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Autor Tema: Tamames: "Sebastián, con ocurrencias; Solbes cansado y Zapatero en la fantasí­a  (Leído 555 veces)

Zorro

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Tamames: "Sebastián, con ocurrencias; Solbes, cansado y Zapatero, en la fantasí­a"

Publicado en Expansión por D. Gracia | E.S. Mazo

El economista, escritor y ex diputado, Ramón Tamames, repasa algunas de las claves de su último libro La crisis económica, cómo llegó y cómo salir de ella, que podrán conseguir los lectores de EXPANSIí“N a partir de este sábado. Hoy, en expansion.com, le adelantamos la entrevista completa que podrá leer mañana en la edición impresa.

Europa y Estados Unidos han optado por la intervención polí­tica en la economí­a como solución a la crisis financiera. ¿Es suficiente?

Los matemáticos dicen que cuando se tiene el problema planteado está medio resuelto ya. Y los míédicos dicen que un diagnóstico precoz y preciso es la solución y la terapia a los males. Nosotros no tenemos ni el problema planteado ni el diagnóstico. El resultado es que no podemos abordar la situación. ¿Si no sabemos a dónde llegan los activos tóxicos de los bancos, cómo vamos a resolver el problema? Esto es un poco como el ejíército francíés, está preparado para ganar la guerra anterior. A diferencia de la gran depresión de los años treinta, ahora existe una mayor participación laboral y tambiíén más parados. Tenemos un problema grave a medio plazo, cuando las prestaciones del paro empiecen a faltar, cuando los excesos de la deuda empiecen a ser difí­ciles, cuando los ingresos tributarios sigan cayendo, ¿quíé haremos? Hay que cambiar el modelo productivo y la mentalidad de una sociedad que tiene que pensar de otra manera. Y, además, todo esto, en medio de una globalización casi total y con un sistema financiero descontrolado y sin regulación que ha puesto al mundo patas arriba.

Pero la corriente dominante incide en incrementar el gasto público, rescatar a sectores en apuros, etc. Una polí­tica que puede tener un coste futuro muy elevado, ¿no cree?

Sí­, tendrá un coste muy largo, pero no tanto para hablar de una hipoteca para generaciones venideras. No obstante, la resolución será problemática. Ahora mismo, quiíén va a comprar nuestra deuda, con todas las emisiones que se están haciendo. Además, se está produciendo una situación extraña, con los tipos de interíés oficiales cercanos al 0%, mientras que el mercado de deuda está dando 5-6% o más, en el caso de los paí­ses con peor saldo financiero. Vamos a encontrarnos con un mercado de deuda muy sobredimensionado en la demanda, con recursos no tan abundantes en la oferta y con unos precios muy diferentes en función del riesgo e inaccesibles para muchos paí­ses. Por eso se está debatiendo en la UE si será necesario prestar ayuda a algunos paí­ses del Este, porque no pueden ir al mercado de deuda.

En su libro, advierte de que España puede perder el protagonismo internacional ganado en los últimos años si no afronta un cambio verdadero. Pero, de momento, la reacción oficial pasa por un goteo incesante de medidas.

Si no cambiamos ahora de modelo económico, corremos el riesgo de la que la recesión dure tres años o más y salgamos de ella como un paí­s en ví­as de desarrollo

¿Hasta dónde puede avanzar el agujero fiscal y la deuda pública de España?

Creo que la referencia que tení­amos con el ingreso de la zona del euro era buena. Entonces, se hizo una interpretación laxa de Maastricht porque la tendencia de España era a reducir su deuda y díéficit. Se amortizó mucha con la venta de empresas públicas. Ahora es al contrario, pasaremos el 60%, el 70% e, incluso, más si la recesión continúa. Podemos estar endeudándonos fácilmente hasta 2011 y podemos regresar a los niveles de antes a la entrada de la Unión Monetaria, con la particularidad de que ahora no tenemos empresas estatales para privatizar y reducir la deuda. Vamos a tener un presupuesto lastrado por la deuda pública. En los años ochenta y principios de los 90 los intereses de la deuda llegaron a comerse el 20% de los presupuestos del Estado. Las privatizaciones, la amortización y la bajada de tipos permitieron reducir la deuda. Eso no va a ser tan fácil ahora, porque la deuda va a seguir con unos tipos diferentes a los bancarios.

Suárez en la transición, González con la adhesión a la UE y Aznar con el esfuerzo del euro tuvieron lo que usted llama un "proyecto de España" claro y definido. ¿Cuál es el proyecto de España de Zapatero?

Zapatero no tiene Proyecto de España. Su modelo es esperar y ser capaz de superar los trece años de presidencia de Felipe González. Es decir, presidir una tercera legislatura y si es posible una cuarta. Pero eso va a ser difí­cil porque la forma de actuar del Gobierno es incompatible con la credibilidad. El otro dí­a se presentó el programa español para la presidencia de la UE. Durante el cóctel me acerquíé al presidente y le dije: "No podemos seguir así­, debíéis de pensar más en el cambio de modelo económico y empezar a realizar reformas estructurales". í‰l me respondió: "No. Mira Ramón, no os enteráis. Somos los que menos estamos sufriendo la crisis y los que vamos a salir antes. Los indicadores de paro y díéficit se van a resolver y no sufrirán los más díébiles". La verdad, me dio tristeza semejante trance del presidente.

¿Anda sin rumbo, por tanto, la polí­tica económica de España?

En el pasado hubo una idea. Franco tuvo una idea en su momento. Le presentaron dos opciones: por un lado, volver al modelo nacionalsindicalista y una autogestión casi comunista; o el que le propuso Laureano López Rodó, que planteó abrir España al modelo OCDE. Franco se fió de íél y apostó por el plan de Estabilización. Franco tuvo una idea porque se lo explicaron bien. Adolfo Suárez con Fuentes Quintana y el resto de partidos del Pacto de La Moncloa tuvieron una idea: el Estado tenia que transformar sus instituciones y resolver la cuestión económica con un pacto de moderación salarias y algunas transformaciones en la Seguridad Social, el Banco de España, etc. Felipe González apostó por la Unión Europea y, por último, Aznar se dio el paso a la zona del euro. Rodrigo Rato tení­a muy claro que habí­a que estar por el Tratado de Maastricht al 100%. Es decir, no al díéficit público, inflación baja, estabilidad en los tipos de interíés y deuda pública menor. Era una polí­tica clarí­sima, efectiva y que obligaba a una disciplina presupuestaria nueva. Ahora no hay una idea o modelo. Solbes está cansado, Sebastián tiene ocurrencias, Almunia viene de vez en cuando a tratar de poner un poco de orden y el profesor Zapatero, despuíés de dos tardes instruido por Jordi Sevilla y otros, sigue haciendo la economí­a fantástica. Piensa que va a resolver todo con sus príédicas televisivas.

Si a Franco se lo explicaron bien y tomó una dirección económica, ¿nadie se lo ha explicado bien a Zapatero?

Hay personas que le han dicho lo que pasa. Diaz Ferrán se lo ha contado, al igual que Miguel íngel Fernández Ordóñez desde el Banco de España le ha dicho claramente que hay que emprender reformas en el mercado laboral y avanzar hacia el modelo austriaco. Mentores y profesores no le faltan, lo que pasa es que íél tiene la idea de que su misión es garantizar la seguridad laboral, cuando, en realidad, esa protección va en contra de los propios trabajadores. Tenemos cada vez más paro. Sólo este año vamos a gastarnos 40.000 millones de euros más en prestaciones. Nunca se ha visto una masa laboral parada tan grande y vamos a llegar a cinco millones.

La solución a la crisis española pasa, según usted, por convocar de nuevo un gran Pacto de Moncloa. ¿Quíé reformas inmediatas deberí­an abordarse en íél? ¿Tiene capacidad el Gobierno de plantear una negociación de este tipo?

El observatorio principal de Zapatero son las elecciones, los procesos electorales, los pactos para preservar su gobierno allá donde no tenga mayorí­a. Eso pesa mucho. Además, tiene una idea prepotente de que ellos tienen todas las capacidades y no necesitan ayuda. Los grandes pactos son una cuestión psicológica, la población piensa que por fin los polí­ticos se ponen de acuerdo en algo. Generan un ambiente más optimista, algo muy importante en una situación como la actual. Además, deberí­an tener un diagnóstico sobre el que discutir, porque esta crisis económica es más complicada que la de la transición. Por último, se deberán incorporar el resto de partidos, pendientes de las elecciones europeas. Si el PP sigue resurgiendo será el propio Rajoy el que pida, en una situación de desastre, la convocatoria de unas elecciones generales. Y tiene bastante lógica. Esto es un desastre continuo y cada dí­a se da un mensaje. Yo tengo claro que si Rajoy concurre a las elecciones con Rato y Gallardón gana las elecciones. Lo que pasa es que hoy por hoy el PP tiene que reforzarse con su propia cantera.

Usted argumenta que habrí­a que decir claramente a los ciudadanos para quíé sirve el Estado del Bienestar. ¿Quíé órganos habrí­a que extirpar del sector público para asegurar una salud duradera y eficaz? ¿Habrí­a que reformar el Estado autonómico?

Al final de todo esto tiene que producirse una reforma de la Constitución. Un gran pacto de La Moncloa como el que yo y otras muchas personas e instituciones preconizan. Estos pactos deberí­an poner un horizonte para las reformas constitucionales, sin eliminar el tí­tulo octavo sobre la organización territorial, se deberí­an recuperar algunos poderes a favor del Estado. Hay que replantearse el estado de las autonomí­as en asuntos como el mercado único. Hay que frenar la hemorragia legislativa de las autonomí­as. Todo son barreras a la inversión. Muchas empresas internacionales no vienen a España porque no es un paí­s, sino 17. Tambiíén hay que revisar el artí­culo 155, sobre la intervención general, hay que hacerlo menos dramático y más útil y habitual. Es decir, cuando una comunidad preste un servicio que no funciona se le pueda quitar y gestionarlo desde el Estado con más eficiencia. Tambiíén hay que estudiar los lí­mites de las leyes marco que dejan en manos de las autonomí­as todo el desarrollo reglamentario de muchos sectores, como pasa en el comercio. En España tiene que hacerse algo parecido a lo que realizó Alemania devolviendo competencias al Estado federal.

Pero la polí­tica nacional sigue secuestrada por una minorí­a parlamentaria, nacionalista, que tensa todaví­a más este modelo. ¿Se deberí­a reformar la ley electoral tambiíén?

En mi opinión, habrí­a que ampliar hasta 400 el número de diputados, con una bolsa común que permita a los partidos como IU, con dos diputados pero un millón de votantes, adaptar sus votos a la representación parlamentaria. Es decir, equilibrar el coste del escaño para todos. Un diputado a IU le cuesta medio millón, casi todos los votos de ERC.



Voy del oro a Squirrel Media y tiro porque me toca.