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Autor Tema: El FMI tiene dinero; ahora, necesita una estrategia  (Leído 424 veces)

Orpheo

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El FMI tiene dinero; ahora, necesita una estrategia
« en: Abril 22, 2009, 10:19:07 am »
elmundo.es/Pablo Pardo
Washington.- Hace doce meses, el FMI celebraba su asamblea de primavera bajo el temor de convertirse en una institucion irrelevante. En plena explosion de liquidez, los paí­ses no necesitaban los recursos Sus funcionarios abandonaban la organización en busca de trabajos más aburridos (pero igualmente bien pagados y con infinitas prebendas) en otros organismos internacinales, como la OCDE. El Fondo iba camino de convertirse en un 'think tank' público, con prestigio pero sin poder.

Entonces llegó la crisis financiera mundial, que se combinó, además, con una personalidad extremadamente ambiciosa: el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn o, como se le conoce coloquialmente, DSK.

Juntos, la crisis y DSK han vuelto a colocar al FMI en el centro de la economí­a mundial. Los funcionarios que se fueron hoy están regresando. Y sus puestos tambiíén son deseados por los miles de despedidos de Wall Street, que solí­an despreciar a los burócratas del FMI y disfrutar d eunos ingresos varias veces superiores. Finalmente, el pasado 2 de abril, DSK logró su mayor íéxito: el G-20, reunido en Londres, acordó una ampliación de los recursos de la institución de 750.000 millones de dólares (568.000 millones de euros).

El problema es que más dinero y más gente (o, al menos, la misma gente que antes del íéxodo) no garantizan el íéxito si no hay una estrategia. Y eso acaso sea lo más difí­cil de encontrar en el FMI. La institución es más como un dinosaurio, con su reparto de poder entre los paí­ses anclado en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y su ideologí­a económica en el 'Consenso de Washington' de los setenta y ochenta. El Fondo hoy es más rico que hace un año. Pero, para ser más efectivo, debe solventar estos problemas:

Colaboración con el sector privado. Como ha señalado Charles Dallara, el director ejecutivo del Institute for International Financie (IIF, según sus siglas en inglíés, el 'think tank' de los grandes bancos del mundo), «en los últimos años, el FMI ha advertido acerca de la puesta en práctica de polí­ticas insostenibles en el centro y este de Europa. Sin embargo, no ha tenido ninguna ví­a para influir ni a los Gobiernos ni a los inversores privados». El Fondo solo trata con Gobiernos. Así­ que no tiene ninguna capacidad de influir sobre los bancos, los hedge funds y los fondos de capital-riesgo, que son los verdaderos actores de la economí­a mundial hoy.
Un policí­a sin armas. "Los paí­ses exportadores de capital, sobre todo China y ciertos estados de Oriente Medio, y los paí­ses desarrollados con amplio acceso a los mercados pueden prescindir del Fondo", reconoce Dallara. A esos paí­ses, lo más que les puede provocar la institución es alguna rabieta, «como cuando Gordon Brown se quejó de un informe nuestro en el que decí­amos que el Reino Unido estaba siguiendo una polí­tica demasiado procí­clica», según ha explicado a EL MUNDO Anne Krueger, ahora profesora de la Universidad Johns Hopkins y subdirectora en la íépoca de Rato. Londres (que, en la clasificación de Dallara serí­a un paí­s desarrollado con amplio acceso a los mercados) ignoró al Fondo. Y no pasó nada.
Una institución anclada en los años cincuenta. En el FMI, los paí­ses de Europa que fueron aliados de EEUU en la Segunda Guerra Mundial están tan sobrerrepresentados que, por ejemplo, Holanda tiene más votos que India. Y la institución se resiste al cambio. En su reciente estudio interno sobre la reforma de la institución, el propio Fondo no toca el increí­ble anacronismo de que el director gerente del Fondo tenga que ser europeo.
A Washington, el eventual cambio de poder en el Fondo no le afectarí­a, porque EEUU goza de una posición formidable en la entidad: está infrarrepresentado (con lo que no va a perder derechos de voto), pero mantiene una cuota superior al 16,8%, que es el mí­nimo para tener derecho de veto.

La competencia de China. El hecho de que los paí­ses emergentes no estíén representados en el Fondo no es una cuestión de prestigio nacional, sino que tiene consecuencias prácticas. Sobre todo en el caso de China, que tiene dinero suficiente como para hacerle la competencia al FMI. Un ejemplo: hace dos semanas, ese paí­s cerró un canje de divisas con Argentina en virtud del cual Beijing pone a disposición del Gobierno de Cristina Kirchner 10.000 millones de dólares (7.500 millones de euros). Todo un salvavidas para que Buenos Aires pueda seguir haciendo frente a sus compromisos internacionales, pero sin pasar por el FMI. Hace unos meses, el FMI tuvo que apresurarse en ayudar a Paquistán para evitar que ese paí­s fuera rescatado tambiíén por China.
Falta de pragmatismo. El Fondo es una burocracia muy bien preparada, pero poco flexible y un tanto aislada del mundo. Eso hace que a veces sus programas sean contraproducentes. En Hungrí­a, por ejemplo, ha obligado a los receptores de sus ayudas a recortar el gasto, justo lo contrario de lo que han hecho EEUU, la UE, Japón y China. í‰sa es una medida incomprensible, porque parece destinada a agravar la crisis—que es, de hecho, lo que ha pasado—. Ahora, el Fondo acaba de crear la Lí­nea de Críédito Flexible, en virtud de la cual pone recursos a disposición de los paí­ses que se han visto afectados por la contracción del críédito sin exigirles cambios de polí­tica económica, en un intento de evitar la repetición de esos catastróficos planes de rescate. Míéxico es el primer paí­s que se ha visto beneficiado por esa iniciativa, al recibir una lí­nea de críédito de 47.000 millones de dólares (36.000 millones de euros).


En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.