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LOS ESENIOS
Scientia:
Los Esenios se consideraban herederos de la antigua y gran civilización de los hijos e hijas de Dios, ya que poseían avanzados conocimientos y trabajaban arduamente en secreto por el triunfo de la luz sobre las tinieblas en la mente humana como guardianes de las Divinas Enseñanzas. Poseían un gran número de manuscritos muy antiguos, algunos de los cuales databan del inicio de los tiempos. Una gran parte de los miembros de la Escuela pasaban el tiempo dedicados a la sagrada tarea de descifrar sus códigos, traduciíéndolos a varias lenguas y reproduciíéndolos para perpetuar y preservar este avanzado conocimiento.
Gracias a los libros sagrados de los profetas y ritos como purificaciones, algunos Esenios podían predecir el futuro. Pero su misión era la fundación del Cristianismo y la civilización occidental, apoyados en este esfuerzo por seres altamente evolucionados que dirigían la fraternidad. Hoy, se los considera verdaderos santos, maestros de sabiduría y de las antiguas artes maestras. Se dice que poseían infinidad de revelaciones y que, de este modo, sabían cómo comunicarse con los seres angíélicos y conocían la causa del origen del mal en la tierra.
Por lo mismo, una de sus grandes preocupaciones era protegerse de cualquier contacto con espíritus del mal para preservar la pureza de sus almas. Sabían que estarían en la tierra durante un corto período de tiempo, y no querían prostituir sus almas eternas. Fue esta actitud de estricta disciplina, esta absoluta negativa a mentir o a comprometerse, lo que les hizo objeto de muchísimas persecuciones a travíés del tiempo.
Scientia:
Los Esenios no se limitaban a una sola religión, sino que estudiaban todas para poder extraer de ellas los grandes principios científicos. Consideraban que cada religión era un estado diferente de una misma manifestación. Así, le daban gran importancia a las enseñanzas de los antiguos caldeos, de Zoroastro, de Hermes Trismegisto, a las secretas instrucciones de Moisíés -uno de los fundadores de su Orden, que había trasmitido tíécnicas similares a las del Budismo- así como a las revelaciones del profeta Enoch.
Mucho de lo que se ha especulado en torno a los Esenios fue confirmado o rechazado a partir de los descubrimientos del Mar Muerto, que incluían grandes partes o fragmentos de casi todos los libros del Antiguo Testamento y de las escrituras apócrifas pseudoepigráficas, así como comentarios, himnos, escrituras apocalípticas y profíéticas peculiares de la secta, y un extensivo y detallado Manual de Disciplina o de regla monástica. Por este motivo fueron reivindicados los relatos de los tres autores clásicos. El hecho de que se encontraran muchos esqueletos de mujeres en el cementerio de Qumran indica que, o la secta no fue cíélibe, o estaba dividida en una orden cíélibe y una asociación de laicos casados como todavía se encuentra entre los franciscanos.
Por otro lado, dentro del cerco comunal los arqueólogos descubrieron un gran número de jarras cuidadosamente enterradas llenas con huesos de ovejas, cabras, y vacas, cada animal estaba sepultado individualmente. Hay pocas dudas de que íéstos son restos de banquetes sacrificatorios de la comunidad, así que la información de Josefo debe ser reinterpretada como que los Esenios rechazaban el culto sacrificatorio del templo de Jerusalíén y seguían el suyo propio (como los Falasha de Etiopía hacen hoy). Esto es importante porque significa que la comunidad esenia no se consideraba solamente una secta judía más, sino un Nuevo Jerusalíén que reemplazaría al antiguo.
Scientia:
La iniciación
Los Esenios se consideraban un grupo en el centro de todos, porque cualquiera que hubiera puesto en marcha un completo proceso del despertar del alma y estuviera listo para ascender las escaleras del sagrado templo de la humanidad podía formar parte de su Fraternidad tan pronto pasaran con íéxito las pruebas selectivas y severas penitencias junto a un estricto ascetismo, no sólo en el primer año de su iniciación, sino en los subsiguientes períodos, donde comenzaban a ser invitados a los ágapes o cenas íntimas.
Sólo las almas despiertas de 21 años como mínimo podrían recibir la iniciación en los misterios de la Fraternidad, y comenzar el sendero de evolución sin fin a travíés del ciclo de sus encarnaciones.
Antes de ingresar a la secta, el candidato recibía una pequeña hacha, un paño de lino y un vestido blanco. Despuíés de haber dado tiempo pruebas de su fortaleza durante un año, avanzaba aún más en su forma de vida y participaba de las aguas sagradas para sus purificaciones. Tras demostrar su constancia y poner a prueba su carácter durante dos años era admitido en la comunidad. Antes de empezar su primera comida colectiva, debía pronunciar juramentos ante los demás hermanos de la secta, prometiendo venerar a la divinidad, practicar la justicia con los hombres, no hacer daño a nadie ni por deseo propio ni por orden de otro, abominar siempre a las o personas injustas y colaborar con las justas, y ser fiel siempre a todos, sobre todo a las autoridades. Si llegaba a ocupar un cargo de poder, debía jurar que nunca se comportaría de forma insolente ni trataría de sobresalir ante sus subordinados por su forma de vestir o por alguna otra marca de superioridad.
Juraba, tambiíén, siempre amar la verdad y a aborrecer a los mentirosos, mantener sus manos limpias del robo y su alma libre de ganancias ilícitas; no ocultar nada a los miembros de la comunidad ni revelar nada sobre ella a las personas ajenas, transmitir las normas de la secta de la misma forma que ellos las han recibido, y abstenerse de participar en el bandidaje.
Scientia:
Solamente una vez verificadas las aptitudes para la vida interna del candidato, íéste tenía que practicar una especie de meditación. En completa calma, examinaba su vida pasada con toda claridad, para poder hacer un recuento objetivo de la sabiduría adquirida. Tenía que discernir entre los impulsos que había recibido del "cielo" y los de "su ángel" durante su infancia y a travíés de su vida, y observar la forma en que había respondido. ¿Trató de alejarse de ellos o se mantuvo fiel?
Mediante ese análisis, se forjaba un nueva relación con el mundo superior del espíritu en libertad, y el candidato era llevado a conocer sus propios errores, la causa de todo su sufrimiento. De esta forma, podía efectuar cambios dentro de sí, tomar el control de su vida, hacerse responsable en el sentido iniciático de la palabra, y prepararse en forma efectiva y con plena conciencia para entrar en la Comunidad de la Luz.
Las comidas comunitarias eran la primera incorporación del aspirante. En ellas se leían e interpretaban las Sagradas Escrituras en su esencia y no en su forma, de modo que el Iniciado recibía el conocimiento de las Sagradas Leyes, comprendía la divinidad del hombre septenario con el alma que permanece en una etíérea región entre el espíritu y el cuerpo corruptible y transitorio que la ayuda a crecer.
Así, entraba al mundo sagrado del sendero real y se convertía en un Hermano (o Hermana) de la Comunidad. Junto con sus blancas ropas de lino, recibía la misión que debía desempeñar durante su vida, con un propósito y una orientación que nunca debería abandonar y que era una forma de unirse a Dios y hacerse útil para la tierra y la humanidad. Nunca debería separarse del hilo conductor de esa misión, que le daba un significado positivo a su pasaje en la tierra y lo convertía en un verdadero ser humano. Para los Esenios, ser hombre era llevar dentro de sí una hermosa luz, para ofrecerla a la tierra, a sus habitantes, y a sí mismo.
Scientia:
Las ropas blancas eran la materialización del poder del bautismo y de la pureza del alma, que lo protegerían de las muchas contradicciones del mundo. El cayado o bastón simbolizaba el conocimiento de las leyes secretas de la vida y su capacidad para utilizarlas armoniosamente por el logro exitoso de su tarea. Los iniciados se dividían en cuatro clases. Los más recientes, considerados una categoría inferior, debían lavarse si tocaban a algún veterano.
Otro requerimiento de todo esenio era jurar respeto por la tierra como ser viviente, sagrado e inteligente. Para mantenerse en contacto con ella, para honrarla y participar en su sana evolución, debía tener sus pies en contacto con la tierra --y algunas veces, incluso su cuerpo entero- por lo que frecuentemente los Esenios frecuentemente andaban descalzos.
El conocimiento viviente de las leyes de la reencarnación (las leyes de la evolución y la compasión) y las leyes del destino (las leyes de causa y efecto) permitían a los hierofantes escoger la misión que correspondía exactamente al trabajo que cada alma que venía a la tierra tenía que desempeñar. Para cumplir esta misión en particular, la persona debía enfrentarse a sí mismo, interrogarse y buscar la asistencia del Espíritu Santo. Periódicamente tenía que revisar su vida , observar la forma en que íésta transcurría ante sí, como las páginas de un libro, y preguntarse si lo que veía era digno de ser incluido en el Gran Libro de la Vida. Cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto, y tambiíén sus motivaciones, tenían que estar claramente delineados "en blanco y negro".
Los Maestros Esenios conocían por experiencia cuán pronto uno puede desviarse del sendero de la luz y perderse, por lo que la tarea del neófito era simplificar todo dentro de sí para convertirse en uno con su ideal. Si este ideal solamente brillaba en forma intermitente, como si quisiera llamarlo al orden, no era una buena señal, y de inmediato debía esclarecer su vida para poder mantener vivo y puro su vínculo con el Altísimo, la fuente de toda sanación.
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