El 1 de abril de 1898 nace William James Sidis, destinado a ser el sujeto de los innovadores métodos educativos de su padre. Desde temprana edad, mostró habilidades sorprendentes: a los seis meses pronunció sus primeras palabras y a los tres años leía a Homero en griego.
Se estima que el cociente intelectual de Sidis estaba entre 250 y 300, superando significativamente el estimado para figuras como Albert Einstein. Sin embargo, esta cifra debe ser vista con precaución, ya que se basa en relatos de terceros y métodos de evaluación de la inteligencia que han evolucionado con el tiempo. Pero, a tenor de sus capacidades y logros, en cualquier estudio riguroso actual estaría cercano o alcanzando los 200.
La infancia y adolescencia de Sidis estuvieron marcadas por logros académicos sin precedentes: dominó múltiples idiomas, mostró una comprensión avanzada de conceptos matemáticos y fue admitido en Harvard a los once años.
Sin embargo, esta vida de logros tempranos también fue una de aislamiento y desafíos emocionales, planteando interrogantes sobre el equilibrio entre la genialidad y la salud mental. La intensa atención mediática y la presión para cumplir con las altas expectativas de sus padres contribuyeron a un agravamiento de su salud mental.
A medida que crecía, Sidis se encontró en una constante batalla entre su deseo de una vida normal y las demandas de una sociedad fascinada por su genio. Tras su graduación, evitó los focos de atención y ocupó empleos de bajo perfil y cualificación, a menudo ocultando su identidad para evitar el escrutinio público.
Sin embargo, a pesar de su retiro de la vida pública, Sidis realizó aportaciones significativas en varios campos. Publicó trabajos en áreas como la historia de los pueblos nativos americanos y propuso teorías en física y matemáticas. Su libro Lo Animado y lo Inanimado especula sobre la existencia de universos con leyes termodinámicas inversas, una idea que se adelantó a su tiempo. Pero ni de lejos llegó a su potencial. Sidis no realizó contribuciones significativas a la ciencia o la academia en la forma que muchos esperaban y acorde a su intelecto.