La estrategia de Estados Unidos no fue del todo exitosa.
Los países europeos pudieron constatar que no había un sustituto eficaz para la energía rusa ni para las inversiones chinas.
Prohibir las herramientas de telecomunicaciones de Huawei e impedir la certificación de NordStream 2 solo perjudicaría a los pueblos europeos. Esto estaba claro.
Pero lo que no estaba tan claro era que, al mismo tiempo, Estados Unidos comenzó a desmantelar la arquitectura que mantenía la confianza en que ningún país iniciaría una guerra nuclear.
En 2002, Estados Unidos abandonó unilateralmente el Tratado de Misiles Antibalísticos y, en 2018-19, se retiró del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por su sigla en inglés).
Los países europeos desempeñaron un papel clave en el establecimiento del Tratado INF en 1987 a través del movimiento por la «congelación nuclear» (nuclear freeze), pero el abandono del tratado en 2018-19 fue recibido con un relativo silencio por parte de los pueblos europeos.
En 2018, la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos pasó de centrarse en la Guerra Global contra el Terrorismo a la prevención de la «reaparición de la competencia estratégica a largo plazo» de «rivales cercanos» como China y Rusia.
Al mismo tiempo, los países europeos comenzaron a realizar ejercicios de «libertad de navegación» a través de la OTAN en el Mar Báltico, el Mar Ártico y el Mar del Sur de China, enviando mensajes amenazantes a China y Rusia.
Estas maniobras acercaron a China y a Rusia.