El Banco de Inglaterra batió ayer un nuevo ríécord al recortar en medio punto los tipos de interíés y dejarlos en el 0,5%, la tasa más baja desde que se creó el banco emisor en 1694. Es la sexta contracción mensual consecutiva de los tipos, que en septiembre pasado estaban al 5%. El Comitíé Monetario del banco emisor británico anunció la inyección de 75.000 millones de libras (casi 85.000 millones de euros) en los próximos tres meses en la economía británica despuíés de que el Tesoro le diera permiso para inyectar hasta 150.000 millones de libras.
Reino Unido
A FONDO
Capital: Londres. Gobierno: Monarquía Constitucional. Población: 60.943.912 (est. 2008)
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Esta inyección de liquidez es lo que se llama tíécnicamente en inglíés quantitative easing, un aumento excepcionalmente brusco de la masa monetaria en circulación con el doble objetivo de facilitar el críédito a las empresas y evitar que la inflación se sitúe por debajo del objetivo del 2%. Su puesta en marcha es un indicio de los limitados efectos que está teniendo una política monetaria que está ya al borde de la frontera del nivel cero.
Aunque Reino Unido es el primer país europeo que recurre a esta medida de urgencia en esta crisis, la Reserva Federal ya la está aplicando en Estados Unidos -donde los tipos están al 0%-0,25%- mediante la compra masiva de activos, incluidos los hipotecarios, por valor de miles de millones de dólares. Japón recurrió al quantitative easing para afrontar el periodo de deflación entre 2001 y 2006.
Aunque popularmente esta medida se asocia con la impresión masiva de dinero, en realidad el dinero se inyecta de manera contable mediante la compra de activos como bonos del Tesoro o de empresas. En este caso, la gran mayoría de los 75.000 millones de libras del primer tramo serán activos del Estado, pero el canciller del Exchequer ha puesto la condición de que del total de 150.000 millones autorizados, una tercera parte sean activos de empresas privadas. Del total autorizado, 50.000 millones de libras forman parte del paquete que se había asignado al Banco de Inglaterra en los planes de rescate de la City lanzados en el pasado reciente por el Gobierno para comprar activos y relanzar el críédito.
El quantitative easing es una medida de último recurso que no está exenta de riesgos y cuyo íéxito depende en gran medida de cuestiones tíécnicas. Si la inyección es la adecuada, facilita la liquidez y reduce el diferencial de interíés que se paga por los bonos, provocando un aumento de la inflación que favorece la reactivación de la economía. Si se queda corta o va más allá de lo necesario, puede provocar hiperinflación y destruir la confianza en la propia moneda. Puede tambiíén acabar creando una burbuja en el mercado de bonos que acabaría explotando al cabo de unos años, cuando se recupere la economía, provocando un alza de los tipos de interíés.
Otro de los problemas es que la política ha de tener un cierto componente de riesgo para ser efectiva: si el Banco de Inglaterra compra activos garantizados, apenas mejorará la liquidez de las empresas; pero si compra activos demasiado arriesgados, puede acabar dañando los intereses de los contribuyentes.