400 millones, mientras que Santander, el primer banco español, pretende compensar a los clientes afectados por el fraude Madoff con 1.380 millones en preferentes. Total, 3.280 millones en poco más de un mes.
Para la banca, vender participaciones preferentes es un excelente negocio, ya que refuerzan sus ratios de solvencia (el Tier 1, que es el de segunda calidad) a unos precios bajos en comparación a los de mercado. Y, de paso, eluden castigar el precio de sus títulos en bolsa y diluir a sus accionistas con una ampliación de capital, que reforzaría el de primera calidad o menor exigibilidad (core capital).
Pero esto que es tan rentable para los bancos, ¿lo es tambiíén para los inversores? BBVA y Sabadell necesitaron escasos días para vender a la clientela estos activos. Activos que el inversor institucional (aseguradoras y fondos) no quiere por la falta de visibilidad de los resultados de la banca. Una de las principales características de las preferentes es que el cupón está ligado a los beneficios, y en la situación actual, con la morosidad en subida libre, las cuentas de 2009 son un enigma.
En resumen, las preferentes, un híbrido entre las acciones y la deuda que computa como recursos propios, son un instrumento financiero que no da derechos políticos, concede un cupón fijo que está ligado a la obtención de beneficios y cuya duración es perpetua, aunque el emisor se reserva el derecho a recomprarlas a partir de equis años. Los tenedores de preferentes son los últimos en cobrar en caso de quiebra de la entidad, sólo antes que los accionistas. Desde 2003, su emisión está regulada en España.
Ese plazo incierto de amortización y el alto riesgo hace que las preferentes contemplen una retribución superior a la deuda senior o la subordinada. Aunque en las últimas emisiones que se han producido en España, el rendimiento de las preferentes está muy ajustado al de, por ejemplo, la última operación de bonos subordinados de La Caixa. Mientras BBVA y Sabadell pagan el 6,5% fijo anual en los dos primeros años y Euribor 3 meses más 2,5% el resto, la caja que preside Isidro Fainíé lo hace en un 6% el primer año y Euribor a 3 meses más 2% puntos hasta vencimiento.
A pesar de ser perpetuas por definición, el inversor dispone de la opción de hacer líquidas las preferentes en el mercado secundario. Aunque ahora no es el mejor momento, ya que los precios padecen un cuadro severo de depresión desde septiembre de 2008, fecha en la que quebró Lehman Brothers y en la que EE UU nacionalizó las agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac. “Mira cómo están los mercados, mira lo que le cuesta emitir a un banco español, los mercados están ilíquidosâ€, comenta a este portal un experto en bancos.
“Lo que hacen los bancos es denunciable, están vendiendo estos productos al cliente de toda la vida, a la gente con menos cultura financiera porque al institucional no puedenâ€, comenta a este portal un operador de renta fija que prefiere guardar el anonimato. “Es una mala inversión, no hay liquidez en el mercado, casi no hay mercado, existe algo de oferta, pero sólo recomiendo comprar nombres más caros con un descuento de más del 50%â€.
Sabadell realizó en 2006 una emisión de preferentes de 500 millones, a la par y un cupón fijo hasta 2016, fecha de la primera posible amortización, del 5,234%. Hasta finales de agosto del año pasado, el precio, inverso a la rentabilidad, descendió a 70 cíéntimos por cada euro. Pero tras la intervención de las agencias hipotecarias a inicios de septiembre pasado, la caída se ha ensanchado hasta 27, según datos de Bloomberg. Por lo tanto, si un inversor fue a la venta inicial y necesita ahora liquidez, perderá de un plumazo el 73% de su inversión menos los intereses percibidos.
La entidad que preside Josíé Oliú optó hace pocos días por no ejercitar la opción de amortización anticipada sobre una emisión de preferentes de 300 millones, según publicaron las agencias. “Los bancos prefieren no recomprar, ya que si salen al mercado lo tienen que hacer a precios mucho más altosâ€, comenta un operador. Nada más conocerse la noticia, el precio del bono, emitido en 2004, cayó de 98 cíéntimos por euro a 80. El siguiente plazo de amortización será dentro de otros cinco años.
BBVA, otro de los bancos que en las últimas semanas se ha lanzado a la colocación de preferentes, vendió hace cuatro años 550 millones de euros de este instrumento financiero al 3,798%. Los activos salieron a la par (100) y ahora cotizan en 41,9 cíéntimos por cada euro, según Bloomberg. Es decir, el rendimiento de estas preferentes para el que las compre ahora está ahora en el 20,7%, muy por encima del 6,5% que da el banco que preside Francisco González en su última emisión.
Popular, tercer banco español, tampoco es una excepción al desplome de precios de las antiguas preferentes. La entidad que preside íngel Ron colocó 300 millones en 2007 de estos instrumentos financieros al 4,9% anual. En este momento, el precio es de 25,6 cíéntimos por cada euro, según consta en la base de datos de Bloomberg, por lo que en menos de dos años se han depreciado en un 75%.
En EE UU, bonos preferentes de Citigroup o Bank of America han caído el 34% en enero, un poco más que en el caso de sus colegas españoles, aunque en un contexto bien distinto, ya que ambas entidades han precisado de inyecciones de capital público y avales sobre ciertos activos para poder eludir la quiebra.
Durante el ejercicio pasado, aseguradoras, hedge funds y otros inversores compraron más de 73.000 millones de dólares en productos híbridos, según datos de Bloomberg. En aquel momento, pocos en el mercado intuían la caída de ninguno de los gigantes financieros estadounidenses, por lo que las atractivas rentabilidades, alrededor de dos puntos porcentuales por encima de la deuda de más calidad, era argumento más que suficiente para la toma de posiciones.