J. ORTIZ DE LAZCANO.-
Iker Muniain las pasó canutas el miíércoles en el aeropuerto de Loiu. «Es menor de edad. No vale con el DNI. Tiene que mostrar el pasaporte para viajar», le recordó uno de los agentes de seguridad. El chico enrojeció. Con 16 años y 7 meses, se trataba de su primer viaje europeo con el Athletic y todo empezaba mal. El delegado rojiblanco reaccionó ante el contratiempo y marchó de inmediato hacia Lezama, en donde están los documentos internacionales de todos los futbolistas. Un viaje de lo más aprovechado. Anoche, el joven navarro se convirtió en el híéroe de la remontada rojiblanca. Tuvo menos problemas en el Stade de Suisse que en Loiu. Sobre la hierba artificial, anotó a los tres minutos de pisar el campo en lugar del lesionado Susaeta. Recogió en el segundo palo un córner lanzado por Yeste y lo envió con una contundente determinación a la red con una volea a media vuelta.
Un gol de oro, el segundo de los rojiblancos y que hace entrar al adolescente pamploníés por partida doble en la historia del club a costa del Young Boys. En la ida, fue el jugador más joven en debutar con la camiseta rojiblanca. En la vuelta, el realizador más precoz de la entidad. Si tenía alguna duda, Caparrós ya la ha resuelto. Muniain se queda en el primer equipo.
El utrerano tiene mucho que agradecerle, como quedó aún más claro con el gol en el descuento de Frimpong que condenó al Athletic a una prolongación agónica. El triunfo en Berna supone un tremendo alivio para el Athletic. Caer eliminado a las primeras de cambio en la UEFA Liga Europa habría supuesto un revíés de gravísimas consecuencias. El equipo y Caparrós habrían quedado severamente desacreditados. Ahora, sin embargo, las cosas pintan de otra forma. En lugar de discutir las causas de la tempranera crisis, el Athletic mirará hoy a Nyon (Suiza), en donde en torno a las 13.30 horas conocerá a su rival en la última eliminatoria de acceso a la fase de grupos.
Yeste, magnífico
Tanto miedo al cíésped artificial de Berna y resulta que el único partido bueno de los rojiblancos este verano ha llegado sobre íél. Queda claro que el problema estaba en el Athletic. Había afrontado la ida con un sentimiento de superioridad que adormeció al equipo en una falsa complacencia. Ayer tocaba rectificar y demostrar que se habían extraído lecciones. Con una semana más de preparación para los bilbaínos, el Young Boys se reveló como lo que es, un equipo de media tabla en la Segunda A española.
Además del providencial Muniain y de un estelar Iraizoz, la otra figura clave fue Yeste, magnífico en el papel de organizador en el que relevó a un Orbaiz hasta anoche intocable. Le ha costado, pero Caparrós ha rectificado. El basauritarra sufre en la banda por su falta de velocidad y regate. Pero ayer estaba implicado porque tenía ante sí un reto formidable, y lo hacía además en el puesto que le gusta. Cuando esas condiciones se unen es un futbolista superlativo. Dio al entrenador lo que le pidió. Velocidad y solvencia en el manejo de la pelota y búsqueda constante de los extremos.
Allí estaban De Marcos y Susaeta, otros dos de rendimiento notable. Al eibarríés se le nota enchufado y con mayor fuerza que nunca, signo de que ha trabajado duro durante las vacaciones. Eso sí, despuíés de recibir durísimas tarascadas, su hombro derecho dijo basta en el minuto 68. El alavíés se mostró como un jugador con desparpajo, verticalidad y comprometido. Pese a que firmó con el filial, Caparrós se lo quedará en el primer equipo.
Con ganas de resarcirse, Yeste lo hizo casi todo bien. En una falta lateral salió de su zurda un centro magníficamente tocado. Llorente, otro que necesitaba una rehabilitación tras su pobre arranque de campaña y fallar el penalti de la ida, hizo el resto. Se aupó como un resorte y de su cabeza salió un remate inapelable. Sacó provecho del único balón en condiciones que le suministraron.
El Athletic ya había hecho lo más importante. A los 26 minutos, tenía la eliminatoria donde quería, con la ventaja del Young Boys neutralizada y el plus de que a partir de ese momento un tanto suyo valía el doble. Sólo faltaba que saliera la nueva perla de Lezama, Muniain, para lograrlo e irrumpir así por todo lo alto en la historia del club.