alex wang
China suspendió las conversaciones climáticas bilaterales con EE. UU. el 5 de agosto, tras la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
¿Deberíamos preocuparnos, como han sugerido los informes de los medios ?
Por varias razones, esta suspensión no tendrá mucho impacto inmediato en la acción climática global, pero aún debemos esperar que las conversaciones se reanuden rápidamente. Hay mucho en juego para que los dos mayores emisores del mundo no participen en debates periódicos e intensivos sobre el cambio climático.
Entonces, ¿por qué no deberíamos estar demasiado preocupados por el cese de las conversaciones en el corto plazo?
La primera razón es que nos encontramos en un período en el que ya existen compromisos nacionales de neutralidad de carbono y la implementación nacional es fundamental. En EE. UU., las conversaciones climáticas bilaterales importarán menos que las acciones del votante indeciso del Senado Joe Manchin, el juez de la Corte Suprema Neil Gorsuch o Gavin Newsom y Greg Abbott, los gobernadores de los dos estados más poblados.
La Ley de Reducción de la Inflación recientemente aprobada , la inversión climática más grande en la historia de los EE. UU., prepara a los EE. UU. para cumplir con sus compromisos climáticos y remodela nuestro sentido del progreso climático global.
La reciente decisión de la Corte Suprema de W. Va v. EPA, sin embargo, muestra una corte conservadora y anti-reguladora mostrando sus músculos.
Todavía no sabemos hasta dónde llegará la Corte Suprema para restringir el poder regulatorio del gobierno. Además, la acción subnacional en lugares como California, Texas y más allá determinará hasta dónde puede llegar Estados Unidos en la acción climática para bien o para mal.
En China, las tendencias en el uso del carbón , la energía no fósil y el despliegue de vehículos eléctricos, la reforma del sector eléctrico y de la red eléctrica, la descarbonización industrial y la exportación de carbono determinarán si ese país puede cumplir las promesas de alcanzar un máximo de emisiones antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono para 2060.
China necesitará sortear las disparidades regionales, la fragmentación burocrática y los poderosos intereses creados para tener éxito. Estos no son el tipo de desafíos que se resolverán en discusiones diplomáticas.
