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Autor Tema: Pandemonium  (Leído 19481 veces)

hercul

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Pandemonium
« en: Enero 25, 2008, 06:32:42 pm »
Las vacas flacas
 
 
Vacas gordas o vacas flacas, serí­a lo mismo titular de cualquiera de las dos formas el artí­culo, pues una cosa lleva implí­cita la otra, pero he preferido usar el tíérmino flacas porque según los sabios de la cosa estamos ya en camino hacia una recesión de caballo (o de vaca en este caso).

Josíé, penúltimo hijo de Jacob y el mejor economista de su íépoca fue el primero que supo interpretar los sueños del faraón sobre las vacas gordas y las vacas flacas y que vio que a un ciclo de un signo le seguí­a inmediatamente otro de signo contrario. En los tiempos de abundancia compraba trigo para darle salida en los tiempos de escasez, paliando de este modo el hambre y al mismo tiempo enriqueciíéndose con la operación.

Pero no teman ustedes que este no va a ser un artí­culo sobre economí­a, la ignorancia es muy atrevida y por eso suelo escribir sobre lo que no entiendo, pero no llega a tanto mi atrevimiento como para hacerlo sobre arcanos inextricables. Tíéngase en cuenta además que hablar de vacas flacas no implica necesariamente que nos estemos refiriendo a la cuestión crematí­stica, tambiíén podemos referirnos a vacas flacas culturales, morales, sexuales y en general a la escasez de cualquier bien, sea material o no.

Dicen que nos vamos a enterar de lo que vale un peine y no saben los cretinos que los que andamos justos con lo puesto, estamos perfectamente entrenados para soportar todas las recesiones o depresiones que nos quieran echar al coleto, y si además a eso le añadimos que somos de la generación post-cartilla de racionamiento comprenderán que no nos suponga trauma alguno dejar la ternera a un lado y lanzarnos al conejo con fruición, y si hay que estar en casa con la bufanda y el abrigo puestos para ahorrar energí­a, pues se está. Cambiamos el coche por la galera, la nevera por el bloque de hielo, la lavadora por la lavandera y así­ de paso cumplimos con Kyoto en dos tardes y contribuimos a que el efecto invernadero sea ya sólo cosa de los pedos de las vacas (gordas en este caso).

Quíé coño nos puede afectar a los veteranos curtidos en mil y una recesiones que el Ibex se vaya a la mierda, quíé nos importa el cambio de ciclo cuando se ha vivido en un estado perpetuo de carestí­a. Pueden hacer con la economí­a lo que les pete que si hay que comerse las vacas flacas nos las comemos, aunque sea sin patatas ni cebollas, porque esta es otra, ahora se empeñan en subir los alimentos de los pobres y mucho me temo que las próximas ví­ctimas de la inflación serán los negros y los amarillos con las subidas del mijo y del arroz.

¿Quíé se creen que gritaban en Parí­s en mayo del 68?, ¿rebeldí­a y anarquí­a?, ¿prohibido prohibir?, ¿la imaginación al poder?, ¡no señor!, se pedí­an más cigalas y menos boniatos, más patatas fritas a la inglesa—noten la finura del nombre— y menos pringue untado en pan, polvos gratis y tetas asequibles (un pene siempre ha estado más a mano que un coño). Aquellos tiempos sí­ que eran una vaca flaca continua, una vaca flaca sin fin; como ya lo dijo Quevedo: íérase una recesión a una generación pegada, íérase una recesión superlativa, etc.

Ya he dicho antes que las vacas flacas no sólo eran económicas, pero estaban todas relacionadas; las vacas culturales eran flacas por culpa de la necesidad, los chavales salí­an del colegio con las cuatro reglas y el alfabeto a buscar un empleo y no era raro encontrarte en la mili con más de un 50% de ágrafos; en cambio las vacas morales eran generalmente más gordas que flacas, habí­a dignidad, los contratos se firmaban con un apretón de manos y si el novio se llevaba a la novia, a la vuelta habí­a que casarse por narices.

Las vacas sexuales eran más flacuchas que el Macbook Air: el último portátil de Apple. Apenas se ligaba, y en lo poco que se hací­a, los homos se jugaban la cárcel de Franco y los heteros nos jugábamos una hostia del padre de la chavala. Pero estas vacas, con sus defectos, son las más democráticas, porque ¿quiíén no ha pasado una racha de vacas flacas en el amor?, gracias a ellas se igualan los ricos con los pobres, algo que no sucede ni con las vacas económicas ni con las culturales.

Y si a lo anterior le añadimos que las vacas siempre son flacas en buen humor, cordialidad, educación, solidaridad, etc. solamente nos queda la esperanza de que un meteorito acabe con tanta vaca al igual que en tiempos acabó con los dinosaurios que eran los cabrones de su íépoca, aunque mucho me temo que como en otras ocasiones el meteorito aprovechando la etapa de vacas flacas que estoy atravesando, aterrice directamente sobre mi cabeza.
 


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hercul

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Re: Pandemonium
« Respuesta #1 en: Enero 28, 2008, 05:24:31 pm »
Optimistas y pesimistas
 
 
España es sin duda un paí­s habitado por optimistas disfrazados de pesimistas. Y digo que el español es en general optimista porque podemos aún ir por la calle sin tener que preocuparnos por esquivar a los suicidas que  puedan caernos encima desde los balcones y azoteas; y disfrazados de pesimistas pues basta con mirar la cara de los paisanos cada vez que les dan un bocadillo de talante, una receta de E. para la C., un buen rollito de A. de las C., variados consejos sobre C.C. y una ración del estatuto guay, cuando el personal lo que necesita son polí­ticas de choque sobre los asuntos que realmente le interesan: paro, inseguridad, inmigración, vivienda...

No quiero seguir por este camino porque empiezo a cabrearme y me da pereza cambiar el tí­tulo del artí­culo, así­ que vamos a comenzar con buen pie poniendo un claro ejemplo de optimista recalcitrante: el optimista bursátil, que es aquel que ve en el batacazo de la bolsa una mano divina que ha hecho que su rentabilidad por dividendo suba como la espuma aunque su acción no valga ni la mitad de lo que le costó. Como este periódico es bursátil y mi lector no tiene ni la menor idea sobre la cosa, le traduciríé el ejemplo que acabo de poner: es algo así­ como al que le roban la cartera y dice que quíé suerte ha tenido porque a última hora no metió en su interior la lista de la compra de Mercadona.

Voy a tratar de clasificar a los optimistas y pesimistas procurando no caer en los tí­picos tópicos de la botella medio llena o medio vací­a y en la manida frase que nos dice que un pesimista es un optimista bien informado; es importante que las tonterí­as que uno diga sean al menos originales y no las copie de nadie, mis tonterí­as son mí­as y de nadie más, sólo faltaba escribir patochadas y encima copiarlas.

Podemos clasificarlos como a los currantes: en fijos y discontinuos. El fijo, como su nombre indica, es recalcitrante y nunca cambia de posición, el optimista fijo lo es hasta el fin de su vida y el pesimista hasta su muerte. En cambio el discontinuo se adapta a según quíé circunstancia, puede depender de una situación concreta o incluso del pie con el que se ha levantado; en este caso se es optimista o pesimista según el momento vital.

Tambiíén tenemos a los temáticos que tienen el don de poder ser las dos cosas al mismo tiempo dependiendo del tema, por ejemplo, optimista en lo deportivo —pregúntenle al Alcoyano— y pesimista en lo económico o viceversa.

Despuíés ampliaremos un poco estos casos, pero es que quiero destacar antes al bipolar bursátil, un ejemplo paradigmático o paradigma ejemplar de transformismo instantáneo, es decir, puede pasar del optimismo al pesimismo y viceversa en cuestión de minutos; y no me refiero a casos aislados, no, me estoy refiriendo a una masa de individuos que según los vaivenes del parquíé muestran una sonrisa mirí­fica o una mueca dolorosa.

Hay un ejemplo que por su influencia en el estado de ánimo en general, destaca con creces sobre los demás: es el caso de los optimistas o pesimistas amorosos, insufribles en cualquiera de las dos vertientes y capaces de extender su optimismo o pesimismo al terreno de la economí­a, de la polí­tica y de lo social. Un optimista amoroso es un pelma que cree en los polí­ticos, en los amigos y en su sueldo, ve un sol luminoso en el chaparrón, ve un euro donde sólo hay una chapa de cerveza y ve un amigo donde hay un presidente del gobierno; pero con todo, peor es el pesimista del mismo gremio que ya no tiene ni la decencia de perder la vida como hicieron desde Larra a Ganivet pasando por Alfonsina, ahora se limitan todo lo más a perder el apetito, lo cual es mucho menos romántico que el suicidio amoroso.

Todos hemos atravesado por etapas de optimismo y pesimismo, y por lo tanto estamos capacitados para establecer con cual de dichas etapas nos sentimos más cómodos, la mayorí­a se decantará por el optimismo que es más placentero, aunque tambiíén más efí­mero que el pesimismo. Y si no se lo creen, echen mano de la cerámica popular expuesta en los recios bares españoles. Aparte del inamovible “hoy no se fí­a, mañana sí­â€, encontrarán ustedes el de “hoy hace un dí­a estupendo, verás como viene alguien y lo jode” que define elegantemente la transformación del optimismo en pesimismo.

Y para terminar, una pregunta: ¿quíé serí­a de la legión de optimistas primitivos si se enterasen de que para acertar los seis aciertos se precisan 13.983.816 apuestas?, pues mejor que no se enteren porque entonces sí­ que España pasarí­a de ser un paí­s alegre y optimista a otro taciturno y pesimista.
 
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hercul

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Re: Pandemonium
« Respuesta #2 en: Enero 28, 2008, 10:05:08 pm »
O sea, que crisis si que hay...pero la culpa la tiene el Bush


Antonio Píérez Henares

¿Pero no habí­amos quedado en que no habí­a crisis?.
Que no era "patriótico" hablar de crisis.
Que era "catastrofismo pepero"?.
Que lo que pasaba era una ligera brisa, un airecillo, nada más que una " suave desaceleración".

Ahora , por lo visto, si que hay crisis , pero la culpa la tiene el Bush.

Que no digo yo que no la tenga, porque el Bush es remalo y muy ,pero que muy burro, en todo. Eso no hace falta ni que lo diga Z, con que lo diga A ya vale y nos evitamos el abecedario.

Pero , o sea, y por irnos aclarando, que luego ya veremos de quien es la culpa: ahora crisis ya hay.

Admitido el evento, vamos con lo de la culpa. Ya se sabe si hay vacas gordas es por el Gobierno, si flacas, de la coyuntura internacional. La oposición piensa al reves, claro. Y da igual quien sea el Gobierno y quien la oposición. Es un axioma que ya tenemos recogido y escrito.

Bueno, arreglado lo de la culpa. ¿Nos protegemos? ¿Buscamos alguna solución o al menos remedio paliativo? ¿Si ? ¿No?. ¿Seguimos con los cheques porque esto es jauja o le decimos al personal que viene durilla la cosa?

Mejor " no exagerar", que ya lo ha dicho el Solbes. La Bolsa se ha pegado la mayor bofetada de la historia, record absoluto de bajada en un dia, 7,54% , pero "no hay que exagerar".

Me parece que no va a quedarle más remedio a Pepiño que seguir con lo de Gallardón.

P.D Maldita sea, hombre, no haber convocado las elecciones en octubre. Que mira que se lo decí­a Rubalcaba.

 
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OCIN

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Re: Pandemonium
« Respuesta #3 en: Enero 28, 2008, 10:17:20 pm »
hercul.............una pregunta.
¡quíé eres!
¿psicólogo o psiquiatra?

saludos.
•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...

moboncio

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Re: Pandemonium
« Respuesta #4 en: Enero 28, 2008, 10:35:50 pm »
Chapó .......no te digo nada para no desviar el tema y asi poder seguir leyendo este hilo con aquello que te de la gana escribir.   ^-^

sdos

$$Ciguatanejo$$

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Re: Pandemonium
« Respuesta #5 en: Enero 29, 2008, 04:47:45 am »
Se trata de vacas flacas o flacas gordas...

Situación de una pareja 30 añera en en pais vasco.

El es camarero y cobra 1300 euros mensuales librando solo un dí­a entre semana, pongamos martes que es el más aburrido de todos.

Ella trabaja de auxiliar de enfermera y cobra 1350 euros mensuales.

TOTAL: 2650 euros.

Hipoteca: 1200 euros.
Credito del coche ( 1 comparten ): 279 euros.
Agua: 30 euros.
Basura, contribución etc... 99 euros.
Gas: 42 euros
Telefonos: 115 euros.
Electricidad: 40 euros.
Gasolina: 120 euros.
Comida: 600 euros ( comiendo mucha patata, pasta y legumbres ).

TOTAL 2525 EUROS

cuanto tiempo más se puede vivir asi?¿?¿?¿?¿

hercul

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Re: Pandemonium
« Respuesta #6 en: Enero 29, 2008, 10:16:34 am »
No soy ninguna de las dos cosas. Soy profesor de tecnologí­a en un centro de secundaria. Los artí­culos no son mios. Quizá lo deiera haber puesto desde el principio. Son artí­culos que leo y los que me gustan los voy incluyendo. Si a alguien le molesta puede comentar lo que le parezca.
Saludos
Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo

OCIN

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Re: Pandemonium
« Respuesta #7 en: Enero 29, 2008, 10:28:15 am »
hercul, que no me molestan tus artí­culos.....
son muy buenos, y los leo...
pensíé que eran tuyos.............nada mas que eso.
puedes poner los que quieras......que yo los seguiríé leyendo
solo pensíé que por esos razonamientos, te dedicabas a alguna profesión de las que te puse

suerte y saludos.
•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...

hercul

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Re: Pandemonium
« Respuesta #8 en: Febrero 02, 2008, 11:07:32 am »
La venganza de Malthus

NIALL FERGUSON

LA VANGUARDIA, 5.08.07

Thomas Malthus, el gran demógrafo y economista, tení­a veintitríés años la
última vez que en Gran Bretaña hizo un verano tan lluvioso. Fue en 1789. Las
consecuencias de las excesivas precipitaciones caí­das a finales del siglo XVIII
fueron fáciles de predecir. Se perderí­an los cultivos, las cosechas serí­an magras,
los precios de los alimentos subirí­an y algunos pasarí­an hambre. No fue una
casualidad que la Revolución Francesa estallara ese mismo año. En 1789, como
consecuencia de condiciones climáticas similares, el precio de la hogaza de pan
aumentó un 88%. Los historiadores de la izquierda como Georges Lefí¨bvre
vieron en este hecho la causa principal de la caí­da de Luis XVI.

Nueve años despuíés de aquel lluvioso verano, Malthus publicó su Ensayo sobre
el principio de la población, una obra que hoy nos convendrí­a releer. La idea
clave de Malthus era simple y demoledora; observó que el crecimiento de la
población humana, si no se controla, aumenta de forma geomíétrica y que el
suministro de alimentos lo hace de forma aritmíética. En otras palabras, la
humanidad puede aumentar según la secuencia numíérica 1, 2, 4, 8, 16...,
mientras que nuestros suministros de alimentos no pueden aumentar más que
siguiendo la secuencia numíérica 1, 2, 3, 4, 5... Está muy claro que somos mucho
mejores reproduciíéndonos que alimentándonos.

A raí­z de esta inexorable divergencia entre el comportamiento de la población y
del suministro de alimentos, Malthus llegó a la conclusión de que el crecimiento
de la población debí­a "someterse a un estrecho y constante control". Ese control
se harí­a de dos maneras, mediante la miseria y el vicio, con lo cual se referí­a no
sólo al abuso del alcohol sino tambiíén a la anticoncepción y al aborto (al fin y al
cabo era pastor anglicano).

"Los vicios de la humanidad actúan como hábiles y activos pastores de la
despoblación - escribió Malthus en un pasaje especialmente acongojado de la
primera edición de su ensayo-. Forman la avanzada del vasto ejíército de la
destrucción y, con frecuencia, ellos solos consiguen rematar la espantosa obra.
Pero si llegaran a fallar en esta guerra de exterminio, detrás de ellos, en una
terrible formación de batalla, siguen las malas cosechas, las epidemias, la peste
y las plagas, para arrasar con miles, decenas de miles. Si aun así­ la victoria se
resistiera, la hambruna, gigantesca e inevitable, acecha en la retaguardia, y con
un solo golpe poderoso nivela la población y los alimentos del mundo".

Me gustarí­a tener un almuerzo gratuito por cada vez que he oí­do a alguien hacer
la siguiente declaración: "Malthus se equivocó". En apariencia, es cierto, la
humanidad parece haberse liberado de la trampa malthusiana. Desde los
tiempos de Malthus, la población mundial se ha multiplicado algo más de seis
veces, hace poco ha rebasado los seis mil millones. Al mismo tiempo, en todo el
mundo la esperanza de vida ha aumentado de 28 a 67 años. Por otra parte, el
suministro diario de calorí­as para el consumo humano tambiíén ha crecido, y en
la díécada de los noventa del siglo XX superó las 2.700 per cápita.

 En Francia, enví­speras de la Revolución Francesa apenas alcanzaba las 1.848 calorí­as. Desde tiempos de Malthus, el promedio de ingresos de una persona se ha
incrementado más de ocho veces. Además, las personas son más altas y más
corpulentas. La estatura media del varón británico era de aproximadamente
1,62 m. En la actualidad, es de 1,72 m. En la tierra de la libertad, la comida es
tan abundante que un quinto de la población estadounidense puede clasificarse
de obesa.

Esta aparente huida de las predicciones de Malthus se explica,
tradicionalmente, con la sucesión de revoluciones experimentadas en la
agricultura mundial, que han culminado en la revolución verde de la posguerra
y en la actual oleada de cultivos geníéticamente modificados. Desde la díécada de
los cincuenta, la superficie cultivada en todo el mundo ha aumentado
aproximadamente un 11%, mientras que el rendimiento por hectárea ha crecido
un 120%. En el 2004, la producción mundial de cereales superó la marca de los
2.000 millones de toneladas míétricas.

Sin embargo, estas estadí­sticas no refutan a Malthus. Tal como íél dijo, la
producción de alimentos crece únicamente de forma aritmíética, el gráfico de la
producción mundial de cereales desde 1960 muestra esa progresión lineal que
va de algo menos de 1,5 toneladas míétricas a alrededor de tres. Entre tanto, tal
como Malthus predijo, el vicio y la miseria han evolucionado para evitar que la
población humana creciera geomíétricamente.

Por otra parte, la anticoncepción y el aborto se han utilizado para reducir el
tamaño de las familias. Además, las guerras, las epidemias, los desastres y las
hambrunas han aumentado considerablemente la mortandad. En su acción
conjunta, el vicio y la miseria han asegurado que la población mundial creciera
en proporción aritmíética y no en proporción geomíétrica. Tanto es así­ que entre
ambos han conseguido reducir la tasa de crecimiento de la población, que a
principios de los sesenta estaba en el 2,2%, hasta alrededor del 1,1% actual.
La verdadera cuestión radica en saber si nos encaminamos hacia una nueva era
de miseria.

Aunque la proporción de crecimiento siga siendo aritmíética, la ONU
calcula que en el 2050 la población mundial habrá rebasado la barrera de los
nueve mil millones. ¿Podrá la producción mundial de alimentos mantener el
mismo ritmo? El fisiólogo vegetal Lloyd T. Evans ha calculado que "para
mantener una población de ocho mil millones debemos alcanzar un rendimiento
medio de cuatro toneladas por hectárea". En estos momentos, tal como hemos
observado, ese rendimiento está en tres toneladas por hectárea. Y faltan algo
menos de veinte años para que en el mundo seamos ocho mil millones de
personas.

Entre tanto, existen fuerzas debidas a la obra del hombre que conspiran para
poner techo a la producción de alimentos. Es muy posible que el calentamiento
global y el cambio climático que le sigue aumenten la incidencia de las
condiciones meteorológicas extremas y causen daños permanentes en algunas
zonas de cultivo. Este año las cosechas británicas no serán las únicas afectadas.
Al mismo tiempo, nuestro esfuerzo por frenar el calentamiento global pasando
de los combustibles fósiles a los biocombustibles hace que se dediquen cada vez
extensiones más grandes de tierra a este recurso en detrimento de la producción
de alimentos. Según datos de la OCDE, en el 2016 la producción estadounidense
de etanol del maí­z y el consumo europeo de semillas oleaginosas para
biocombustibles se habrán duplicado.

 Hace apenas unos dí­as, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos expresó su preocupación por los efectos no deseados de este inmenso cambio de recursos.
A algunos les preocupa el pico del petróleo. A mí­ me preocupa más el pico de los
cereales. Lo cierto es que la producción mundial de cereales per cápita ya superó
su pico a mediados de los ochenta, a causa del desplome de la producción en la
ex Unión Soviíética y en el ífrica subsahariana, entre otras razones. Al mismo
tiempo, en Asia el aumento de los ingresos está contribuyendo al crecimiento de
la demanda mundial de alimentos.

Ya se hacen sentir los sí­ntomas de la escasez de alimentos que se avecina. En los
últimos dieciocho meses, el Fondo Monetario Internacional ha registrado un
aumento del 23% en los precios mundiales de los alimentos. Tal vez el lector lo
haya notado. Yo lo tengo comprobado.

Evidentemente, no se supone que notemos el aumento de precios. Las
autoridades monetarias de Estados Unidos insisten en que debemos centrarnos
en lo esencial, el í­ndice de precios al consumo, que excluye el coste de los
alimentos y los combustibles. Según esa medida, en Estados Unidos la inflación
anual es de apenas el 2,2%. Pero la inflación de los precios de los alimentos es
más o menos el doble.

En Gran Bretaña ocurre otro tanto. Oficialmente, la
inflación británica alcanzó el 2,4% en junio. Pero el precio de los alimentos
supone el 10,3% de los productos que componen la cesta de la compra en la que
se basa el IPC. En la actualidad, la inflación del precio de los alimentos se sitúa
en el 4,8%.

Y va a peor. La semana pasada, en Estados Unidos, me tomíé un sandwich de
ternera con queso, pimientos, cebolla y champiñones asados, y me costó un ojo
de la cara. Es porque la inflación del precio del queso es del 4%, la de la ternera
es del 6% y la del pan, del 10%. Hoy en dí­a, en Estados Unidos la ternera cuesta
un 53% más que hace diez años. Cuando regresíé a Gran Bretaña, y me dio por
almorzar pescado con patatas fritas, la cosa fue mucho peor. Eso es porque en
Gran Bretaña la tasa de inflación del precio del pescado está ahora en el 11%,
seguida de cerca por la de la patata, que ronda el 10%.

Hace más de doscientos años Malthus se planteó lo siguiente: "La gran
incógnita que debemos resolver es si, de ahora en adelante, el hombre avanzará
a velocidad creciente hacia una mejora ilimitada y, hasta hoy, inimaginable, o
estará condenado a oscilar perpetuamente entre la felicidad y la miseria".
Hemos vivido mucho tiempo engañados creyendo que era posible mejorar
ilimitadamente. A medida que el mundo se acerca a una nueva era de carestí­a,
la miseria y su antiguo compañero, el vicio, parecen resueltos a reaparecer
pisando fuerte, tal como Malthus predijo.

NIALL FERGUSON, titular de la cátedra Laurence A. Tisch de Historia en la
Universidad de Harvard www.niallferguson.org

Âé Niall Ferguson, 2007 Traducción: Celia Filipetto            :015:
     
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Re: Pandemonium
« Respuesta #9 en: Febrero 04, 2008, 01:38:55 pm »
La Real Academia Española define pandemónium como:

1. m. Capital imaginaria del reino infernal. 2. m. coloq. Lugar en que hay mucho ruido y confusión.

El miíércoles, 30 de enero de 2008, la última barrera que nos separaba del colapso del sistema financiero americano ha sido pulverizada. El cable del ascensor está cortado, con la cabina encontrándose a la altura del piso 45 ó 50 de un rascacielos. Si Ud. cree que puede saltar para evitar ser aplastado cuando el ascensor alcance el suelo, le deseo buena suerte.

El que pulverizó esta barrera no ha sido otro que “Bernie el Helicóptero” Ben Bernanke.

El dí­a 22 de enero, Bernanke por sorpresa y sin previo aviso rebajó los tipos en 75 puntos básicos. Ahora,  los volvió a bajar intentando dar a los mercados lo que estaban pidiendo a gritos: otros 50 puntos.

Y no funcionó.

Despuíés del anuncio, el Dow salió cojeando unos 170 puntos hacia el norte –y me pregunto ¿no habrá cogido demasiado frí­o ahí­? Al cierre regresó 36 puntos hacia el sur. ¿La razón? En tres palabras:

Bonos * aseguradoras * desastre.

Ambac y MBIA (y aún en mayor grado Security Capital Assurance, Ltd.) son dos compañí­as aseguradoras de bonos cuya calificación crediticia está bajo revisión. Moody’s recortó el rating crediticio de Ambac desde AAA hasta AA. Esta semana, CNBC informó de que se esperan más recortes de calificación para estas compañí­as dado que los problemas asociados con la industria aseguradora de bonos parecen “mucho peores” de lo que inicialmente se pensaba.

La actividad principal de una aseguradora de bonos es asegurar los bonos emitidos por administraciones locales y gobiernos municipales. La aseguradora garantiza a los compradores de estos bonos que la administración en cuestión cumplirá con sus obligaciones de reembolso del principal y de los intereses. De esta manera, las autoridades municipales se benefician de la ventaja de bajos costes de financiación (interíés) dado que el garante hace que sus bonos sean más atractivos en los mercados abiertos.

La razón por la que Ambac, MBIA (e incluso en mayor medida Security Capital) han sufrido este recorte de calificación es debida a que sus reservas se han reducido cuando una gran parte de las mismas debe ser destinada a cumplir con sus obligaciones.

Esto significa que sus clientes –gobiernos y administraciones locales- no son capaces de atender los pagos a los compradores de sus bonos. Y esto extraña y meticulosamente coincidió en el tiempo con la implosión del mercado de las hipotecas de alto riesgo, cáncer cuyas metástasis se propagaron a otras partes del cuerpo económico global: junio – julio de 2007.

Ahora, ¿quíé es lo que hace que los gobiernos locales sean incapaces de cumplir con sus obligaciones de pago de intereses de su propia deuda? ¿Cuál es la mayor fuente de sus ingresos?

Impuestos sobre la propiedad.

Cuando los propietarios empiezan a suspender pagos en masa, el importe recolectado en concepto de impuestos empieza a reducirse ¿no es así­?

Y esto es lo que dice el Banco Mundial sobre el asunto:

“4.05 Los impuestos sobre terrenos y edificaciones son las fuentes más comunes de ingresos de las administraciones y gobiernos locales. En la mayorí­a de los casos, son la única fuente de ingresos de los gobiernos locales. Dichos impuestos son destinados a contribuir en el desarrollo de un amplio rango de servicios municipales, particularmente al desarrollo de las infraestructuras tales como carreteras y sistemas de alcantarillado.”

Desde que nos hemos enterado de que los agujeros de Ambac y MBIA son mucho mayores de lo que inicialmente se habí­a pensado (y ya desde el principio se esperaba lo peor), ¿quíé nos dirí­a esto sobre el riesgo real de suspensión de pagos de la deuda respaldada por las hipotecas subprimas y demás? ¿Esta deuda tambiíén está “mucho peor” de lo que oficialmente nos dicen?

¡Ud. mismo!

Conclusión: Nos estaban mintiendo sobre las magnitudes reales de la crisis. ¿Y algo más?

Y teniendo en cuenta que sobre la deuda hipotecaria se ha montado un castillo de naipes de apalancamiento que llega a la quinta capa de la estratosfera, o quizá incluso más, hasta el lí­mite de nuestro sistema solar, los problemas con los que podemos topar nos parecerán como comparar a Godzilla con un peluche.

Un montón de los gobiernos municipales tambiíén estaban escuchando “consejos de los expertos” de los analistas financieros profesionales y optaron por cubrir su pasivo invirtiendo en derivados que les proporcionase el tipo de interíés necesario. ¿Ud. se imagina el subyacente de estos derivados? ¡Más deuda hipotecaria desde el infierno!

Conforme las dimensiones reales del monstruo en su terrorí­fico esplendor empiecen a ser discernibles a simple vista -pero vagamente concebible para el cerebro humano- incluso Godzilla empequeñece.

Así­ que, para no quedarse atrás, Bernie empieza a gastar toda su munición contra este monstruo, obteniendo un resultado más bien negativo. Unos cuantos disparos más y ya no quedarán más balas. Desafortunadamente, ya no le queda ningún colchón desde que empezó a imprimir el dinero para comprar los bonos del gobierno de largo plazo que salí­an a la venta –con el mismo efecto negativo, parece ser.

Al final, si la reducción de 125 puntos de los fondos federales en ocho dí­as no prende el fuego necesario a las bolsas, será porque la leña está peligrosamente mojada.

Al mismo tiempo, los intereses a largo plazo parece que han tocado fondo y ahora están de vuelta, según este gráfico:




Y esto significa que a pesar de todos los esfuerzos de comprar, intentando fomentar la demanda en los bonos, Bernie lo que está haciendo es recoger el papel de los vendedores que quieren poner sus ganancias a salvo.

¡Y Ud. sabe perfectamente lo que esto significa!

Cuando el dinero masivamente abandona la deuda americana de largo plazo, y no entra en la bolsa ¿dónde cree Ud. que va todo este dinero? Cuando los instrumentos tradicionalmente refugio ya no ofrecen ninguna garantí­a y ni siquiera nos salvan de la inflación, solo puede haber un refugio:

Oro. Plata. Platino. ETFs de metales preciosos.
 
 
Alex Wallenwein


 

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Re: Pandemonium
« Respuesta #10 en: Febrero 07, 2008, 12:38:08 pm »
Columna de John Authers

Interesante artí­culo de John Authers en la columna Short View de Financial Times:

¿Están los Estados Unidos 'japonizándose'? El mercado piensa que sí­.

Una respuesta lógica a un amplio - y muy anticipado - recorte de tipos, como sucedió el último mes, estarí­a incrementando las expectativas de inflación.

Tambiíén debe dañar al dólar, porque los tipos de interíés ofrecidos son menos atractivos para inversores extranjeros, y por que si se incrementa el riesgo de inflación los hace menos atractivos en el largo plazo.

En su lugar de eso, el dólar se ha mantenido estable y apenas se mueve en el año, mientras que el mercado para los bonos indexados a la inflación sugiere que las expectativas de inflación apenas han cambiado.

Sin embargo la Reserva Federal puede creer que el mercado piensa que los riesgos están sensiblemente hacia una caí­da de la inflación.

Hay algunas buenas noticias: el mercado no parece estar preocupado sobre la stagflation - la combinación de inflación y estancamiento económico.

Pero estos movimientos del mercado parecen implicar un miedo del escenario 'japoníés', cuando una ralentización económica está acompañada por la deflación, en tal medida que los recortes de tipos por parte del Banco Central no pueda estimular la economí­a. En lugar de imitar el comportamiento de EEUU y Europa en la díécada de los 70, el miedo es que EEUU repita la experiencia japonesa en la díécada de los 90.

No todos los mercados comparten este miedo a la deflación. El S&P GSCI de commodities sin energí­a sube un 9,5% en el año, así­ pues las preocupaciones por el crecimiento no parece tan aguda a un nivel global.

Y el Banco Central Europeo, el cual celebra reunión hoy, espera dejar los tipos invariable. Mantiene su preocupación por la inflación.

El mercado puede no estar de acuerdo. La resistencia del dólar frente al euro puede reflejar la creencia de que las economí­as de EEUU y Europa están í­ntimamente relacionadas incluso si sus Bancos Centrales parecen haberse disociado.

 
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Re: Pandemonium
« Respuesta #11 en: Febrero 09, 2008, 09:51:56 pm »
Caraduras de ayer y de hoy

 
Quiero comenzar rindiendo un pequeño homenaje a los caraduras de ayer, a la vez que manifiesto mi repulsa por los de hoy. Antiguamente hasta los carotas más pertinaces tení­an su sentido del ridí­culo, el caradura era un tipo simpático que a veces ni era consciente de que podrí­a resultar entrometido, tení­a soltura en sus intervenciones, era el adalid de los tí­midos y se inmiscuí­a en batallas perdidas que no eran suyas. Si se aprovechaba de su condición era sólo para ganarse el bocadillo del dí­a, el billete del autobús o la sonrisa de una chavala, pero jamás para medrar a costa del ciudadano común. Nada que ver con los caraduras actuales que no necesitan del teatro de la calle para exhibir sus dañinas cualidades desde sus despachos y sin despeinarse, ajenos al significado de la palabra ridí­culo y prestos a desplumar carteras de pequeños ahorradores y a deshonrar virgos de jóvenes púberes.

Si nos fijamos en otros tiempos, el carota en sentido estricto no existe, carota únicamente es una palabra que algún espí­ritu de acelga se inventó para desprestigiar a todos aquellos que son capaces de hacer cosas que nosotros —tí­midos, pacatos y apocados— no nos atrevemos, son aquellos a los que admiramos en silencio por su osadí­a y a los que nos gustarí­a parecernos. Un caradura castizo tiene chispa, facundia y desparpajo, son bailones, mañosos y algo arteros y a poco que te descuides te levantan a Lolita o te pegan un sablazo a devolver “sine die”. Carece de dinero porque ese no es su objetivo; le basta con salir del paso, la simple broma, la conquista amorosa, el deportivo del amigo o la entrada gratuita a los espectáculos: recuerdo a mi amigo Pipo que entraba por la cara a las veladas de catch que se disputaban en verano en la plaza de toros, diciendo muy serio que era príésbite—y lo era ciertamente—mientras esgrimí­a con rapidez un carníé caducado de la O.J.E.

El buen jeta ha de poseer sentido del ridí­culo y sonrojarse con franqueza tras ser sorprendido en flagrante actuación, porque ser caradura es un arte que requiere profesionalidad y sobre todo en los tiempos de la dictadura, íépoca en que la ausencia de polí­ticos y de tertulianos hací­a de aquíéllos una especie de bandas privilegiadas. El carota de entonces se camuflaba en timador de medio pelo, en chapuza a domicilio o en ligón de verbena, tal y como sabiamente nos los representaron en el cine las pelí­culas de Berlanga o Azcona con los Fernán Gómez, López Vázquez, Mary Sampere y Gracita Morales. Cuando las cosas vení­an mal dadas, al carota de antaño se le tildaba de granuja o sinvergí¼enza, pero más como pequeño reproche que como insulto, porque si habí­a algo de lo que no carecí­an era de sentido del honor y la gente en el fondo los valoraba.

Con los nuevos tiempos aparecieron unos caraduras perniciosos de cara seria que a diferencia de los anteriores carecen de sentido del ridí­culo: unos tertulianos que opinan cansinamente sin saber del tema y unos polí­ticos que prometen lo que luego no suelen cumplir. Pero no toca hoy hablar de estos artistas del fingimiento, sino de los de siempre en versión siglo XXI, y para repasarlos nada mejor que una sencilla clasificación hecha al tuntún.     

Como resumen de lo dicho vamos a poner algunos ejemplos tí­picos de caraduras actuales que se cruzan con nosotros con una frecuencia mayor de la deseada (ojo, que no estoy generalizando, no se nos vayan a enfadar nuestros carotas particulares):

Tenemos al carota del mono azul que es aquel menestral que por sus servicios nos suele cobrar más de 100 euros aunque su trabajo haya sido solamente apretar una tuerca, además con desplazamiento e I.V.A. aparte.

No hay que dejar de lado al carota emocional que se te planta en la acera, en un semáforo o directamente en tu casa y te cuenta sus desdichas y las ganas que tiene de comer. El problema es más barato y se puede resolver con un euro sin que te pongan mala cara.

Totalmente gratis pero más humillante es el geta semafórico, o sea, el que despuíés de media hora de platón y cuando te tocar pasar, se te cuela sin intermitente como Pedro por su casa. En este apartado se puede incluir al geta del super, idíéntico al anterior, pero con chándal y carrito si se trata de un maromo o de negro y algo sorda si se trata de una vieja.

Pero los que de verdad se llevan la palma, el cum laude, el doctorado en sinvergonzonerí­a son los analistas de las casas de Bolsa que mientras hacen una recomendación de compra, están vendiendo el mismo valor a mogollón.

Y lo raro es que la gente aun hagamos caso de unos caras que con cara de pipiolos nos venden una moto de pedales que nos puede salir muy cara, y con estas tres caras me despido de ustedes hasta que nos veamos las caras ¿duras?
 
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Re: Pandemonium
« Respuesta #12 en: Febrero 17, 2008, 04:45:09 pm »
Crisis inmobiliaria y recesión económica          (Capí­tulo I)


Luis Paulino Vargas Solí­s                    15-02-2008 


Argenpress

Se habla en estos dí­as de una posible -casi confirmada- recesión económica en Estados Unidos, así­ como de las agresivas, incluso rocambolescas, medidas fiscales y monetarias que, ante esa situación, son adoptadas por las autoridades de ese paí­s. Vale la pena intentar, aunque sea brevemente, una caracterización de conjunto de la situación que se plantea. Eso sí­ con la advertencia de que este es un asunto de tal complejidad que difí­cilmente ningún análisis podrí­a evitar dejar por fuera algún o algunos aspectos importantes.

1. La economí­a estadounidense frente al resto del mundo

La economí­a de los Estados Unidos es gigantesca: medida en tíérminos monetarios, suma aproximadamente 14 billones de dólares (14 millones de millones de dólares) cosa que, a su vez, equivale a cerca de una cuarta parte (25%) del total de la economí­a mundial. Este dato lleva a una muy razonable y casi obvia conclusión: dado el enorme peso de su economí­a, una recesión en Estados Unidos probablemente tendrá efectos importantes para el resto del mundo, incluso economí­as que, como la de China, han venido mostrando gran dinamismo.

Baste decir que en 2007 el superávit comercial de los chinos en su intercambio con Estados Unidos, alcanzó la impresionante cifra de U$S 163 mil millones. (1) La economí­a japonesa -que de por sí­ anda muy tambaleante- tambiíén se verí­a perjudicada seriamente, según se desprende del hecho de que su superávit comercial con Estados Unidos es cercano a los U$S 90 mil millones. (2) Incluso la Unión Europea -no obstante la fortaleza del euro frente al dólar- maneja notables superávits comerciales con Estados Unidos, situados en alrededor de U$S 100 mil millones anuales (U$S 112 mil millones en 2006, según datos de la Organización Mundial de Comercio, OMC). Planteado de otra forma: según datos de la OMC, en 2006 el 21% de las exportaciones chinas, el 24% de las de la Unión Europea de los 25 y el 23% de las de Japón, tiene por destino Estados Unidos. En total, Estados Unidos representa el 15,5% de las importaciones de mercancí­as a nivel mundial (dato de 2006).

Estos números simplemente ratifican una cosa: Estados Unidos es una especie de inmensa trituradora que absorbe importaciones masivas provenientes de las otras potencias económicas y, en general, del mundo entero. Por lo tanto, y asimismo, actúan como un importante factor dinamizador o, como habitualmente se dice, hace el papel de locomotora que jala al resto de la economí­a mundial. A la inversa, una desaceleración significativa de la economí­a estadounidense -y con más razón una recesión abierta- constituirí­a una mala noticia para las exportaciones chinas, japonesas y europeas como, en general, para las de muchos otros paí­ses, incluida Costa Rica.

Por otra parte, la posibilidad (que optimistamente algunos evocan) de que China -con su acelerado ritmo de crecimiento económico- tome el relevo y se coloque como la locomotora mundial, no se ve demasiado prometedora, principalmente por dos razones. Primero, porque China misma serí­a impactada por la posible recesión estadounidense y, segundo, porque el peso de China en el comercio mundial aún es muy inferior al de Estados Unidos. Baste decir que las importaciones chinas representan un 6,4% de las importaciones mundiales (muy lejos del 15,5% que corresponde a Estados Unidos) (datos a 2006).

2. Una economí­a gravemente desequilibrada

Aunque es una economí­a tan grande y poderosa, sin embargo Estados Unidos es, al mismo tiempo, una economí­a altamente desequilibrada y, cosa notable, sus principales desequilibrios se ubican en sus relaciones externas: por un lado la balanza de pagos y, a la par, el abismal endeudamiento con el resto del mundo. A los dos anteriores, debe agregarse el díéficit fiscal del gobierno federal. Repasemos brevemente cada uno de estos tres elementos.

a) La cuenta corriente de la balanza de pago. Esta cuenta registra los intercambios entre un paí­s y el resto del mundo, tanto de bienes (mercancí­as materiales) como de servicios (intangibles). En el caso de los Estados Unidos la cuenta corriente presenta un díéficit que resulta tí­pico de un paí­s subdesarrollado, no de una potencia económica. En el último lustro, la cuantí­a anual de este díéficit ha superado el 6% como porcentaje del PIB. (3) En 2007 disminuyó su peso relativo gracias al debilitamiento del dólar frente al euro y otras divisas importantes, cosa que ha favorecido las exportaciones estadounidenses y encarecido sus importaciones. Aún así­, ese díéficit en 2007 alcanzó una cifra superior a los U$S 750 mil millones, es decir, alrededor (o poco más) del 5,5% del PIB estadounidense.

b) El endeudamiento. Si bien este endeudamiento constituye un problema viejo, en todo caso ha aumentando aceleradamente durante los años del desastroso gobierno de Bush, en el transcurso del cual creció alrededor de un 50%. A finales de 2007 superó los nueve billones de dólares (nueve millones de millones de dólares) (4), lo que representa aproximadamente un 65% del PIB de ese paí­s.

c) Díéficit fiscal del gobierno federal. Recordemos que durante la segunda administración de Clinton se logró revertir el díéficit fiscal heredado de los gobiernos republicanos que lo antecedieron (Reagan y Bush padre). Al finalizar el gobierno de Clinton el superávit fiscal era cercano al 2,5% como proporción del PIB. Bush hijo -cuyo legado es funesto, cualquiera sea el lado por el que se lo mire- revirtió esta situación en muy poco tiempo al punto que hacia el 2004 el díéficit anduvo en los alrededores del -3,5% del PIB. Para 2007 la cifra respectiva se sitúa en poco más de -1% pero las medidas fiscales que actualmente se intentan aplicar a fin de enfrentar la posible recesión de la economí­a, lo elevarí­an en 2008 por encima del -2%. (5)
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pharma

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Re: Pandemonium
« Respuesta #13 en: Febrero 17, 2008, 08:40:17 pm »
Ojo con ese articulo, si está traducido del ingles, habra que tener en cuenta que en EEUU, 1 billon equivale a 1.000 millones y no a 1.000.000 de millones.
Salu2

hercul

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Re: Pandemonium
« Respuesta #14 en: Febrero 18, 2008, 04:00:03 pm »
Sí­, no consideríé comentar que lo que en USA se entiende por billón.


CAPITULO II
3. Vivir por encima de sus posibilidades

El cuadro actual de la economí­a estadounidense se sintetiza, pues, en lo siguiente: endeudamiento galopante, enorme díéficit de cuenta corriente y persistente díéficit fiscal. Pareciera el sí­ndrome tí­pico de algún paí­s perifíérico y subdesarrollado. Pero, sin embargo, se trata de la primera potencia económica mundial y, con mucho, la economí­a nacional más grande (incluso más grande que la Unión Europea).

Justo ahí­ reside el grave problema, ya que Estados Unidos ofrece una combinación que podrí­an resultar explosiva: un inmenso peso económico y un sí­ndrome de abismales desequilibrios. Y, cosa notable, estos desequilibrios en realidad quedan gráficamente sintetizados en un solo dato: el ahorro estadounidense es nulo, incluso negativo. Siendo una potencia económica tan importante, es, sin embargo, un paí­s que vive por encima de sus posibilidades, chupando permanentemente del ahorro del resto del mundo a fin de sostener su gasto excesivo.

Esto último es algo que los sectores más lúcidos y crí­ticos de la sociedad estadounidense empiezan a admitir en voz alta. Es el caso del prestigioso economista Paul Krugman en un artí­culo reciente para The New York Times (6), en el cual Krugman tambiíén admití­a -si bien recurriendo a fórmulas más bien eufemí­sticas- que lo que poní­a a salvo a Estados Unidos de verse arrastrado en una crisis similar a la que, por ejemplo, golpeó a Argentina a inicios del actual decenio, es que la deuda estadounidense ha sido tomada y está expresada en la propia moneda de ese paí­s: el dólar. Tremenda alquimia, pues: como el dólar es, a un mismo tiempo, moneda nacional estadounidense y divisa de aceptación universal, los gringos parecen haber creí­do que ello les daba autorización para endeudarse al infinito. Tan fácil como seguir emitiendo dólares y bombeándoselos al resto del mundo.

No por casualidad se dice que China y Japón acumulan, en forma combinada, reservas en dólares por algo así­ como la colosal cifra de U$S 1,7 billones, (7) las cuales son en buena parte resultado de los tremendos superávits comerciales que esos paí­ses acumulan en su intercambio con Estados Unidos. Pero el superávit chino y japoníés implica, como hemos comentado, díéficit para los estadounidenses. Y tales faltantes deben financiarse, cosa que se hace principalmente de una forma: mediante los flujos de capital hacia Estados Unidos, los cuales asciendan a cifras de entre U$S 65 a 70 mil millones mensuales.

4. El dólar en la cuerda floja

Históricamente se ha supuesto que el dólar es sólido en vista de que se percibe -correcta o erróneamente- que la economí­a estadounidense es igualmente sólida y, a la vez, que su poder polí­tico-militar es contundente. Lo primero es algo que resulta cada vez más cuestionado, pero la verdad es que incluso lo segundo muestra algunas resquebrajaduras, en vista de los fracasos militares en Irak y Afganistán, el evidente fiasco de la guerra contra el terrorismo y, en general, el desprestigio creciente y la declinante influencia ideológica de los Estados Unidos.

Estas cosas proyectan sombras sobre la solidez del dólar y, en consecuencia, sobre la peregrina pretensión estadounidense de seguir consumiendo por encima de sus posibilidades mientras se endeudan al infinito. Si el dólar deja de ser confiable -todo parece indicar que está dejando de serlo- ya no será aceptable para el pago de deudas y, la verdad, los paí­ses tampoco querrán tener grandes reservas en esa moneda. Incluso se procurará que porciones crecientes del comercio mundial se realicen en otra u otras monedas, tal cual, por ejemplo, lo han planteado algunos paí­ses petroleros en relación con esta mercancí­a energíética.

La desconfianza en el dólar hará que íéste tienda a debilitarse frente a otras monedas importantes y, eventualmente, ello podrí­a conducir a una severa reducción de su valor. A su vez esto tendrí­a diversas implicaciones. Una de estas, en particular, sintetiza todas las demás: ello obligarí­a a la economí­a estadounidense a frenar su espiral de endeudamiento y a comprimir el gasto a sus reales posibilidades.

Simple: un derrumbe del dólar implicarí­a un empobrecimiento generalizado de la sociedad estadounidense relativamente a sus estándares actuales. Se verán obligados a producir más y financiar por su propia cuenta el consumo de sus familias y la inversión de sus empresas, así­ como sus brutales gastos militares (los cuales ascienden a la espeluznante cifra de unos U$S 623 miles de millones en 2004, aproximadamente el 56% del total del presupuesto militar mundial). (8)

5. ¿Ocurrirá el derrumbe?

¿Quiíén puede saberlo? Así­ planteadas las cosas se entra en un terreno especulativo e incierto el cual prefiero dejar en manos de brujos y pitonisas. Simplemente me parece que es imposible conocer suficiente acerca de la complejí­sima realidad subyacente -es decir, del entramado de las tendencias y contratendencias que influyen en estos procesos- como para afirmar nada en un sentido o el otro.

Sin embargo, algunos datos muy significativos van quedando relativamente claros. Los enumero brevemente:

a) La burbuja inmobiliaria del perí­odo 2002-2006 es tan solo la manifestación más reciente -y relativamente paroxí­stica- del sesgo consumista y despilfarrador de la economí­a estadounidense, en cuanto constituyó el motor que dio impulso al crecimiento durante un perí­odo caracterizado por un deterioro severo de los grandes desequilibrios de la economí­a estadounidense.

b) La crisis inmobiliaria desata una crisis social de amplio alcance, torpedea las bases de todo el sistema financiero-especulativo estadounidense y amenaza tener efectos negativos sobre el conjunto o una porción significativa de su sistema económico.

c) La forma como está siendo abordada la crisis -especialmente el enfoque asumido por la Reserva Federal y la administración Bush- constituye un acto de negación: privilegia la coyuntura de corto plazo e ignora o evade los problemas estructurales de más amplio alcance.
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