Por... Alejandro Narváez Liceras
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha mostrado en parte la esencia del sistema monetario internacional basado en dinero fiat o dinero por decreto. A partir de ahora, ha quedado claro a todo el mundo que el dólar y el euro no son monedas neutrales son monedas políticas
Estados Unidos y la Unión Europea, están utilizando todo el poder económico del que disponen para doblegar a Rusia. Como parte del paquete de medidas, les han congelado sus dólares y euros que tenían depositados como reservas de divisas en el exterior, y se ha excluido a algunos bancos rusos del sistema SWIFT. ¿Qué consecuencia a largo plazo puede traer la perdida de acceso de Rusia a sus reservas de divisas? ¿Peligra el estatus de moneda mundial de reserva del dólar? ¿Peligra la hegemonía monetaria de la divisa norteamericana? ¿Puede tener un efecto boomerang el castigo financiero impuesto a Rusia? Veamos.
Tres factores han sido determinantes para que la hegemonía del dólar tenga lugar y se consolide: los Acuerdos de Bretton Woods (1944) promovidos por Estados Unidos, la cotización en dólares del precio del petróleo a partir de la crisis de 1973 y la desregulación de los mercados financieros internacionales. En Bretton Woods, se establecieron las políticas económicas mundiales, que estuvieron vigentes hasta principios de la década de 1970. Allí fue donde se fijaron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más ricos del mundo. Uno de los acuerdos más importantes, fue la creación del FMI, entidad encargada de mantener la estabilidad monetaria y facilitar los flujos financieros internacionales en coordinación con los bancos centrales de otros países, controlado principalmente, por Estados Unidos.
Desde entonces, Norteamérica, sería el centro del sistema monetario mundial, los bancos centrales de otras naciones utilizarían el dólar como moneda de reserva global, y sus respectivas divisas serian convertibles a dólares a un tipo de cambio fijo, mientras que el dólar lo sería con el respaldo del oro también a un tipo de cambio fijo. Así fue como el mundo se dolarizó. 1 Es Profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional mayor de San Marcos.
En 1971, durante la presidencia de Richard Nixon, se rompe el acuerdo de Bretton Woods. Por lo tanto, el dólar ya no seguiría siendo respaldado por el oro, sino exclusivamente se basaría en la confianza otorgada por los agentes económicos. Desde la desaparición del patrón oro en ese mismo año, el mundo carece de un estándar monetario global. Cada Estado, emite dentro de su territorio su propia moneda y como no existe un estado mundial (esperemos que no exista nunca) tampoco existe una moneda global que circule por todos los países. Eso no significa, sin embargo, que los distintos Estados no tengan necesidad objetiva de contar con una moneda de reserva global. Actualmente, hay varias monedas generalmente aceptadas. No porque alguien lo haya impuesto, sino porque los propios agentes económicos, consideran que esas divisas son las que mejor mantienen su valor, son las más confiables, son aquellas que no serán arbitrariamente expropiadas por sus emisores.
¿Cuáles son esas monedas o divisas que han terminado convirtiéndose en monedas de reserva global? Básicamente son: el dólar y el euro. Estas dos divisas concentraban al cierre del 2020, el 80% de las reservas exteriores de los bancos centrales de todo el mundo. El dólar con el 59% y el euro 21%. Las otras divisas tenían participaciones pequeñas, como el renminbi (yuan) chino 2%, la libra
esterlina 5%, el yen japonés 6%, el dólar canadiense 2%, el dólar australiano 2% y otras 3% (FMI: COFER, 4Q 2020).
Hay muchos agentes económicos, que demandan dólares o euros que quieren tener en sus reservas, porque es la forma en la que pueden ahorrar de manera líquida y segura, para, en el futuro poder gastar en cualquier parte del mundo. Dichas divisas, sobre todo el dólar, son aceptadas en todos los países. Por tanto, para ahorrar dólares, necesitan dólares y como hay mucha demanda de esta divisa se puede incrementar su oferta, sin que, su valor se desplome, es decir, no genere inflación. Al menos eso ha sido así, durante las últimas décadas.