El Banco Central Europeo (BCE) procederá previsiblemente este jueves a un nuevo recorte de los tipos de interíés ante el progresivo deterioro de la situación económica en la eurozona y es de prever que esa medida vaya acompañada de nuevas acciones "no convencionales".
Los expertos dan por seguro una rebaja de 50 puntos básicos para las principales operaciones de refinanciación en la eurozona, actualmente en el 1,5%, y no descartan una reducción de la horquilla entre la facilidad marginal de críédito y la de depósito.
La facilidad de críédito, referida a los príéstamos que otorga el BCE a un día, está tras el recorte aplicado en marzo en el 2,50%; y facilidad de depósito, por la que el BCE remunera el dinero depositado tambiíén a un día de plazo, en el 0,5%.
En las quinielas que circulan en los mercados financieros previo a las sesiones mensuales del BCE se apuesta por una reducción de 25 puntos básicos de la facilidad de depósito y por un tijeretazo drástico en la facilidad de críédito.
Reducción de costes
Una intervención en ese sentido reduciría costes al Eurosistema e incentivaría el mercado interbancario, donde la disfunción provocada por la desconfianza entre las entidades comerciales ha derivado en una seria adicción de íéstas a las inyecciones de liquidez que aplica prácticamente a granel el BCE.
Pero al margen de la confirmación de las quinielas sobre tipos, la pregunta que más ocupa estos días a los analistas se refiere a la ortodoxia del BCE, a su disposición a adoptar medidas excepcionales en circunstancias extraordinarias.
"No me gusta el tíérmino quantitative easing. Prefiero hablar de medidas no convencionales y el BCE las está adoptando", declaró su presidente Jean-Claude Trichet en marzo.
Medidas no convencionales
Trichet se refería a la laxitud inusual con la que, desde finales de 2008, el BCE proporciona liquidez, un sistema que pasó de tener carácter de subasta a una concesión, a cambio de garantías, de liquidez ilimitada a un tipo de interíés fijo.
Especialistas en el BCE descartan que esta entidad, al no contar la eurozona con una entidad como el Tesoro, considere quantitative easing y proceda a la compra de bonos privados, como así harán el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal estadounidense.
Prevíén, sin embargo, que el consejo del BCE profundice un poco más en las "medidas no convencionales" puestas en marcha desde el estallido de la crisis financiera global y ante la perversidad de sus efectos en la economía real.
Aplazar las operaciones de refinanciación
En concreto se habla de extender en el tiempo las operaciones de refinanciación, que ahora se realizan con vencimientos de una semana, tres y seis meses, respectivamente.
Eso presionaría a la baja los tipos de interíés a largo plazo y haría que los bancos trasladaran a sus clientes esas buenas condiciones de refinanciación.
Independientemente de las decisiones que adopte mañana el consejo de gobierno del BCE y de que íéstas sean por unanimidad o consenso, los expertos coinciden en que hay una necesidad urgente de utilizar al máximo los instrumentos que aún tiene en su poder para combatir una crisis que está siendo más perniciosa y duradera de lo previsto.
El panorama macroeconómico en la eurozona empeora y el horizonte tampoco no es halagí¼eño. Trichet vaticinó el pasado lunes ante el Parlamento Europeo que la economía mundial y en la eurozona seguirá este año muy díébil, aunque pronosticó que comenzará a recuperarse en 2010.
Ayudas públicas
El banquero supeditó, sin embargo, esa evolución a numerosos factores, entre ellos al efecto de las ayudas públicas al sector bancario y a los planes de estímulo fiscal.
Trichet renovó el compromiso del BCE con la estabilidad de precios y dijo que la inflación se mantendrá muy por debajo del 2 por ciento íéste y el próximo año, y descartó el riesgo de deflación.
Un día despuíés, la oficina europea de estadística adelantó que la tasa de inflación interanual de la zona del euro se situó en marzo en el 0,6% desde el 1,2% registrado en febrero.
Para el economista jefe del Royal Bank of Scotland, Jacques Cailloux, ese dato confirma que hay un riesgo de deflación y que íéste debería ser tomado en serio por el BCE.
Hasta ahora se trata simplemente de la tasa inflacionaria más baja registrada en la historia del indicador, que se elabora desde 1997.