Cientos de personas se apresuraron el miíércoles a retirar su dinero de los bancos en Antigua y Venezuela vinculados al multimillonario de Texas Allen Stanford , al tiempo que el impacto de los cargos presentadas por Estados Unidos se sintió en todo el mundo.
Aún se desconocía el paradero de Stanford, de 58 años, un día despuíés de que la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC por su sigla en inglíés) lo acusó junto a dos ejecutivos de alta jerarquía por un fraude de 8.000 millones de dólares.
La SEC desconoce dónde se encuentra
En Miami, la filial local de la cadena NBC reportó que las oficinas de Stanford Group en esa ciudad fueron allanadas por oficiales federales, como ocurrió el martes en la oficina principal del grupo en Houston.
La oficina del fiscal general de Estados Unidos y una portavoz del FBI en Miami dijeron que sus agencias no estuvieron involucradas en el allanamiento.
Las operaciones de Stanford en Miami y Baton Rouge fueron cerradas por un síndico designado por el tribunal, dijo una fuente con conocimiento del tema.
Desde la pequeña isla caribeña de Antigua, un punto clave en el imperio de Stanford, hasta las naciones andinas de Venezuela, Colombia y Ecuador, los inversores y depositantes fueron a los bancos y compañías relacionadas para tratar de sacar su dinero o informarse sobre el destino de sus ahorros.
Tras la conmoción generada por el supuesto fraude piramidal o Ponzi de 50.000 millones de dólares del que se acusa al inversor de Wall Street Bernard Madoff, los reguladores intentaron calmar los temores del púbico sobre otro escándalo financiero justo cuando el mundo está en recesión.
En Colombia, una filial local de Stanford suspendió sus actividades en la bolsa del país.
En Ecuador, una subsidiaria local de Stanford deberá suspender sus operaciones por 30 días en la bolsa de Quito, dijo la entidad.
Mientras su paradero seguía siendo un misterio, la cadena CNBC reportó que Allen Stanford trató de arrendar un jet privado para salir de Houston, con destino a Antigua, pero que la compañía rechazó su tarjeta de críédito.
En una demanda civil, la SEC acusó a Stanford de vender fraudulentamente certificados de depósito con altos rendimientos de su filial en Antigua, Stanford International Bank Ltd (SIB).
Cuando se le preguntó si habría más casos de la misma escala y dimensión, el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, dijo a periodistas: “Es difícil de decir. Me gustaría pensar que esos van a ser los más grandesâ€.
Holder declinó comentar sobre por quíé el Departamento de Justicia no ha presentado cargos criminales en contra de Stanford.
Rabia y lagrimas
En Antigua y Barbuda, donde Stanford es el mayor empleador, el primer ministro, Baldwin Spencer, dijo que los cargos presentados por la SEC podrían tener consecuencias “catastróficasâ€, pero le pidió al público que no entre en pánico.
En la capital antiguana, St. John, y en la venezolana, Caracas, cientos coparon las oficinas y bancos ligados a Stanford.
“Escuchíé lo que estaba pasando y viene directo para acá. Hemos tenido dinero aquí dos años y quiero que me lo devuelvanâ€, dijo en Caracas Josefina Moreno, quien explicó que junto a su hijo tienen invertidos unos 10.000 dólares.
El regulador bancario del país latinoamericano estimó que los inversionistas en ese país tendrían unos 2.500 millones de dólares en fondos venezolanos.
En Antigua, policías vigilaron al Bank of Antigua mientras al menos 600 personas hicieron fila frente al banco.
“Estoy preocupada y quisiera retirar mi dineroâ€, dijo Andrea Lamar, de 28 años, mientras esperaba con una amiga en una calle turística de la capital antiguana, St. John’s.
Bank of Antigua, que tiene tres sucursales en la pequeña isla de Antigua y Barbuda, es parte del negocio global de Stanford pero está separado del SIB, su filial en el extranjero que está en el centro de las acusaciones por fraude presentadas por el regulador estadounidense.
En Ciudad de Míéxico, varias decenas de personas esperaron frente a la oficina de Stanford buscando información, mientras que en Perú, los reguladores enviaron a un equipo de inspección a la oficina local de Stanford.
En su demanda civil, la SEC argumentó que SIB vendió 8.000 millones de dólares en certificados de depósito prometiendo retornos “que excedían aquellos disponibles a travíés de certificados de depósito ofrecidos por bancos tradicionalesâ€.
Stanford Group dice que gestiona 50.000 millones de dólares en activos.