Semana negra para una bolsa sin freno ni marcha atrás
Publicado en expansión por Josíé Antonio Fernández Hódar
El castigo que están sufriendo las acciones de las empresas cotizadas no tiene parangón con lo sucedido en otras crisis, ni existe el ‘Libro Gordo de Petete’ en el que consultar quíé se hace cuando las medidas aplicadas se muestran ineficaces.
Siempre que nos hemos enfrentado a una crisis buscamos en episodios bajistas anteriores una referencia que nos permita calibrar el calado que puede tener la actual. Los más viejos del lugar dimos nuestros primeros pasos en bolsa tras la Guerra de los Seis Días, en 1967. Sufrimos la primera crisis del petróleo en 1973, y la guerra del Yom Kippur, que nos llevó ese año al borde de otra guerra mundial, rematando la jugada, en 1979 con la segunda crisis del petróleo.
í‰sta arrastró las bolsas en un torbellino bajista que no vio fondo hasta 1980. Tras un doble fondo en 1982, una marcha triunfal hasta del crack de 1987.
Hemos vivido otras crisis de diferente pelaje y calado, pero es una tarea inútil, o no tener mejor cosa que hacer, dedicarse a buscar un periodo precedente que marque el tono del actual.
La parte del león de esta crisis se la están llevando los hedge fund, que aprovechan el río revuelto para llevar el agua a su molino
Estamos cansados de ver las crónicas deportivas en las que se usa y abusa de referencias pasadas: veces en las que ha ganado uno u otro equipo en enfrentamientos en casa, fuera de casa, tiros a puerta, etcíétera, etcíétera. ¿Y sirve para algo el esfuerzo de tirar de hemeroteca? Generalmente no, pero tiene su morbo y da tema para llenar paginas cuando no hay nada mejor que contar.
La crisis actual es única. Tocará de pasada episodios aislados de otras crisis, pero no tiene parangón con ninguna de ellas, ni existe el Libro Gordo de Petete al que ir a consultar quíé se hace cuando todo salta por los aires, y cuando, por drásticas que sean las medidas aplicadas, se muestran ineficaces a la semana de haberlas puesto en funcionamiento.
Tiene en común con otras más recientes, la existencia de depredadores, que atacan al más díébil de la manada. Entre 1991 y 1993 nos enteramos de la existencia de unos fondos especulativos. Los hedge fund de Soros y compañeros de cacería. Había que imaginarlos planeando como alimañas sobre las divisas y lanzándose para destrozar a las más díébiles.
Los bancos centrales europeos no pudieron con ellos. Rindieron al Banco de Inglaterra, y obligaron a la libra y a la lira a salir del sistema cambiario europeo. Este fenómeno lo estamos sufriendo con toda su crudeza. La debilidad del sistema financiero ha puesto a los bancos en el punto de mira de los depredadores. El mismo que baja el ráting, o el precio objetivo de un banco, le torpedea la línea de flotación. Hunde la cotización y, por su ponderación, se llevan a la baja los índices, donde ya tiene posiciones cortas.
Es inútil pedir socorro a la CNMV. No se puede con ellos. Cuando hayan chupado toda la sangre a la banca, atacarán a muerte a Telefónica y Repsol, únicos bastiones que hoy hacen menos dramática la caída del Ibex.
De paso, machacarán empresas pequeñas o medianas, que le coja con un pie levantado del suelo, como ha pasado con SOS o con Mapfre, por citar dos ejemplos. Siempre se ha dicho: si no puedes vencer a tu enemigo, únete a íél. Es un juego peligroso. Al final, cuando no tengan a quien devorar, terminarán devorándose entre ellos.