La Fábrica de Automóviles Taganrog anuncia una buena oferta. Filas de vehículos deportivos Hyundai Santa Fe, reciíén saliditos de la fábrica, están disponibles para usted. A cambio reciben láminas de metal, tenis o ropa.
En Rusia están empezando a aparecer anuncios en diarios y en publicaciones en línea, como la que ofrecía "2,500,000 rublos en ropa interior de primera calidad por cualquier automóvil", y otro que prometía "madera en Krasnoyarsk por comida o medicina". Por su parte, un fabricante en Ekaterimburgo les está pagando a sus acreedores con máquinas excavadoras.
Además, uno de los corredores originales de mercadería en Rusia, German L. Sterligov, ha generado una ostentosa iniciativa "anticrisis" que, asegura, formará largas cadenas de empresas en un sistema mundial de trueque.
Todo lo anterior evoca un cierto sentir de deja vú. A mediados de los años 90, las transacciones de trueque en Rusia representaban un asombroso 50% de las ventas de empresas medianas y 75% en el caso de las grandes.
Esta práctica mantuvo a flote a los negocios durante varios años, pero tambiíén ocasionó que postergaran algunos cambios fundamentales que necesitaban para volverse más competitivos, como despidos de personal y reducciones de precios. De manera similar, eso afectó negativamente a los ingresos fiscales.
Hasta ahora, el regreso ha sido en pequeña escala. Las estadísticas más recientes que están disponibles, de noviembre, mostraron que los tratos mediante el trueque representaron entre tres y cuatro por ciento de las ventas totales, aproximadamente, con base en datos del Barómetro Económico de Rusia, boletín independiente. No obstante, los economistas están tomando nota.
"Los rusos son tan arrogantes que nunca rebajan los precios", dijo Vladimir Popov, catedrático en la Escuela de Nueva Economía de Moscú. Al recurrir a sistemas de trueque durante un bajón económico, dijo, "estás ocultando la cabeza en la arena".
Sin embargo, sería difícil disuadir a propietarios de negocios, los cuales ven el trueque como un punto de luz en un oscuro horizonte financiero.
Entre los más animados de ellos está Sterligov, quien, justamente al tiempo que la contracción del críédito detuvo abruptamente la mayoría de los tratos comerciales, captó 13 millones de dólares para el Centro de Arreglos Anticrisis y Mercancía.
Sterligov, de 42 años de edad, es uno de los grandes personajes del capitalismo ruso. Cuando tenía veintitantos años, en la víspera de la caída de la Unión Soviíética, íél era un libertino comerciante de productos, quien fumaba un cigarrillo tras otro y estaba rodeado de asistentes de largas piernas.
Sin embargo, Sterligov se perdió de la prosperidad impulsada por el petróleo de años recientes. Luego de haber perdido en su postulación en contra de Vladimir V. Putin en la elección presidencial de 2004, íél se retiró a una casa de troncos en las afueras de Moscú, optando por la barba y las botas de un pastor ruso. En agosto, indicaciones del colapso financiero lograron sacarlo del bosque.
Planea usar una base de datos informática para crear cadenas de seis o siete empresa que tengan dificultades para vender sus productos por dinero, en la cual la última empresa en la cadena le pagaría a la primera en una sola transacción con dinero en efectivo.
Es el tipo de trueque multipartita que se alzó a la prominencia en los años 90, cuando gerentes de fábricas a lo largo de Rusia formaron complejas cadena de trueque para mantener al máximo número de empresas en los negocios cuando ninguna tenía efectivo para cubrir sus cuentas. Una computadora, dijo, puede hacer el mismo trabajo más rápidamente y con mayor eficiencia.
"Lo que fue en el pasado quedará en el pasado", dijo Sterligov en una entrevista del mes pasado, desde la suite en el piso 26 que alquiló en un alto edificio de Moscú. "Estamos dando un paso al futuro".
Hasta ahora, los economistas dudan que el trueque crezca al nivel que alcanzó en los años 90. Previamente en la transición hacia una economía de mercado, los industrialistas aún tenían muy poco en juego en tíérminos monetarios en sus negocios, pero dependían del prestigio que llegaba con las posiciones ejecutivas, comentó Andrei Yakovlev, de la Escuela Superior de Economía en esta localidad. Ellos tenían muy pocos incentivos para reducir costos, y los tratos mediante el trueque los mantuvieron funcionando durante cinco años, notó.
Hoy día, propietarios y administradores de negocios "realmente están intentando reducir costos y reducir la ineficiencia", dijo Yakovlev. Despuíés, agregó que era más problema que el trueque viniera de gobiernos regionales, los cuales tienen más que perder a raíz de la alta tasa de desempleo.
El trueque es un efecto secundario de la política monetaria, dijo Popov, quien está enseñando en la Universidad de Carleton, en Ottawa. Rusia está en firme control de una crisis de liquidez. De la misma forma que ocurrió a mediados de los años 90, el gobierno ya convirtió en una prioridad el apuntalamiento de la economía mediante la compra de rublos, con la esperanza de evitar las ventas de pánico que llegan con una rápida devaluación.
El rublo ha perdido valor gradualmente, yendo de 23.4 contra el dólar a comienzos de agosto, antes de la guerra de Rusia en Georgia, a 36.2 contra el dólar durante la semana pasada.
Debido a esta situación, la reserva de dinero se sigue contrayendo, y algunas empresas recurren al trueque para sobrevivir. "Estamos pisando por segunda vez el mismo rastrillo", dijo Popov. "La segunda vez un pecado mayor".