Actualizado el 26/4/2009 - 12:41h
El Banco Santander considera que la amenaza de deflación que se cierne sobre la zona euro justifica que el Banco Central Europeo (BCE) sitúe los tipos de interíés cerca de cero y adopte medidas no convencionales para atajarla. Para el Santander, la vulnerabilidad ante la deflación de la zona euro, según la metodología del Fondo Monetario Internacional (FMI) para detectarla, "podría pasar al terreno de riesgo alto en el tercer trimestre de 2009", coincidiendo con el periodo de niveles más bajos de inflación. Esta previsión es, a su parecer, "un motivo más que justifica no sólo los tipos oficiales cercanos a cero, sino más medidas de política monetaria no convencionales".
En su último boletín financiero, la entidad que preside Emilio Botín sostiene que las perspectivas apuntan a una tendencia a la baja de la inflación hasta los meses de verano, cuando se podrían alcanzar tasas negativas debido al efecto de la compración de los componentes de energía y alimentos.
A más medio plazo y debido a las perspectivas de crecimiento inferior al potencial hasta 2010, la inflación subyacente, sin incluír alimentos y energía, contribuirá a que la inflación general se mantenga "muy por debajo del 2%", objetivo de nivel de precios fijado por el BCE.
El Santander puntualiza que aunque inflación negativa no implica necesariamente un proceso deflacionista -que significa un descenso en el nivel de precios generalizado, persistente e instalado en las expectativas de los agentes económicos- los datos negativos de inflación en un contexto de recesión y la caída de precios de activos "genera un entorno de riesgos".
El banco recuerda que el miembro del consejo de gobierno del instituto emisor europeo Athanasios Orphanides ha afirmado recientemente que el riesgo de deflación se ha incrementado algo en los últimos meses, ya que las previsiones apuntan a una debilidad adicional a la esperada inicialmente. En este sentido, Orphanides incidió en que una caída prolongada de la inflación por debajo del objetivo podría provocar un desanclaje de las expectativas, "lo que favorecería el riesgo de deflación".