La crisis financiera ha tocado de lleno la industria del acero, que en sólo unos meses ha pasado de la euforia a resultados no vistos desde la posguerra.
ThyssenKrupp, primer productor de acero de Alemania y cuarto del mundo, confirmó la depresión por la que atraviesa el sector en la presentación su primer balance trimestral, que concluyó con una caída de los pedidos de acero y de acero inoxidable del 36 y el 55 por ciento, respectivamente.
Pese al buen comportamiento de otros segmentos productivos de ThyssenKrup, este primer trimestre se cerró con un beneficio neto antes de impuestos de 240 millones de euros, un 62 por ciento menos.
Los resultados de ThyssenKrupp guardan paralelismo con los presentados el miíércoles en Luxemburgo por ArcelorMittal, que con una producción en 2007 de 116,4 millones de toneladas encabeza la lista mundial, seguida, con 35,4 millones de toneladas anuales, por Nippon Steel y con 26,5 millones por el grupo indio Tata.
ArcelorMittal anotó en el último trimestre de 2008 un retroceso en su volumen de negocio del 21 por ciento, lo que se tradujo en una píérdida de 1.995 millones de euros.
Las píérdidas podrían haber sido más cuantiosas si el consorcio no hubiera reaccionado con la rapidez que lo hizo: En vez de reducir la producción un 35 por ciento lo hizo el 45 por ciento, medida que, al menos de momento, se mantendrá.
La empresa, además, procederá a una reducción “sin despidos†de 9.000 trabajadores de total de 326.000 en todo el mundo.
El número dos en Europa, Coros, perteneciente al grupo industrial Tata, informó a finales del pasado enero que a la venta de una de sus plantas en el Reino Unido le seguirá un recorte de 3.500 empleos de un total de 42.000.
ThyssenKrupp estudia medidas similares, entre ellas un recorte de plantilla de entre 1.500 y 2.000 trabajadores, con la finalidad de ahorrar hasta el final del ejercicio 2009-10 un mínimo de 1.000 millones de euros.
La razón de esas medidas extraordinarias, equiparables según los analistas a los difíciles tiempos de la posguerra, es la creencia de íésta será una carrera de fondo.
Los observadores del mercado del acero prevíén que la demanda mundial de esta aleación, utilizada en numerosos sectores de la actividad productiva como el automóvil o la construcción, caerá entre el 7 y el por ciento el año en curso.
La Organización Europea de la Industria del Acero, Eurofer, pronostica para 2009 que la demanda disminuirá el 8 por ciento.
La crisis pilló a los grandes consorcios desprevenidos a tenor de las declaraciones efectuadas por el presidente de ThyssenKrupp, Karl-Ulrich Kí¶hler, en vísperas de la quiebra de Lehmann Brothers, a mediados del pasado septiembre.
Kí¶hler se mostró exultante por la buena salud del sector y aventuró que la bonanza continuaría este años con un incremento de la producción mundial hasta las 1.400 millones de toneladas.
Aprovechando los vientos favorables, ThyssenKrupp, anunció, se había propuesto aumentar su producción de acero de los 15 millones de toneladas actuales a los 20 millones de aquí al 2011.
Explicó que el acero producido por ThyssenKrupp, a diferencia de otros competidores, es de “muy alta calidad†y que la demanda crece una media del 6 por ciento anual.
Las previsiones de Kí¶hler son ahora una aníécdota y no sólo porque la demanda mundial bajó sino porque los pedidos a las acereras alemanas, y eso incluye tambiíén al consorcio Salzgitter, disminuyeron a finales del tercer trimestre de 2008 un 47 por ciento.
Los expertos calculan que la producción mundial de acero ha caído entre tanto un 33 por ciento, lo que para muchos fabricantes significa el principio de la agonía.
Según un estudio de la asociación alemana de productores de acero, de los 27 altos hornos que hay en Estados Unidos dieciocho no producen actualmente y de los nueve restantes uno de cada tres trabaja a fuego lento.
La situación en Rusia es desoladora, mientras que en China el desempleo en las provincias del acero ha aumentado debido a los recortes en la producción de 15 a 20 millones.
Pese a los torniquetes que los grandes consorcios aplican con celeridad a sus negocios, los expertos prevíén que la sangría no se cortará hasta finales de 2010.