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Autor Tema: Fenómenos extraños en las bolsas  (Leído 697 veces)

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Fenómenos extraños en las bolsas
« en: Febrero 22, 2009, 12:13:12 pm »
Fenómenos extraños en las bolsas

Publicado en Expansión por S. Píérez

El pulso del mercado sigue en mí­nimos. Los principales í­ndices bursátiles se han deslizado esta semana hasta los niveles más bajos desde agosto de 2004: 7.603 puntos en el caso del Ibex 35.

Lejos de ver el final del túnel, los profesionales auguran más de lo mismo para los próximos meses. Es decir, sobresaltos, incertidumbre y falta de inversores dispuestos a consolidar posiciones. Valgan como muestra los nuevos episodios de los últimos dí­as.

La crí­tica situación que atraviesan algunos bancos europeos podrí­a derivar en inminentes nacionalizaciones. El británico Lloyds Bank y el alemán Hypo Real Estate están en boca de todos.

Algunos expertos consideran vacuo discutir ahora acerca de si el mercado está barato o caro
El cierre del fondo Santander Banif Inmobiliario abre un nuevo frente de inquietud entre los inversores. La decisión de la entidad financiera de suspender por un periodo de dos años el reembolso de participaciones de su fondo inmobiliario –el mayor del mercado español–, con la opción de liquidarlo dentro de dos años, confirma los problemas que ya se vení­an detectando en este tipo de productos durante los últimos meses. Los partí­cipes reembolsaron más de 4.500 millones de euros en 2008, y estos vehí­culos corren el peligro de quedarse bloqueados.

Y no ha faltado un nuevo golpe a la confianza de los inversores en EEUU. La SEC presentó el martes una demanda contra el financiero Allen Stanford acusándole de realizar representaciones falsas a sus clientes sobre la liquidez y la rentabilidad de los productos que comercializaba, principalmente certificados de depósitos bancarios. El fraude podrí­a ascender a 8.000 millones de dólares (6.252 millones de euros). Dos dí­as despuíés la SEC suspendió las actividades de la firma Billion Coupons (BCI) que realizaba una estafa piramidal de 3.400 millones.

Llueve sobre mojado en un mercado acorralado por numerosas debilidades. La sensación de fragilidad es tal que incluso algunos expertos creen que, en determinados casos, los inversores han llegado demasiado lejos.

Cosas ridí­culas
“El mercado está sometido a cosas ridí­culas. Un PER (precio/beneficio por acción) inferior a 6 veces refleja la expectativa implí­cita de que el beneficio se reduzca a menos de la mitad y además no se recupere”, sostiene Ofelia Marí­n-Lozano, directora de análisis de Banca March.

La preservación del capital se mantiene como el objetivo prioritario de muchos inversores
De acuerdo con los datos que maneja la firma FactSet, cinco compañí­as del Ibex se encuentran en esta situación: los dos grandes bancos –Santander y BBVA–, Mapfre, Sacyr Vallehermoso y OHL (ver gráfico). La cifra asciende a diez, si se tienen en cuenta los valores que integran el Euro Stoxx 50: todos ellos son entidades financieras.

“Incluso en un escenario muy malo, todo tiene un precio. Estos PER supone asumir que el beneficio de muchos blue chips del mundo va a caer a la mitad de manera estructural. Es tanto como decir que el peso de los beneficios empresariales sobre el PIB se reduzca a la mitad. Esto no es sostenible. El PIB puede caer un 2% ó 3% durante dos o tres años, pero no siempre”, comenta Josep Prats, director de gestión de Ahorro Corporación.

Para este profesional, el escenario en el que todo el mundo se está poniendo, no se va a dar. “Es posible que algunas empresas desaparezcan, pero las demás volverán a ganar lo que ganaban. El problema es que como ahora no se sabe bien cuáles van a ser las afectadas, se está castigando todo.

Las mayores dudas están en el sector bancario, y puede que acaben desapareciendo tres o cuatro entidades europeas. Pero se está contagiando a las demás. Y no creo que ninguna de las compañí­as elíéctricas o de consumo, por ejemplo, vayan a presentar problemas financieros graves. Es absurdo”, dice Prats.

Aunque un valor caiga un 95%, no significa que no pueda seguir perdiendo
Para otros expertos, la cuestión no es tanto si los PER sugieren escenarios poco probables por lo excesivos, como el que los cálculos que se pueden hacer parecen poco sustanciosos en las actuales circunstancias. “Hablar de valoraciones ahora es muy complicado porque no atienden a fundamentales”, apunta ílvaro Vitorero, responsable de gestión de DB Private Wealth Management.

Daniel Garcí­a Rojí­, responsable de clientes privados de IG Markets, añade que “el análisis fundamental es siempre muy difí­cil, incluso cuando la situación macroeconómica es estable. En este momento más porque se trata de trabajar con parámetros poco flexibles”.

En todo caso, teniendo en cuenta la complejidad del escenario económico y financiero, nadie descarta nada. “Tal vez haya cosas un poco exageradas, pero no es descabellado”, opina Juan Ramón Caridad, socio director de Atlas Capital. “Hay cotizaciones de entidades financieras que no atienden ni siquiera al valor de liquidación de los activos fí­sicos. Caer un 95% en bolsa no implica descenso del beneficio del 50%, sino que la cuenta de resultados está deshecha. De todas formas, si un valor cae un 95% es susceptible de perder un 98%”, comenta Vitorero.

La crí­tica situación del sector bancario internacional es una amenaza constante para los mercados
“Discutir sobre lo barato o caro del mercado, o sobre los dividendos pasados no parece que tenga mucho sentido cuando no sabemos dónde acaba la crisis, salvo que la intensidad de su deterioro supera con creces otros periodos recesivos”, afirma Josíé Luis Martí­nez Campuzano, estratega de Citi en España.

Sin rentabilidad
Ni siquiera saltan las alarmas de los expertos ante el hecho de que los inversores hayan comprado letras del Tesoro de Estados Unidos con rentabilidades negativas –lo que indica que hay que pagar por hacerse dueño de un activo en vez de recibir una remuneración–, como ocurrió hace un par de meses. Las letras norteamericanas en el plazo de tres meses llegaron a cotizar en el mercado secundario con un interíés negativo del 0,01%.

“Si tienes miedo, y sólo miedo, te puedes meter en algo así­â€, defiende Vitorero. “Es un indicativo del nivel de desconfianza y de miedo. Se trata simplemente de proteger el capital. Aunque es sorprendente, se puede llegar a comprender: optar por la seguridad en vez de por cualquier tipo de expectativa de rentabilidad”, añade Caridad.

Por anómalo que pueda parecer, todo cabe en unos mercados tan estresados como los que vivimos desde hace meses. Los CDS (que indican la percepción de riesgo de los inversores) del Tesoro español se sitúan en 170 puntos básicos, por encima de los de los muy vigilados grandes bancos: los de Santander están en 151 puntos básicos y los de BBVA, en 150.

Por otro lado, la deuda emitida por las comunidades autónomas del Paí­s Vasco y Navarra conserva el ráting AAA, mientras que Standard&Poor’s ha bajado recientemente la calificación del Reino de España a AA+.

“Tengo claro que los mercados nunca se equivocan, lo que no impide que rectifiquen si la información de base no es correcta o simplemente se modifica”, sostiene Martí­nez Campuzano. Ejemplos sobran con sólo echar un poco la mirada atrás, según este experto.

El pasado julio, el BCE subió los tipos de interíés en 0,25 puntos para recortarlos en más de 250 puntos básicos en los siguientes cinco meses. “Todos hemos ido aprendiendo de la crisis, de su complejidad, pero es claro como el riesgo en los próximos meses es la deflación y no la inflación”, dice Martí­nez Campuzano.

Más “errores”, según recuerda el experto de Citi. “Hace menos de un año, algún competidor argumentaba que el precio del crudo podrí­a dispararse hasta los 200 dólares por barril [se aproximó a 150], con la misma soltura que ahora augura un descenso mayor desde los 35 dólares actuales”.

Este profesional tambiíén alude a las consideraciones acerca del final de la hegemoní­a del dólar que se extendieron hace apenas dos años entre muchos economistas y polí­ticos –la moneda estadounidense está evolucionando al alza en la actual crisis haciendo gala de su papel de moneda refugio–, y al reiterado decoupling (descorrelación) de las economí­as emergentes respecto a las desarrolladas, cuando la preocupación se centra ahora sobre el potencial riesgo de una crisis económica en los paí­ses emergentes.