Los gigantescos planes de los Estados, con un montante de cinco billones, son incapaces de frenar la debacle bursátil de los bancos, que ya asciende a 2,8 billones desde el inicio de la crisis.
Un banquero extranjero que asistió a la reciente reunión del Foro de Davos cuenta cómo había dos grandes preguntas que se plantearon los principales ejecutivos de grandes corporaciones mundiales. Una era si la crisis había tocado fondo. Otra era cuándo tocará a su fin.
“Nadie tenía respuestasâ€, comenta este banquero con cierta mirada de escepticismo. Algo más de un mes despuíés, las preguntas siguen sin contestación, y la sensación es que la escena pinta todavía peor. El desánimo se traslada a velocidad de víértigo en los mercados, como ayer se pudo palpar.
El sectorial de banca europea cayó un 7% en bolsa, regresando a niveles de 1992, y en su conjunto la banca mundial perdió 48.668 millones de euros de valor.
En Europa, las entidades más castigadas fueron Bank of Ireland (bajó un 30,56%); Barclays, un 24%; Dexia, un 21%; y KBC, un 20,7%. En Estados Unidos, a media sesión, Citi perdía un 13% y por primera vez su acción valía menos de un dólar; Wells Fargo valía un 15,4% menos; y JPMorgan, un 12,18%.
Pesimismo
El escepticismo se expandió como la pólvora en los parquíés tras la significativa rebaja de previsiones económicas por parte del BCE (ver pág. 20) y la posibilidad de que S&P rebaje la calificación crediticia de JPMorgan, Bank of America y Wells Fargo.
El deterioro de la economía real avanza a pasos agigantados, lo que amenaza las perspectivas y las cuentas de las entidades, pese al masivo respaldo que están obteniendo de los Estados.
Según las cifras de BNP Paribas, primer banco francíés, las principales economías mundiales están poniendo sobre la mesa 5,02 billones de euros para impulsar al sector financiero a travíés de inyecciones de capital, respaldo estatal para sus emisiones de deuda y asunción de píérdidas en activos tóxicos.
A este gigantesco apoyo se suma el torrente de dinero que han recibido bancos y aseguradoras desde el inicio de la crisis a mediados de julio de 2007. Según Bloomberg, estas entidades han captado 1,01 billones de dólares (808.000 millones de euros).
Pero los esfuerzos parecen en balde. Las píérdidas declaradas por las entidades por activos tóxicos alcanzan los 1,19 billones de dólares (952.000 millones de euros) desde que empezó la tormenta financiera. Cada mes el mercado asiste a nuevos rescates.
Recientemente, Estados Unidos tuvo que salir al rescate de Citi y AIG con 55.000 millones de dólares; Royal Bank of Scotland registró píérdidas ríécord de 24.100 millones de libras; y HSBC, mayor banco europeo por valor en bolsa, anunciaba una macroampliación de capital por 17.700 millones de dólares. A esto se une la nueva amenaza para la banca procedente de Europa del Este. JPMorgan cree que las entidades con exposición a la región podrían necesitar más de 40.000 millones de euros.
En este escenario el mercado aguarda las cifras del primer trimestre, que se empezarán a publicar desde abril, para calibrar el deterioro de la situación. Las perspectivas de los banqueros tampoco acompañan.
“í‰sta no es la luz para el final del túnelâ€,dijo Brady Dougan, primer ejecutivo de Credit Suisse, segundo banco suizo. “La crisis no acabará hasta el segundo semestre de 2010â€, prevíé Georges Pauget, consejero delegado de Críédit Agricole, segundo banco galo en bolsa.
España
Los bancos españoles tampoco se salvan de las caídas. Entre otros, Santander, BBVA y Popular se dejaron más de un 7%; Banesto, un 6,48%, y Banco de Valencia, un 6,67%.
Además, Standard & Poor´s ha rebajado las calificaciones de Sabadell, Popular, Caja Madrid e Ibercaja, debido a que se enfrentan a una combinación de menos negocio y más morosidad, con unas provisiones menguantes. Esta firma ha empeorado la perspectiva de Santander y BBVA.
A estas entidades ya no les vale el argumento de que en sus balances no hay activos tóxicos. De hecho, se enfrentan a las consecuencias que va a tener en sus balances el azote de la recesión económica en España, que se va a manifestar en varios frentes. En primer lugar, el vertiginoso incremento del paro va a tener su reflejo en el aumento de la morosidad de los bancos.
En segundo lugar, como ha recordado el Banco de España recientemente, la banca española va a tener que enfrentarse a unos mercados mayoristas de financiación más caros. Y, por último, la disminución del negocio.